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sábado, 29 de diciembre de 2018

Festejando el cuarto aniversario de "Picnic de Palabras Florida"


Esta semana, mientras nos acercamos al "Cumple Picnic" que festejamos con amigos el Domingo 23 de Diciembre, se me ocurrió que tenía que volver a hablar en el blog de esta actividad que nos reúne una vez al mes en la plaza del barrio. 

Hay dos entradas en donde ya lo mencionamos, contándoles "los libros favoritos", y mostrando algunas fotos, pueden encontrar esa selección aquí y aquí

Para los que no saben de que se trata, les cuento que "Picnic de Palabras", es una iniciativa que comenzó en una plaza de Bogotá, Colombia, en 2012. Pueden ver y escuchar a Marcela Escovar aquí, contando de esos inicios. 

En 2013 arribó al barrio de San Cristóbal (en la Ciudad de Buenos Aires) de la mano de Selva Bianchi,  y por esas casualidades, en Diciembre de 2014 comenzamos a replicarlo en nuestro barrio, Florida. 

En Argentina existen al menos 5 plazas en donde ser realiza, una vez al mes, esta actividad. En lugares cercanos como Otamendi (Pcia de Buenos Aires), más lejanos como San Luis (Pcia de San Luis), o a más de 2800 km, en la distante ciudad de Río Grande, en la Provincia de Tierra del Fuego  (el lugar más austral de nuestro país) 

En 2018 la actividad fue reconocida con el Premio Pregonero Especial, por la Fundación El Libro.  

Actualmente la comunidad de "Picnic de Palabras", reúne voluntarios de Ecuador, Perú, México, Uruguay, Chile, Brasil, entre otros países de Latinoamérica 

Una vez al mes, (en nuestro caso un domingo por la tarde), aprontamos manteles y libros en nuestras valijas, e iniciamos una caminata de pocas cuadras, hasta la plaza. 

En general, me ayudan a cargar las valijas mis hijos (cuando pueden, dado que también han ido creciendo, y a veces tienen sus propios compromisos...)


Al llegar extendemos los manteles, acomodamos los libros (libros ilustrados, libros álbum) y los ofrecemos como un banquete dispuesto a despertar los sentidos. 


El objetivo de esta iniciativa es promover la lectura de libros en familia. Favoreciendo ese encuentro con la cultura  en un espacio público. 



Una biblioteca abierta, bajo los árboles,  por dos horas, un domingo al mes. Los chicos muchas veces nos dicen que es justamente como una biblioteca. Pero a diferencia de la escolar, los libros se leen en ese momento, y no pueden llevárselos a sus casa (por suerte siempre hay algunos que no descansan ni un minuto sobre el mantel, porque siempre tienen lectores que los buscan)
(En la foto, un regalo de Mayra, una biblioteca, dibujada con tiza en uno de los senderos de la plaza) 



Es un trabajo que requiere continuidad, a veces llegamos a la plaza y tenemos que invitarlos a participar... (y muchas veces cuando les repetimos que es una actividad gratuita y voluntaria nos miran con sorpresa, y se resisten a creerlo)

Hay veces que llegamos y hay varios que nos esperan, o gente que volvemos a ver después de un tiempo

Estamos sujetos al clima, cambiamos el horario de verano a invierno, hay días muy fríos en que la plaza esta sola, o días muy calurosos en que la gente empieza a llegar cuando el sol ya no se siente...

Pero a fuerza de costumbre nos convertimos en una parte del paisaje, y parte del cambio.

Los bebés a los que les leíamos...















Ahora escogen que leer.


Hemos ido conformando una pequeña comunidad de lectores en el barrio. Después de 4 años, ¡hemos crecido!. En número (cada vez hay más gente que nos espera en la plaza o que nos pregunta al encontrarnos en el almacén del barrio cuando nos toca el próximo picnic) y también acompañando a los lectores que han crecido leyendo con nosotros.




Empezamos con pocos libros, unos 50, que tenía en casa  algunos donados por amigos que se enteraron de la iniciativa. 

Aunque no recibimos ningún apoyo, siempre ponemos todo de nosotros, porque estamos comprometidos, sabemos que nos esperan, y principalmente porque lo disfrutamos. 

Hay un recambio de libros, tratamos de satisfacer las preferencias, (escogiendo con cuidado, porque los ingredientes son para mí lo más importante de este festín). 

Algunas veces los que concurren al picnic nos acercan algunos de sus libros, y seguimos recibiendo donaciones de amigos y editoriales . Entre los escritores amigos que nos acercan su obra se cuentan: Ángeles Durini, