domingo, 30 de enero de 2022

Leyendo 2022: Zona de obras

Les comparto este texto de Leila, que está en su libro Zona de Obras.

Les comparto también en los link, algunas de las obras a las que hace referencia para disfrutarlas.



LISTAS A veces hago listas. Hice ésta:

Cuidar un jardín ayuda a escribir.

Mirar por la ventana ayuda a escribir.

Viajar a un sitio en el que no se ha estado antes ayuda a escribir.

Conducir por la ruta un día de verano ayuda a escribir.

Escuchar a Miguel Bosé, a veces, ayuda a escribir.

Ducharse un día de semana a las cuatro de la tarde ayuda a escribir. Ir al cine un día de semana, a las dos de la tarde, ayuda a escribir.

No tener nada que hacer no ayuda a escribir.

Estar un poco infeliz, a veces, ayuda a escribir.

Correr ayuda a escribir.

Escuchar a Gravenhurst y a Calexico ayuda a escribir. Escuchar una –una– canción de Chavela Vargas puede ayudar a escribir.

Ir a una fiesta no ayuda a escribir, pero levantarse al día siguiente a las tres de la tarde, comer un sándwich de jamón crudo y empezar la jornada cuando los demás la terminan ayuda a escribir.

Hacer doscientos abdominales ayuda a escribir.

Tener miedo no ayuda a escribir.

Que haya viento no ayuda a escribir.

Que no haya nadie en la casa ayuda a escribir.

Leer a Idea Vilariño ayuda a escribir. Leer a Claudio Bertoni ayuda a escribir. Leer la introducción a "Cantos de marineros en las pampas" ,de Fogwill, ayuda a escribir.

Leer listas («vi a los sobrevivientes de una batalla, enviando tarjetas postales, vi en un escaparate de Mirzapur una baraja española, vi las sombras oblicuas de unos helechos en el suelo de un invernáculo, vi tigres, émbolos, bisontes, marejadas y ejércitos, vi todas las hormigas que hay en la tierra, vi un astrolabio persa», listaba Borges en El Aleph) ayuda a escribir.

Leer El libro de la almohada,de Sei Shōnagon, ayuda a escribir.

Limpiar la casa ayuda a escribir. Preparar dulces ayuda a escribir.

Que sea domingo –o feriado– no ayuda a escribir.

Realizar tareas manuales –pintar, lijar, construir algo pequeño con clavos y madera– ayuda a escribir. Levantar un ruedo ayuda a escribir. Levantar un ruedo ayuda a escribir. Comprar una planta y cambiarla de maceta una tarde sin brisa ayuda a escribir.

Mirar fotos viejas no ayuda a escribir, pero volver a la casa de la infancia ayuda a escribir.

Leer este fragmento del escritor norteamericano Barry Hannah ayuda a escribir: «Yo venía de malgastar la mitad de mi vida inoculando poesía en mujeres no aptas para la poesía. Yo, que nunca amé salvo demasiado. Yo, que golpeé contra las paredes del tiempo y del espacio las horas suficientes, así que no tengo que mentir. Pero había algo en ella que hablaba de exactamente las cosas: de exactamente las cosas. Daba esperanza. Daba sudor helado. Era cruda como el amor. Cruda como el amor.»

Leer la carta en la que el fotógrafo chileno Sergio Larraín le da a su sobrino consejos para tomar fotografías y en la que dice, entre otras cosas, «uno se demora mucho en ver» ayuda a escribir.

Viajar no siempre ayuda a escribir. Regresar no ayuda a escribir. Pero moverse ayuda a escribir.

Mirar fotos de André Kertész ayuda a escribir. Mirar fotos de Alessandra Sanguinetti, en especial su trabajo llamado Las aventuras de Guille y Belinda y el enigmático significado de sus sueños, ayuda a escribir.

La voz en off de Bruno Ganz, repitiendo «Cuando el niño era niño», en la película Ángeles sobre Berlín,de Wim Wenders, ayuda a escribir.

Escuchar canciones infantiles (de María Elena Walsh) ayuda a escribir.

Pensar en otra cosa ayuda a escribir.

Exagerar ayuda a escribir.

No darle importancia ayuda a escribir.

Escribir ayuda a escribir.

Por lo demás, ya dijo Faulkner: 99 por ciento de talento, 99 por ciento de disciplina, 99 por ciento de trabajo.

Revista Sábado,El Mercurio, Chile, enero 2012

(Zona de Obras. Anagrama.)

sábado, 22 de enero de 2022

Poesía para llevar (tan sencillo como compartir poesías)




Hace un par de años atrás (¡qué lejos nos queda el 2019!), en el mes de Septiembre se me ocurrió llevar más poesía al aula donde doy clases de biología a un 2do año de secundaria (en una escuela pública de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires).


Solíamos compartir poesía, la leíamos en voz alta en la sala de lectura, o  la clase comenzaba leyendo algún poema.

Me pareció que la poesía tenía que ser un regalo para la última hora del viernes, cuando nos fuéramos rumbo al fin de semana.

Así empezamos, los viernes llevaba  un sobre en el que guardaba poemas seleccionados. Al terminar la clase lo sacaba , tomaba un poema y leía en voz alta. Luego pasaba el sobre a alguno o alguna. Entonces pasaba de mano en mano, y cada quien escogía uno. A veces buscaban el que había leído en voz alta. A veces se recomendaban otro. Se nos hizo costumbre. Si me olvidaba,  me lo recordaban.

En la escuela a veces la poesía resulta  algo esquivo (o que se esquiva), quizás algo que no encaja (más en clase de biología). Para mí leer un poema en voz alta, dejarlo caer, provocar el silencio para que tenga un hueco, encaja perfectamente en el espacio del aula. Recurro a ella frecuentemente.  

Dice María Cristina Ramos (una maestra en esto de compartir poesía)

"Hay que insistir, insistimos. Leyendo como quien hace llover, para disfrutar, para poner en movimiento la interioridad de todos, para activarnos internamente. No es inactividad la de quienes escuchan un texto poético. No es necesario pararse en las puertas de salida del texto para auscultar la adecuada o inadecuada comprensión lectora, que para eso podemos contar con los textos expositivos. "(1)


Comencé a hacerlo también en las aulas de la facultad, dónde daba clases de biología para estudiantes del CBC de la UBA. Fue el día del estudiante que acá se festeja el 21 de Septiembre (eso hizo que me regalaran un abrazo, eso que en las aulas de la facultad con la formalidad y las multitudes, no suele ser común) y lo fui repitiendo en la comisión de la noche, los viernes al despedirnos, y en la comisión de la mañana cada tanto.





Al mostrarlo en las redes sociales, hubo un contagio. Alguna gente lo replicó en su clase de idioma, otra en una escuela primaria, otro en un consultorio. ¿Por qué no llevar la poesía y repartirla a cualquiera? No se necesita mucho, un sobre, un surtido de poemas, y ofrecerlos.



Les aseguro que la poesía produce acostumbramiento.




Escogía poemas variados (en general cortos por una cuestión de practicidad, así me entraban varios en una hoja A4), de autores que sabía podían gustarles. Jairo Aníbal Niño, Mario Benedetti, Laura Devetach, Gustavo Roldán, Eduardo Abel Gimenez, y más. Igual es cuestión de probar e ir variando , cada semana había poemas nuevos. Y ellas y ellos esperaban y se los recomendaban. 

A veces la poesía excedía la paredes del aula . Un día P. un alumno de los "rebeldes" me dijo que le había leído este poema a su padre y que le había gustado...






Cuando descubrí que las guardaban en la funda del celular, en los bolsillos de la mochila....


..les repartí sobrecitos para pegar en el cuaderno de aula, y guardar los poemas. (abajo estamos en plena actividad)



Se  compartían poesías, hablaban de ellas, la última hora  se extendía unos minutos más. (hubo muchos sobres de "poesía para llevar", porque los perdía o los olvidaba, también hubo cajas con poemas que repartí por la escuela o la facu). 

A fin de año siempre alguno o alguna mencionaba las poesías como algo que recordaba con gusto. Y aún años después, cuando nos volvíamos a encontrar en 4to.

Les invito a leer poesía, a repartir poesía en sus espacios , en sus lugares de trabajo. 

Acá una pequeña ayuda para ello. Busqué algunas de las más compartida, y las emprolijé en un archivo para que puedan imprimirlas directamente en hojas A4. (prefería las de color, y con un gramaje un poco mayor). Otra idea es que estos mismos poemas los comparto en la plaza o en el barrio, pueden ver otras actividades que hice con ellos (y muchos más) acá los susurradores y acá pueden leer en Aquelarre lo que significa compartir poemas en la plaza:

Poemas de Jairo Aníbal Niño (les encantaron tanto a niñxs como a adolescentes)


Poesía para las infancias 1 (es solo un puñado de poemas , María Elena, limerick por supuesto para ir comenzando)




Y para jóvenes



Si me hubieran leído poemas 
desde niña...
nunca hubiera dejado de ser niña...

                              (Begoña Abad, en "Cómo aprender a volar". Papeles al Trasmoz.)

1. Lo que nace del silencio. Acerca de la  lectura de poesía con niños y jóvenes. María Cristina Ramos



martes, 18 de enero de 2022

Leyendo 2022: Mi hermana vive sobre la repisa de la chimenea

 Lecturas nuevas, en año nuevo.




Mi hermana vive sobre la repisa de la chimenea
Annabel Pitcher
Nuevos Tiempos Siruela
Pág. 232

Tropecé con este libro que había visto recomendado por Carola Martínez, lo cual suele ser una excelente carta de presentación. Fue en una recorrida por librerías de la Calle Corrientes, lo ví en la Librería Hernández (en dónde había ido a buscar otro libro amigo) y decidí traerlo.

Publicado en Nuevos Tiempos Siruela, una editorial de Madrid, con la traducción de Lola Diez.

La autora de nacionalidad inglesa, Annabel Pitcher,  me resultaba desconocida, leyendo me enteré de que  esta fue su primera novela. Es licenciada en Filología Inglesa por la Universidad de Oxford y autora también de "Nubes de Ketchup" y "El silencio es un pez de colores".

La historia realmente toca un tema que no aparece frecuentemente en este segmento de libros denominados para público infantil o juvenil.



"Mi hermana Rose vive sobre la repisa de la chimenea. Bueno, al menos parte de ella. Tres de sus dedos, su codo derecho y su rótula están enterrados en una tumba en Londres. Mamá  y papá tuvieron una discusión de las gordas cuando la policía encontró diez pedazos de su cuerpo. Mamá quería una tumba que pudiera visitar. Papá quería incinerarlos y esparcir las cenizas en el mar. en todo caso, eso es lo que ha contado Jasmine. Ella se acuerda de más cosas que yo. Yo sólo tenía cinco años cuando ocurrió aquello. Jasmine tenía diez. Era la gemela de Rose. Y para mamá y papá, lo sigue siendo. Años después del funeral, seguían vistiendo a Jas igual: vestidos de flores, chaquetitas, zapatos de esos planos de hebilla que a Rose le encantaban. Yo creo que fue por eso por lo que mamá se largó con el tipo del grupo de apoyo hace setenta y un días."

Así arranca esta novela. 

Una familia que perdió a su hija Rose en un atentado terrorista. Es James quien nos cuenta su terrible historia, lo que le ocurrió a su hermana (de la que él recuerda muy poco), y como transformó la vida de los cuatro miembros sobrevivientes.

Está muy bien lograda la voz de James, un niño de 10 años que siente que no encaja, que extraña a su mamá que los dejó, y que debe mudarse con su padre a un nuevo lugar y una nueva escuela. Es ahí que se hace amigo de Sunya, una chica que como él, no  encaja. Esto en contra de todos sus recelos porque Sunya es musulmana, y su padre le ha repetido que "los musulmanes mataron a tu hermana"  y no le permitiría de ninguna manera acercarse a ella. 

Toda la novela está atravesada por el tema de la discriminación, de los estereotipos, del duelo. En la historia, los adultos no son capaces de cumplir su rol, la tragedia a arrasado con sus vidas y no se han podido levantar, viven en el pasado, y se recriminan entren ellos. Los niños están solos, y cómo suele ocurrir, se encargan de continuar la vida.  

Jamie, con 10 años quisiera ser un superhéroe, para poder solucionar todo, y Jas su hermana de 15 (la gemela de Rose)  intenta forjarse una identidad asumiendo el rol de los adultos que faltan en ese hogar. Realmente golpea y angustia la soledad de esos niños. La madre lejos, el padre cerca, pero ausente.

"Cuando nos fuimos de Londres, papá se pasó como una hora intentando hacer pasar su armario por la puerta de dormitorio. Lo tumbó hacia un lado. Probó poniéndolo patas arriba. Lo volvió para un lado y para otro pero no hubo manera. Las palabras como Mamá y Affaire y Papá y Alcohol eran justo iguales que aquel armario...demasiado grandes para poder sacarlas. Hiciera yo lo que hiciera, no había manera de que me pasaran por entre los dientes."

Es una novela ágil, con diversos matices, y un toque necesario de humor para alivianar la trama.  La historia no te deja descansar y  te estruja el corazón hasta el final,  no hay un "happy end" sino , como en la vida misma, un posible final con matices de esperanza.

Ojalá que las  aulas haya historias como esta, no le pongamos la etiqueta de " difíciles", porque no creo que la muerte, el dolor, el terrorismo sean temas difíciles, son temas reales.

Lo que nos mueve de un libro no es lo que nos debe asustar, lo que realmente aterroriza es que en el mundo, estas cosas ocurren diario.

La verdad que la traducción aunque castiza no me hizo alejar del libro, y la edición de Siruela que me tocó me resultó agradable. Si buscan en internet hay otras tapas no se si de otras editoriales, esta me gusta porque devela muy poco de la historia (Doll House, una foto de Ghetti imagen, de @ghiotti). Cuando comencé la lectura me sorprendieron las guardas en negro, que dan apertura y cierre al libro. Las asocié a entrar y salir de la oscuridad que estos temas tabú suelen causarnos.

Las y los invito a atravesarlo.

lunes, 10 de enero de 2022

Recordando a María Elena Walsh : La poesía en la primera infancia

 Hoy es un aniversario de su partida. María Elena Walsh nació el 1/2 de 1930 y falleció un 10 de enero de 2011



Recuerdo que estaba de vacaciones en el Mar, que la noticia me llegó por la radio y que mi llanto en soledad tenía por motivo la confirmación de que ya nunca podría
conocerla en persona.

Esta es la segunda entrada que hago sobre MEW, en la primera compartí un texto de su autoría "Casada con los libros"



Esta imagen de MEW a los 17 cuando publicó Otoño Imperdonable, tomada por la fotógrafa Grete Stern que era vecina de Ramos Mejía siempre me enamora.

Quería en esta ocasión compartir con uds la charla "La poesía en la primera infancia" que pueden encontrar aquí

Esta invitación a participar en las Jornadas Pedagógicas de OMEP* puede resultar algo sorprendente. Por lo general, y para desgracia de todos, la pedagogía se ha mantenido divorciada de la poesía y no es habitual que un poeta sea invitado a deliberaciones como ésta. 

Me refiero en especial a alguien que, como yo, está desvinculada de toda actividad pedagógica y teme pronunciar simples opiniones que pudieran ser tomadas como dogmas o teorías. Me parece oportuno dejar sentado de entrada mi derecho a ser arbitraria y solicitar que esta informalísima charla no sirva para solucionar sino simplemente para plantear, compartiéndolos con ustedes, dudas, interrogantes y sospechas. 

Creo que todo cambio de ideas se presta a malentendidos si previamente no nos ponemos de acuerdo en un punto: qué tipos de seres humanos queremos formar a partir del Jardín de Infantes. Si valoramos la sensibilidad sobre la habilidad, si queremos formar seres lo menos maleables posible a las presiones de una sociedad enloquecida podemos empezar a hablar de poesía y Jardín de Infantes. 

La poesía está rodeada de algunos prejuicios. El niño se enfrenta con ellos -velada o directamente- ya desde el ámbito familiar. Poesía o versificación suelen considerarse una blandura, un afeminamiento, un arcaísmo. Los argentinos cultivamos el pudor de los sentimientos y el culto a la sensatez. Lógico es que ahuyentemos una forma de expresión que incluye el desenfreno de la fantasía y el desorden del afecto. Además de esa soterrada guerrilla familiar, hay otra guerra declarada contra la poesía y es la que libra denodadamente la escuela primaria, dedicando notables esfuerzos a destruir el instinto poético del niño. Al jardín de Infantes correspondería en primer término suplir la carencia sufrida en el hogar y prevenir la epidemia de sensato prosaísmo desatada en la escuela. 

El jardín recibe a los niños en la edad en que parecen más libres y dispuestos a aceptar y asimilar un sentimiento poético de la vida. Para no destruirlo, sería importante que el maestro desterrara de su mente el prejuicio de que la poesía es útil, aplicable o alusiva a temas escolares. La poesía no alude más que a sí misma, sopla donde quiere y es preferible que no forme parte del temario sino del recreo, que se integre más en el juego que en la instrucción. 

Existe otro factor muy importante: la convicción y el contenido afectivo con los que el maestro ofrezca la poesía a los niños. Justamente al estar desesperados los maestros por encontrar versos alusivos a temas dados, los transmiten y enseñan sin convicción. Descartan el gusto y el placer y los reemplazan por la obligatoriedad. 

Ustedes no desconocerán teorías de pediatras modernos que dan un enorme valor no ya al alimento que la madre proporciona al niño, sino al cómo se lo da. Creo que lo mismo sucede con un alimento puramente espiritual. La maestra tiene que estar convencida de que el "Arroz con leche", pongamos por caso, es una hermosa canción para transmitir. Si siente en cambio que tal versito es un bodrio pero alusivo a un tema establecido, va a transmitir su secreto disgusto al niño. 

Esto nos lleva a encarar otro problema: la formación literaria del maestro, que a su vez está desorientado por el mal gusto que puede haberle sido inculcado desde sus propios estudios primarios. El maestro, como todos, tiene que encontrar su camino, un poco a tientas, buscando materiales que le produzcan placer, comparándolos con las grandes obras, formando su pequeña porción de cultura desvinculada de utilitarismo didáctico. 

El maestro puede haber descuidado la formación de su propio gusto estético, no tener noción clara de los valores, cosa que no es pecado irreparable mientras se sientan realmente deseos de superarlo. No es fácil que el maestro tenga un concepto más o menos acertado de la verdad poética -y la limito aquí como es lógico a la poesía para niños-. 

Tendríamos que recapacitar un poco sobre el lugar que ocupa la poesía en nuestra sociedad. No volemos tan alto como para hablar de Poesía, refirámonos simplemente al juego de la versificación y la imaginación, ese que existe de manera tan espontánea en las comunidades campesinas de algunos países, por ejemplo. Entre nosotros, y en especial en las ciudades, la poesía está confinada, de manera inmediata y naturalmente tristísima, a ciertas formas de la propaganda. Pensemos que nuestros niños, desprovistos de abuelas tradicionales o nodrizas memoriosas, lo primero que oyen y aprenden son los jingles publicitarios. De lo que se deduce que una de las actuales nodrizas del niño es la televisión, y que de ella absorbe las más precarias formas de versificación, música y atropello de la sintaxis. Una seudopoesía destinada no a despertar sus sentimientos y su imaginación, sino a moldearlo como consumidor ciego de un orden social que hace y hará todo lo posible por estupidizarlo. 

Solicitado por los jingles o los malos versos didácticos, el niño no tiene más camino que el que le abran con segura mano sus maestras del jardín de Infantes. 

Me parece necesario insistir en que la función primordial de la poesía para los niños en edad preescolar es proporcionar placer, alegría, ser en definitiva una modesta forma de felicidad. Quizás los elementos humorísticos nos permitan competir con los grandes atractivos que ofrecen los medios masivos de difusión. ¿Cómo puede competir una humilde cancioncita contra los tremendos atractivos de Batman? Sólo lo cómico puede ser igualmente atrayente, o casi. Y es triste reconocer que lo cómico, lo humorístico, estaba hasta hace muy poco tiempo desterrado de nuestra enseñanza, como elemento al parecer "pecaminoso". 

Sin embargo, nada más "pecaminoso" que la tristeza, esa tristeza que hemos querido inculcarles a nuestros chicos a través de una vasta y mediocre producción poética llena de lúgubres resonancias. 

Otro problema que enfrentamos al referirnos a la poesía apta para niños es el de la claridad y la oscuridad. Estos valores son relativos y quizás no debemos juzgarlos como adultos. Creo que el niño ama especialmente lo que no entiende. Hace p oco que aprendió a hablar, y se supone que no sólo aprendió para expresar sentimientos y sobre todo necesidades, sino que también aprendió a hablar por hablar, a enamorarse muy temprano del simple sonido de las palabras y de sus posibilidades de juego. Es la misma edad de los pueblos primitivos, que usan la palabra con un sentido mágico o como conjuro. Seleccionar los versos en la medida en que sean absolutamente comprensibles es un acto insensato. La poesía primitiva -del niño o de los pueblos- está siempre llena de sonsonetes, de estribillos, de onomatopeyas y sonidos incomprensibles. 

Claro es que estos juegos verbales difícilmente pueden ser improvisados. Si no provienen del folklore o de un auténtico poeta pueden caer en la más obvia ñoñería. En el folklore, los juegos verbales han sido aprobados y decantados por la sabiduría de generaciones. Y un auténtico poeta puede recrearlos o inventar otros también, gracias a su prolongado uso del idioma. Creo que todos los sonsonetes tradicionales, el repertorio de refranes y cantilenas folklóricas siguen teniendo una vigencia y un sentido profundo que el jardín de Infantes debe preservar. 

Muchas veces me han formulado preguntas acerca del "disparate", como si el disparate fuera una novedad. El juego silábico sin sentido que en español llamamos jitanjáfora, es viejo de toda vejez. Las situaciones y personajes disparatados siempre existieron en la tradición de los pueblos. Claro que el disparate fabricado a la fuerza puede ser tan peligroso y descaminado como la poesía forzadamente didáctica. El llamado "disparate", cuando proviene del folklore o de un poeta, es un elemento de doble fondo; actúan sobre él, de manera casi mágica, influencias subconscientes que le dan una lógica implacable, como son implacables las leyes lógicas de la más disparatada imaginación infantil. 

Por estas razones es difícil pensar en una poesía absolutamente comprensible y aun calificarla para las distintas edades. Si indagamos en el sentido de los versos "arroz con leche, me quiero casar" veremos que están aparentemente desconectados de toda lógica. Sin embargo, es probable que sedimenten residuos de viejas tradiciones, de costumbres que desconocemos. Por ejemplo: la práctica de arrojar arroz sobre los recién casados. De todas maneras, es improbable que un niño de cuatro años se interrogue sobre el correcto significado de una canción cuyos elementos, por separado, le son familiares. 

