imagen: Télam
Entre algunas posibilidades que me da el espacio del blog, es conocer a nuevas artistas, y mujeres que han abierto camino. A medida que voy conociéndolas, me gusta compartirlo, en esta sección "Leyendo mujeres".
Había escuchado hablar por primera vez de esta artista una vez cuando vino a Bs As su muestra para ser presentada en el MALBA, a la que no pude asistir, pero no había leído acerca de ella.
Había escuchado hablar por primera vez de esta artista una vez cuando vino a Bs As su muestra para ser presentada en el MALBA, a la que no pude asistir, pero no había leído acerca de ella.
Al empezar a explorar su vida me pareció asombrosa.
Una persona que transformó su "anormalidad" en su normalidad, en su arte, en parte ineludible de su valor para que los demás disfrutaran su mundo.
Me resulta fascinante, como en otros casos, que su enfermedad mental, es lo que la hace seguramente tan especial. Como dicen en el documental, termina siendo tan cuerda en su locura.
Actualmente por lo que he leído (y desde hace décadas) habita un hospital psiquiátrico y sale unas horas al día para ir al estudio y trabajar.
Me atrapa esa vibración del color, esas formas redondeadas, esa intervención en lo cotidiano. Esos puntos que avanzan y lo conquistan todo, por lo que he entendido tienen que ver con que en su vida cotidiana se le aparecían, por lo que los utilizó como parte de su arte, y cambio la percepción que tenían los otros de su mundo, para de algún modo adaptarlo al que ella veía.
Nació en Japón y lo que se esperaba de ella, era que fuera una buena esposa, no una genial artista.
Ese quiebre con lo que se esperaba de ella, y lo que se espera en general de las mujeres en esa cultura, la muestra como una valiente. Lo que la llevó a Nueva York fue su decisión de hacer arte, pero también volvió a su lugar natal Japón y decidió comenzar nuevamente.
La artista de 91 años, reconocida por su obsesión por los lunares de colores y las calabazas gigantes, compartió sus palabras a través de la página web de la galería Victoria Miró, en este momento de pandemia.
“Hoy, con el mundo enfrentado al Covid-19, siento la necesidad de dirigirme a él con este mensaje”, dice la artista cuyas exposiciones para el 2020 -en el Museo Hirshhorn de Washington D.C. y en el Jardín Botánico de Nueva York- debieron ser suspendidas.
Este es el poema que publicó en sus redes:
Aunque resplandece fuera de alcance, sigo rezando para que la esperanza brille
Su brillo ilumina nuestro camino
Este tan esperado gran resplandor cósmico
Ahora que nos encontramos en el lado oscuro del mundo
Los dioses estarán allí para fortalecer la esperanza que hemos extendido por todo el universo
Para los que se quedan atrás, la historia de cada persona y la de sus seres queridos
Es hora de buscar un himno de amor para nuestras almas
En medio de esta amenaza histórica, un breve estallido de luz apunta al futuro
Cantemos alegremente esta canción de un futuro espléndido
Vamos
Abrazados con profundo amor y los esfuerzos de personas de todo el mundo
Ahora es el momento de superar, de traer la paz
Nos reunimos por amor y espero cumplir ese deseo
Ha llegado el momento de luchar y superar nuestra infelicidad
Al COVID-19 que se interpone en nuestro camino
Le digo que desaparezca de esta tierra
Lucharemos
Lucharemos contra este terrible monstruo
Ahora es el momento de que la gente de todo el mundo se ponga de pie
Mi profunda gratitud a todos los que ya están luchando.
Yayoi Kusama
Más información de la autora aquí:
http://www.alejandradeargos.com/…/41530-yayoi-kusama-biogra…
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