Hasta ahora, toda auténtica poesía destinada a los niños es formalmente perfecta. Son perfectas las canciones folklóricas que hemos heredado, son perfectas las que crearon los poetas. En el Jardín de Infantes, sin embargo, se improvisa mucha poesía, defectuosa, asesina de la sintaxis, abarrotada de diminutivos y pobres rimas hechas de verbos en infinitivo. El poeta es el único capaz de versificar para los niños, y no por elegido sino por artesano. Supera al lego bien intencionado en la misma medida en que un ebanista supera a un lego en la confección de un mueble. Por eso insisto en que la poesía para Jardín de Infantes debe rescatarse del folklore o de la obra de los auténticos poetas, aun de fragmentos que no hayan sido creados especialmente para niños. 

La poesía destinada al niño en edad preescolar pertenece al reino de la imaginación y del juego más que al de la didáctica. Es evidente que el reino de la imaginación no tiene fronteras, que los personajes poéticos son naturales de cualquier país y por lo tanto muchas veces son importados. Pero creo que es importante acercar al niño a su realidad cotidiana e impregnarlo de conocimientos vinculados al acervo de su propio país. Esta puede ser base sólida sobre la cual inculcar sentimientos patrióticos y no patrioteros. Esto parece obvio y sin embargo no lo es. Solemos estar muy desvinculados de nosotros mismos. He visto cómo en el interior del país maestros sumamente equivocados querían sustraer al niño de las canciones y los giros idiomáticos regionales heredados y reemplazarlos por otros falsamente "culturales”. La poesía para niños es aparentemente escasa, pobre y poca entre nosotros, pero la maestra jardinera está en condiciones de incrementarla realizando su pequeña antología personal, hecha de fragmentos, de consultas a viejas recopilaciones, tratando siempre de preservar lo que pertenezca al repertorio folklórico. Creo que no debe esperar demasiado que le ofrezcan cosas hechas, manuales y tratados donde esté diagramado, teorizado y desarrollado el programa a seguir. Creo que es más importante lo que la maestra puede ofrecer de su propia cultura personal, de su búsqueda y elección. 

Nunca está de más recomendar la frecuentación de las recopilaciones realizadas por don Rafael Jijena Sánchez. Él acostumbra incluir en sus antologías fragmentos apropiados para niños de muy distinta edad. Sólo la maestra puede seleccionarlos según su criterio y su experiencia. 

Hace pocos instantes hablamos del poeta como artesano, y de la artesanía necesaria para crear la más sencilla coplita infantil. Supongo que ustedes se habrán preguntado por qué existen tan pocos poetas para niños. Y supongo también que esa pregunta tiene muchas respuestas. Yo solamente aventuraría algunas suposiciones. El escritor, que busca una comunicación con sus semejantes, en general no considera que el niño sea su semejante sino su inferior. Entre los literatos se suele considerar de manera un tanto despectiva la actividad de escribir "para niños". Entre otras cosas, los niños no fabrican prestigios literarios: no escriben crónicas en los diarios ni otorgan premios ni ofrecen becas. Fuera de estas razones tangenciales sin duda existen otras mucho más profundas. Si indagamos un poco en la vida de los más importantes escritores para niños, tenemos la impresión de que han pagado muy cara su vocación. En general han ofrecido una poesía brotada de la soledad y del dolor. Se han replegado en la búsqueda de la inocencia para conjurar una realidad amarga o sombría. 

Bastante conocido es el ejemplo de Andersen, el gran solitario. Preferiría comentarles muy epidérmicamente las vidas de los que considero los dos más grandes poetas para niños que hayan existido: Lewis Carroll y su contemporáneo y compatriota Edward Lear. Muchas cosas tenían en común estos dos ingleses. Una sobre todas: la de ser terrible, absoluta y espantosamente solterones. El caso de Lewis Carrol es por demás interesante y curioso. Podemos decir que es el poeta que realmente puso el mundo patas para arriba, el hombre que tuvo la imaginación más desenfrenada en el mundo de la literatura infantil. Todo este juego insensato se basaba, por contradicción, en el orden implacable de una mente dedicada a las matemáticas y la teología. En una mente ceñida a la mayor rigidez de la Inglaterra puritana. Y digo deliberadamente su mente, porque de sus sentimientos sabemos poco y nada. La poesía de Carroll es una sana explosión en un mundo de rígida y a veces cruel sensatez. Parecidas características tiene la poesía de Lear, su contemporáneo y quizás maestro, a pesar de que jamás hicieron mutua referencia de conocerse o estimarse. Ambos fueron sabios ladrones de la tradición, creo que es la máxima fuente de inspiración de todo el que escribe para niños. Carroll en especial utilizó, a menudo parafraseando con gran soma, las viejas Nursery Rhyines recreando a sus personajes. Su plural atención a la realidad lo llevaba incluso a deleit arse jugando con ocasionales expresiones de su época. A veces, un extraño apelativo, una oscura referencia en alguna de sus obras no es sino una marca de aceite o de brillantina victorianas. Estos dos ingleses son dos extraños ejemplares: quizás los únicos poetas excepcionalmente dotados que se dedicaron a escribir sólo para niños. Lo habitual es que un escritor sólo dedique sus ratos perdidos a este tipo de creación, o que no sea lo fundamental de su obra. Supongo que Carroll y Lear escribieron exclusivamente para niños porque obedecían a impulsos muy profundos. Y de esta profundidad surge su eterno valor. 

Entre los poetas contemporáneos es un deber citar a uno que escribió un maravilloso libro en medio de la tragedia. Uno de los más hermosos libros de poesía para niños que se hayan escrito nunca: 

Chantefables de Robert Desnos, poeta surrealista. En el París ocupado por los nazis, en medio de sus angustiosos trabajos en la Resistencia, en la clandestinidad y el miedo, pensó en los niños. Y en el libro que les dedicó se despidió de ellos y de la vida. Luego de jugar en un puñado de páginas con las flores y los animalitos de su tierra, Desnos fue arrestado y muerto en un campo de concentración. 

Una anécdota: tanto suele tenerse a menos el escribir para niños que cuando yo comenté el libro de Desnos ante un grupo de intelectuales franceses, se escandalizaron de oírme decir que era un libro para niños. Ellos, contradiciendo al autor, consideraban que era poesía a secas, poesía surrealista. 

Mucho más cerca de nosotros se dio el caso de otra poesía para niños brotada de la soledad, y curiosamente desacertada en cuanto a comunicación con sus destinatarios. Ella misma reconoce su torpeza, en el conmovedor epílogo de Ternura. No podemos poner en duda el profundo amor de Gabriela Mistral por los niños, un amor también de "solterona", de mujer profundamente maternal y a quien la vida le había negado hijos. A pesar de su amor y de su prolongado ejercicio de la docencia, escribe una poesía que es en apariencia para niños pero contaminada de prejuicios y preocupaciones sociales que la hacen prácticamente incomprensible para ellos. Gabriela Mistral realizó un intento de poesía para niños y si no lo consiguió, consiguió por lo menos despertar la conciencia de la gente que tiene en sus manos la responsabilidad de protegerlos y educarlos. 

Otro caso de soledad ahondada por la incomprensión del medio es el de nuestro querido José Sebastián Tallon. Tallon publicó su libro Las Torres de Nüremberg demasiado temprano, hace ya 40 años, cuando pocos se preocupaban no sólo de escribir sino de comprender una vocación poética dedicada a los niños. Tallon tuvo en vida poco reconocimiento a su labor. El consideraba que había obtenido un solo premio: el voto de Alfonsina Storni en un concurso y la declaración que ella hiciera posteriormente consagrándolo uno de los libros más hermosos de nuestra poesía. Sólo mucho después de su muerte se le reconoció el mérito enorme de haber abierto una brecha en la lengua española que hasta ese momento era singularmente pobre en materia de poesía infantil. Tallon se inspiró muy poco en nuestra tradición. Sin duda lo enriquecía mucho más su propia infancia con reminiscencias de la tradición inglesa. 

Esta tradición -la de las Nursery Rhynes- es la más rica y variada que conozcamos, de curiosa y fuerte vigencia a través de los siglos. Sólo en el siglo pasado empiezan a aparecer las primeras ediciones, porque hasta entonces se habían mantenido vivas por tradición oral. 

Hay un personaje -protagónico en la historia de la literatura para niños- que se ha encargado de transmitirlas: la niñera. En la Inglaterra puritana la niñera es un puente entre las distintas clases sociales: pone a niños de las clases cultas en contacto con los refranes, las historias y los mitos populares de la "clase baja" de la que ella procede. Por otra parte, en los medios rurales o en los hogares desposeídos, son las madres las que transmiten estas tradiciones a sus hijos. Ambas -madre o niñera- parecen haber enmudecido para siempre entre nosotros. Sólo la maestra jardinera puede seguir siendo puente entre la tradición y los niños. La tradición española -aunque de gracia chispeante en algunos fragmentos- tiene características sombrías, un eco casi constante de lobreguez. La muerte es tema protagónico de mucha poesía, de casi toda la destinada a "entretener" a los niños, como esa famosa canción "Ya se murió el burro"... que acunara a tantas generaciones de niños, y muchas otras que narran historias más o menos siniestras de fatal desenlace. Algo de eso, pero mucho más atenuado, sucede con la tradición francesa. Dramáticos episodios históricos son familiares a los niños a través de una poesía tradicional llena de gracia y encanto, más dulce y sutil que la española, de la que son paradigma la famosa canción de Mambrú o la bellísima del rey Renaud. 

¿Qué tradición tenemos en nuestro país? Casi carecemos de ella, como carecemos de una traducción de la palabra nursery. Quizás "guardería" sea la más apropiada, aunque la guardería está fuera del hogar y la nursery estaba dentro de él. Si no tenemos una tradición sólida en materia de poesía para niños es de suponer que carecemos de una continuidad de tradiciones hogareñas. El nuestro fue un país de hombres solos y nómades, donde -haciendo un poco de sociología silvestre- podemos suponer que las madres estaban solicitadas por costumbres ásperas, por una vida ajena al arrullo, una vida en la que el silencio y la enormidad de las distancias enmudecían y adormilaban a las memorias más despiertas. Es muy curioso comprobar cómo los inmigrantes trajeron a nuestro país el silencio: conocemos muy pocas personas que hayan sido acunadas por canciones italianas, francesas o españolas. Al llegar a América se interrumpen bruscamente las tradiciones europeas --quizás recordar duele demasiado}--- y no nos quedan sino algunos fragmentos que se han ido salvando a través del tiempo, gracias a la misteriosa persistencia de los niños, que parecen preferir siempre lo mismo. 

Querría subrayar estas impresiones con algunos recuerdos personales que las confirman. Yo heredé de mi padre el amor por la tradición inglesa. Él a su vez conservaba el hábito de hacer juegos de palabras y recitar las resabidas rimas. Y es bastante inexplicable que de mi madre -hija de andaluza- no haya heredado más que silencio: jamás le oí repetir verso o canción alguna. Al parecer, hasta una abuela andaluza puede enmudecer en esta larga y desolada América, que invita a añorar en silencio. Alfonsina Storni procura dilucidar este silencio de las mujeres en muchos de sus versos: "Dicen que silenciosas las mujeres han sido en mi casa materna..." 

Poesía no es sólo transmisión o memorización de versos. Es por sobre todo una actitud frente a la vida, una forma de sensibilidad. Naturalmente, los espectáculos visuales también pueden conformar o deformar en el niño un sentimiento poético de la vida. Yo alcancé a conocer una época en que el cine tenía valores poéticos no reñidos con el humorismo. Y tenía, por sobre todas las cosas, un valor que ahora consideramos peyorativamente: el de ser un cine "familiar", a compartir por toda la familia. Hemos descubierto con los años que ese cine "familiar" y aparentemente banal fue un cine eterno y de valores estéticos que poco se superaron. El cine de Laurel y Hardy, de Harold Lloyd, de Eddie Cantory sobre todo de ese gran poeta que es el señor Carlitos Chaplin. Si comparamos estos espectáculos con los que se ofrecen actualmente, nos damos cuenta de que hemos progresado poco, que es muy esporádico lo que la industria ofrece al niño, sobre todo al niño nos desvinculado de su familia. La industria ejerce todo su poder para transformar al niño en consumidor ciego, pero poco le ofrece en cambio para enriquecerlo o despertar su imaginación y sus sentimientos. Creo que nos corresponde la obligación de saber discernir entre los dispares valores que se le ofrecen al niño. Por ejemplo, discernir entre dos creadores que aparentemente se confunden pero son antagónicos, como Walt Disney y Charles Chaplin... Todo lo que Chaplin realizó de poético, hermoso y humano en el cine, fue a lo largo del tiempo desvirtuado por la industria de Disney, que si al principio crecí personajes llenos de ternura, se transformó más tarde en una poderosa fábrica de violencia y cursilería. A partir de él el espectáculo para niños adquirió un ritmo desenfrenado, un hábito de la velocidad mental que aniquila toda posibilidad de contemplación, un ritmo de violencia inusitado, la familiaridad con métodos de crueldad que querían ser disimulados como juego. Estos dos ejemplos en materia de espectáculo -ambos importados- pueden ser tema de meditación: las imposiciones de un mercado poderoso sobre el alma de nuestros niños. Carecemos de espectáculos, no ya para niños sino aptos para el desarrollo moral y mental de la familia. 

En Europa redescubrí otra forma de espectáculo, que hace años existió también en Buenos Aires: el teatro de variedades, donde se reúnen la música, la comicidad y el circo para diversión de toda la familia y no como burdo ejercicio de la pornografía tal como existe actualmente entre nosotros. 

Querría terminar esta conversación -deshilvanada por cierto-comentando el significado del acto de escribir para los niños. Significa en definitiva reconstruir, recoger piezas dispersas de un gran rompe cabezas. Reconstruir o reinventar una tradición rota o fragmentada. Reconstruir datos dispersos de la propia infancia. Reconstruir la infancia de los niños actuales, amenazados en su inocencia por toda una sociedad insensible. Reconstruir de alguna manera la relación a menudo defectuosa entre padres e hijos: un verso, una canción pueden ser lazos de reunión. La poesía es en definitiva reconstrucción y reconciliación, es el elemento más importante que tenemos para no hacer de nuestros niños ni robots ni muñecos conformistas, sino para ayudarlos a ser lo que deben ser: auténticos seres humanos. 


Charla ofrecida en el Congreso de OMEP de 1964 * Organización Mundial de Enseñanza Preescolar

Les dejo unas imágenes de Zoo Loco, uno de mis libros favoritos de poesía para las infancias. 

Ilustrado por Pedro Vilar
Sudamericana


Ilustrado por Perica 
Alfaguara







sábado, 8 de enero de 2022

Los libros que me encontraron en 2021. Parte II (Álbum e Ilustrados)

Continúo la entrada que comencé esta semana y que pueden ver aquí.

Libros álbum, ilustrados, no necesariamente libros infantiles. (Sabemos que no es exactamente lo mismo, porque estos libros pueden leer a cualquier edad). 

Decidí ponerlos aparte porque son muchos. Cada año intento encontrarme con nuevos libros, que me acompañan a los talleres en la escuela, que comparto en las actividades de promoción lectora, o que simplemente escojo para mí.

Incluyo los libros que me fui encontrando este 2021, lo cual no quiere decir que se hayan publicado en este tiempo. Algunos sí, pero otros me llegaron casualmente o no (hay algunos que vengo buscando hace tiempo) y quiero dar cuenta de ello. En una mirada absolutamente personal y subjetiva (¡claro!).

Siempre resulta difícil elegir (y también es absolutamente subjetivo) en esta ocasión decidí escogerlos porque algo de ellos me iluminó, o me pareció luminoso.


No pude quedarme con 10 así que serán 12.

Hay un poco de todo. Poesía, narrativa, informativos. 

Como he visto que mucha gente que llega al blog por ahí, no tiene experiencia con libros álbum e ilustrados, me pareció conveniente agregar una aclaración. ¿Cuál es la diferencia? Los llamados libros álbum podría decir que para mí, son aquellos en que tanto la ilustración como el texto son necesarios para entender la historia, es una coautoría entre escritor/a e ilustrador/a y si los leemos por separado no sería el mismo libro (por ejemplo en Los días felices). En algunos casos no es necesario un texto, por lo que solo leemos las ilustraciones (un ejemplo La piscina). Otros son libros ilustrados, en general el texto lleva la voz cantante y la ilustración acompaña. Podríamos prescindir de ella sin que la obra cambie su sentido. (Un ejemplo de esto es Devoradores de cadáveres.)



  • Los días felices. Un libro de Bernat Cormand, un autor recientemente fallecido. Como me dijeron mis estudiantes de secundaria que lo leyeron, es un libro que habla del amor, de la amistad , de la complicidad y la conexión. Una conexión entre dos niños que conmueve, con un texto sencillo y una ilustración en lápiz, sutil y con colores pastel que recrea el tono intimista de la historia. Publicado por Tragaluz Editores, de Colombia. Como les decía lo leí con adolescentes, podría leerse con niños, así que lo recomiendo para cualquiera que quiera ver, más allá.

 

  • Todos sus patitos. Julia Friese en la ilustración y Christian Duda en los textos, (Lóguez) Konrad es un zorro que encuentra un polluelo de pato al que llama Lorenz,  entre ellos se entabla una relación más allá de las convenciones. En el bosque, viven en armonía, como una familia, que se multiplica. Me parece valioso en que la historia termina cuando el zorro muere, no en cualquier libro se animan a decir adiós a uno de sus personajes. Esto lo hace especial y profundo en mi modo de ver , y por eso es un libro que busqué mucho tiempo hasta poder quedármelo. 
  • "Así termina la historia de Konrad, el zorro, su familia se quedó en el bosque muy cerca de él".

     Que los protagonistas se llamen Konrad y Lorenz, es un guiño enorme para mí que amé a Konrad Lorenz, quien fue el primer etólogo o estudioso del comportamiento animal, quien adoptó a numerosos patos, que hicieron de él su familia (y también lo compré porque me gustan los libros con patitos, qué tanto...). Lo conseguí con mi librera más querida Julia, la fabulosa maga de Musaraña.


  • Mi mamá es un pañuelo
    es una preciosa y especialísima obra que nació de Portaculturas una editorial cordobesa, en 2021. A partir de un poema de Gabriela Larralde, Yael Frankel hace su magia con las formas y los colores. Ambas dieron luz a un libro-objeto para leer y disfrutar.



    "Mi mamá es un pañuelo de tela
    con pequeños círculos
    que llevo en la mochila
    para las lágrimas y resfríos..."


  • La piscina De Ji Hyeon Lee, publicado por Barbara Fiore Editora y coeditado en argentina por Calibroscopio. Un libro que habla solo a través de las imágenes por lo que puede ser leído a cualquier edad. Como dice su título ocurre en una piscina dónde dos se encuentran y la magia que ocurre. Al sumergirse descubren un mundo sorprendente que pueden explorar, juntos. 


  • El alumno nuevo. Un libro que me sorprendió y me conquistó a la primera lectura. Este sí se publicó este 2021. Con textos de Pablo de Santis, e ilustraciones de Cristian Turdera. (Calibroscopio, editorial argentina que recomiendo seguir) Una historia de clases. Un alumno nuevo llega a la escuela, y parece inmaculado y perfecto. Como si no fuera humano. Ema está sorprendida, y un poco enamorada, como las otras chicas del grado, hasta que descubre su secreto. Un secreto que explica por qué sigue viniendo a aprender, a pesar de que ya parece saberlo todo, por años y años:
  • "Le había llevado años, pero el alumno nuevo ya sabía equivocarse."

    Las ilustraciones hacen crecer la historia. Estoy segura de que les encantará buscar los detalles que nos agrega Cristian y seguir conociendo al alumno nuevo. 

  • El pájaro cucurucho
Un rescate maravilloso de Niño Editor, otra editorial argentina que hay que seguir. Es un poemario de Arnold Lobel. Divertidísimo y juguetón, traducido por la querida Laura Wittner.

Vainilla con chocolate.
granizado de frambuesa
el Pájaro Cucurucho
será siempre una sorpresa.

Como este encontrarán otros poemas en dónde los animales se transforman en objetos, o los objetos se transforman en animales.

Retratos animales (Libros del Zorro Rojo) es un libro informativo. El fotógrafo barcelonés Yago Partal comenzó a desarrollar este proyecto en 2013. El proyecto formó parte de una campaña de marketing que al humanizar a los animales, intentaba capturar la atención e informar sobre su estado de conservación. Un modo de conocer nuevas especies y contribuir a su cuidado en un  mundo en donde la biodiversidad está en continua amenaza. Doblemente disfrutable desde las imágenes para quienes son muy pequeños, y desde la información para los lectores y lectoras curiosos. (De pocos a muchos años porque yo lo llevé también al aula con mis adolescentes, y fue muy requerido)

  •  Hablo como el río
    (Libros del Zorro Rojo) Un libro que me cautivó. Un tema como dificultad de un niño con las palabras contado poéticamente. A partir de su experiencia personal Jordan Scott, junto con Sydney Smith, cuenta una historia. Lo conocí por mis amigas españolas que me lo recomendaron así que cuando lo ví en la feria de editores me lo traje, y ansío la hora de poder compartirlo con mis estudiantes secundarios. Es un libro álbum que puede leerse desde pequeños hasta adultos, con diferentes lecturas y capas que seguro disfrutarán. 


  • Coplas de mujer pájaro, un libro arte/objeto. Artesanal y realizado por Josefina Calvo artista cordobesa. Que llegó a mis manos directamente de la autora. Son coplas que tienen toda la sonoridad de los decires de la gente del interior del país. Con esa cadencia, y poesía que le es propia. Y la ilustración tiene también formas de la tierra, (hay sellos de hojas de árboles autóctonos, impresiones de ramas, que dan marco a los animales y plantas que caminan por sus páginas. Jose en el final de sus libros nos cuenta como se crearon. Para que nos asomemos del otro lado y seamos un poco creadores también. 
  • (no es quizás un libro para las infancias, pero si para los adolescentes o adultos que quieran encontrar su voz) 
Dicen que dicen que en este valle
habitaban las mujeres pájaros
Estas mujeres se untaban el cuerpo
con las cenizas de un árbol, el lebil,
y volaban por las noches.
Dicen que dicen que eran malas.
Pero así siempre dicen
de las mujeres que vuelan.
  • Los devoradores de mentes David Blanco Laserna y Celsius Pictor. (Thule)
Un libro informativo que tiene un costado truculento, pero que a su vez nos cuenta la realidad. Son historias reales sobre parásitos, un tema que en Ecología siempre tratamos, así que este año decidí conseguir el libro para leerles a mis estudiantes algunas de sus historias. Quedaron impactados. Y pedían más. Por ejemplo, la historia de un gusano que se reproduce dentro de un ave, pero ¿cómo llega ese gusano terrestre, hasta las alturas dónde habita su maravillosa casa?. Primero conquista a un caracol, se monta un espectáculo en sus antenas, que se vuelven brillantes y fluorescentes, lo cuál lo hace atractivo para las aves que caen bajo sus encantos y lo devoran. Sin saber que el maldito gusano solo los está atrayendo para continuar su especie. (Los devoradores de ojos se llama ese capítulo, suelten el título en el aire y dejen que los lectores caigan subyugados, después enseñen biología, como hago yo).Son 19 historias. Cortas. Con ilustraciones realistas pero con una paleta con toques fluo.

  • Abecedario un libro multipremiado de Ruth Kaufman y Raquel Franco, ilustrado por Diego Bianki. (Pequeño editor, otra editorial argentina que siempre sorprende). 
  • Un abecedario de verbos, que invita a jugar con las palabras. Para lxs pequeñxs de la casa, y también para quienes siguen amando jugar con las palabras. La mayoría de las letras se identifican con verbos, Dar, Jugar, Soñar, que nos permiten imaginar distintas situaciones, y las que no son verbos, como Web, o Ñandú, también invitan a salirse de lo común y asomarse de otro modo a lo cotidiano.

¡Oh, los colores! Poemas de Jorge Luján ilustrados por Piet Grobler. (Ed Comunicarte).

El color rosa,
lo mismo que las rosas,
perfuma 
hasta las más pequeñas cosas.
...........

El azul
está todo arriba,
salvo en unas flores
y en los ojos de María. 

 Pequeños poemas, ilustrados con una paleta suave, y en donde el blanco de la página hace de cuenta que es un color más. Jorge es un poeta argentino, ciudadano del mundo, que se sale de los encasillamientos (es también músico, maestro, arquitecto, y cantautor). Solo él fue capaz de escribir sobre los colores sin caer en repeticiones. Las ilustraciones de Piet, son bellísimas y están para seguir el juego que proponen los versos. Esta editorial cordobesa publica mucha poesía (hay varios libros más de Jorge que hubiera querido incluir porque me llegaron este año) y esta colección se llama "Los imprescindibles" porque rescata autores que lo son. 

El libro lo conseguí por mi amiga Cati, que se encarga de la distribución de Comunicarte en Bs As (a veces las editoriales del interior necesitan quien las acerque a nuestras manos).


Si quieren saber más de alguno, pueden preguntarme o ir a mi IG en dónde tengo videos y reseñas más largas.

Espero que esta lista les sea de utilidad, para seguir interesándose en la búsqueda del libro que les hable.

(en el detrás de escena de esta entrada, hubo varios libros que llegaron tarde, o se quedaron fuera por razones de espacio que no hacen mella en su calidad, se los dejo por acá, y de algunos hablaré en entradas específicas relacionadas con mi hacer en el aula)

  • El encargo de Claudia Rueda (Océano Travesía)
  • El gato que buscaba un nombre Fumiko Takeshita y Naoko Machida (Akal Editorial)
  • 100 Abrazos . Chris Riddel (Edelvives)
  • Niño huevo perro hueso Ellen Duthie & Daniela Martagón (Océano Travesía)
  • Mi árbol de los secretos. Olivier Ka y Martine Perrin . Kókinos


miércoles, 5 de enero de 2022

Los libros que me encontraron en 2021. Parte I

 Vuelvo al blog para contarles que leí este año, no todo, pero compartirles algunas lecturas que hicieron lugar en mí. 

Para que también encuentren sus propias lecturas.

Anteriormente lo hacía cada año, pero el año pasado pandemia mediante, no ocurrió Les dejo el de 2019 y en la misma entrada los anteriores.

En uno de los últimos libros que leí  "Mendel el de los libros" de Stephan Zweig dice:

"...los libros solo se escriben para, por encima del propio aliento, unir a los seres humanos, y así defendernos frente al inexorable reverso de toda existencia: la fugacidad y el olvido"

Creo que los libros me unen a mucha gente, y es por eso que esta lista también cuenta de aquella gente a la que me unieron los libros que leí. 

A fin de año disfruto de volver atrás y contar. Contarme que leí. En realidad, siempre digo que soy una lectora promiscua. Engaño a mis lecturas con otras lecturas, las pierdo y las reencuentro quizás muchos meses después, y soy desordenada. No anoto. Voy sacando fotos, y compartiendo en mi IG @patoleyendoelmundo y al final del año lo paso a un cuaderno.

Sé que muchos dicen que no es la cantidad, sino la calidad, pero soy de Exactas, debemos hacer números, los números son importantes para mí.

Aproximadamente leí un total de 200 libros. Una cuarta parte será de poesía, muchos son ensayos, pocos libros de cuentos este año, novelas variadas.  Del total 125 son de ficción, no ficción, poesía, literatura científica, novela gráfica que incluiré en un misma entrada, y el resto son los libros álbum, ilustrados, y libros objetos, que no he terminado de contar e irán en otra entrada (espero)


.
Acá pueden ver cuando intentaba apilar algunos en desordenado montón (después desistí, no están todos, algunos son digitales, otros los regalé, otros se ocultan de las fotos detrás de sus hermanos en mis múltiples bibliotecas y muchos fueron préstamos)




Siempre pienso que leí menos, sin embargo me sorprendo de lo que llegué a completar (porque otras pilas iguales incluyen lo que aún no terminé).

Incluimos:

- Libros de ficción (novelas y cuentos)

- Libros de poesía (creo que un género que viene ganando espacio en mis bibliotecas año a año). Este año fue poético.

"Una poesía es como un caracol en la pared, que sube o desciende lentamente, y que crea un rastro de sonidos apenas audibles en una travesía desapareja y desatenta, una poesía que, en vez de gritar,  nos recuerda aquello que nunca deberíamos haber perdido de vista, la infancia de la atención, del cuerpo, del tiempo, del lenguaje." Carlos Skliar en "La inútil lectura". Waldhuter

 - Literatura científica (que me encanta leer y que debo leer por mi trabajo como docente de biología). Este año también hubo una intensa lectura de ella.

- Ensayos (crónicas, textos sobre lectura, literatura, mediación, y variados temas)

- Biografía (amo las biografías)

- Literatura para las infancias y adolescencias (como mediadora debo leer para niñxs y jóvenes, trabajo con jóvenes, así que necesariamente leo para compartir con ellxs)

- Libros sobre educación (este año no leí tanto como otros o no los llegué a terminar, espero dedicarme en las vacaciones). Son uno de mis placeres, soy docente hace 30 años, sin haber estudiado, así que mi formación viene de los libros.

- Novelas gráficas e historietas (intento aprender los últimos años, me dejo recomendar)

Este año reconozco que no leí teatro, empecé pero no terminé ninguna de las obras, me distraje, no persistí, tuve que devolverlas, no busqué lo suficiente. Me gusta el teatro, así que este año me pondré con ello.

Aclaro que no leí libros extensos, creo que lo máximo será alguno de 350 páginas, es por eso que puedo leer tanto. Durante el año me resulta difícil avanzar con libros largos, difícil de cargar en mi mochila, y además difíciles de terminar, porque mi atención y mi tiempo son limitados

Para seleccionar algunos tuve que escribir y re-escribir muchas veces. Seleccionar implica re-leer, y además escoger algún criterio. Como había muchos y quería quedarme con todos, el criterio de selección fue escoger géneros distintos. Variedad. Así que acá se los comparto y agregaré de paso algunos más, que no pudieron aparecer en la foto.

Estos libros me llegaron en enero. Los escojo porque volví todo el año a ellos, porque fueron un descubrimiento, porque le dieron un tono a mi año que hubiera sido posible sin ellos.

  • El hada que no invitaron, un poemario de Estela Figueroa (Ed Bajo la Luna) a quien conocí gracias a Selva Almada, y su librería Salvaje Federal. Una poeta argentina impresionante. (amo contarles como me llegan los libros, sepan disculpar). No solo me contó del libro, sino que Selva entrevistó a Estela a quien fui conociendo a lo largo de meses, y cuya vida me resultó fascinante. Fue terriblemente difícil escoger solo uno de poesía, me quedaría también con Voces de Antonio Porchia que conocí este año gracias a Jorge Luján, Cesto de trenzas de Natalia Litvinova (la Bella Varsovia), que conocí en mis exploraciones en internet, y Detrás de mí marchan millones, la poesía reunida de Anna Ajmátova (Llantén editorial), traducido por la misma Natalia. También entre mis favoritos, Rosa de Roberta Iannamico (Ed Gog&Magog) que recomiendo muchísimo, y La novia de Sandro de Camila Sosa Villada (Tusquet)
  • Por favor, sea breve es una compilación de Clara Obligado de Microrrelatos (Páginas de Espuma). Género que me puse a explorar este año. El encuentro fue en vacaciones gracias a Lorena, quien me alquiló una casa con biblioteca (detalle no menor) en el Tigre. Ahí fue que volví a enamorarme del género y durante todo el año me dediqué a postear microrrelatos en mi IG. Otros libros de microficción que recomiendo son los de Eduardo Abel Gimenez como por ejemplo Sorpresa y otros 99 cuentos , y los que publicó con la editorial Dábale Arroz en distintos formatos (mi frasco de microrrelatos es una belleza), también Casa de Geishas de Ana María Shua, y uno nuevo que me llegó este año  Aparecen por las noches de Nelvy Bustamante  

Dos muy distintos entre sí:

  • Las primas (Tusquet) Una novela de Aurora Venturini a quien descubrí este año. Hubo otras novelas que podría recomendarles, (Los llanos, de Federico Falco, Kriptonita de Leo Oyola y Panza de Burro de Andrea Abreu, Una muchacha tan bella de Julián López estuvieron ahí de llegar) pero la personalidad de Aurora al escribir me conquistaron. Cuenta lo más terrible con humor.
  • Amor y juego.Fundamentos de lo Humano (JPC Saéz Editor) de Humberto Maturana, y Gerda Verder- Zöller lo escojo porque me abrió la cabeza a la enseñanza y a mirar el mundo de otro modo. Habla de que el amor nos hace humanos, y que la civilización se inició en la conversación. De la necesidad de los bebés de establecer conversaciones, con sus progenitores, del lenguajarear (establecer las conversaciones que hacen al lenguaje) y el emocionar indispensables para un buen desarrollo. Términos que descubrí este año de la mano de María Emilia López que me presentó a este autor, biólogo como yo. Lo conseguí por Mercado Libre.

  • La memoria secreta de las hojas (Paidós) de Hope Jahren. Me llegó de la mano de Sonia Hermida,  a quien no conozco en persona y que vive en la Coruña, su IG es: @omundoaoreves. Estaba leyendo  a Stéfano Mancuso (El increíble viaje de la plantas me conquistó, también El futuro es vegetal, obras que recomiendo) y ella me instó a leer este libro Imposible de conseguir en Argentina así que lo encargué en bookdepository. Un descubrimiento y un placer inmenso. A mí que soy "bióloga de animales" el descubrir las posibilidades de las plantas en los últimos años me cambió la forma de mirar el mundo (Mancuso habla de comportamiento y aprendizaje en plantas, justo lo que investigué pero en animales), pero además Hope escribe de un modo poético un libro informativo, y autobiográfico. En este cuenta el devenir de su trayectoria científica y de su vida. Lo llevé al aula, lo compartí con alumnxs cuando hablábamos de la fotosíntesis y de las importancia de las plantas, y hasta la profe de matemática se conmovió al escucharlo.
  • Un monstruo viene a verme de Patrick Ness (colección Nube de Tinta, Penguin Random House) es una novela juvenil que me sorprendió (reconozco que no había visto la película). Trata un tema muy terrible como la enfermedad de un familiar, de un modo muy poético, muy bien tramado. Terminé conmovida. (otras novelas que me conmovieron fueron Las ventajas de ser invisible Stephen Chobski No comas renacuajos Francisco Montaña Ibañez, Sin noticias de Gurb, un libro hilarante del español Eduardo Mendoza, Y por eso rompimos  del autor Daniel Handler y Bajo el Cielo del Sur del argentino Antonio Santa Ana). El libro de Patrick Ness, llegó a mí por una donación a Libros en el Barrio (proyecto de promoción de la lectura que realizamos en el Barrio Mitre), lo leí antes de regalárselo a una adolescente muy lectora que sí había visto la película y que lo recibió entusiasmada.
  • Aunque sigo a varios boostagrammer y hasta formo parte de Club Carbono (un club de lectura donde justamente conocí este año el libro Panza de Burro que mencioné antes) no me atrapan las modas de lectura y no me resulta fácil comprarme todos los libros que salen. Estoy un poco fuera a veces porque mis lecturas siguen sus propios caminos. Sin embargo a veces me dejo tentar:
  • Teoría de la gravedad, (Libros del Asteroide) me llegó porque lo ví en muchas cuentas, entre ellas Agustina de @pasemospagina lo recomendó y además grabó en su podcast una parte (pueden oirlo en Spotify). Son crónicas de lo cotidiano, contadas de un modo sublime, con sencillez y poesía, y que te abren a otras muchas historias. Leila fue mi descubrimiento de este año y sigo leyendo de ella (ahora estoy con Zona de obras que será favorito 2022 quizás). 
Hubo varios libros de ensayos o crónicas que quisiera compartirles pero me tuve que limitar a uno,  también Extraño oficio de la Tere Andruetto,  terminó todo marcado, El viaje inútil de Camila Sosa Villada vivo recomendándolo,  Todo en su sitio, es un libro póstumo de mi querido Oliver Sacks que reúne pequeños ensayos de temas variados algunos de ciencia y otros no, (en uno de ellos habla de su experiencia con la lectura) y por supuesto El idioma materno de Fabio Morábito, que ya lo reseñé.
  • Ni puedo ni quiero de Lydia Davis fue otro descubrimiento de una autora que no conocía. Amé este libro que reúne crónicas, y microficciones. Con un tono autobiográfico y con muchísimo humor. Algo  inesperado que me resultó delicioso (publicado por Eterna Cadencia). Este libro  fue producto de  un encuentro casual en una aplicación de lectura por streaming que aproveché este año @leamos, coincidió con la presentación de Lydia en el FILBA y mis ganas de saber un poco más de ella.


Volvemos al tema de la Bibliodiversidad, así que reúno una novela gráfica y un libro que podría ser considerado infantil pero que recomiendo leer a cualquier edad.


  • Poncho fue (Hotel de las ideas) de Sole Otero, es una novela gráfica que me había llegado recomendado por varios amigos. Me la terminó de vender Marcelo en Fábrica de Historietas, una librería especializada en historietas a la que voy al menos una vez al año por una provisión de ellas. Sole cuenta una historia personal de relaciones de pareja, muy cruda y cercana para mí. Fue muy fuerte leerla, y creo que lo hizo posible porque la ilustración nos da respiro, y permite que la historia nos sea accesible. 
  • Otras historietas, que me gustaron fueron El dormilón, La cazadora de libros, El útimo recreo, El golpe de la cucaracha. ¿Qué querés ser cuando seas grande?. Son todas distintas por lo que no me resulta fácil escoger.
  • Eleodoro (Paula Bombara) no lo conocía y me sorprendió por la historia, por la ternura de los personajes, por la profundidad, y como siempre por la escritura poética de Paula. Es un libro para lectores que se inician, en la Serie Roja de Norma. Otros que podría recomendar sería Medias Dulces de Ivar Da Col, y Prohibido el elefante y Sapo en la ciudad de Gustavo Roldán (y varios más)

Si buscan más libros, o más información pueden ir a mi Instagram donde guardo las reseñas.

No intenta ser un mapa, apenas una serie de pistas para que les oriente en su propio recorrido.

También para que sigamos hablando de ellos, porque "Hablar de los textos es volver a leerlos" como dice Cecilia Bajour en "Oir entre líneas. El valor de las prácticas de lectura" Ediciones del Hacedor.

Hasta la próxima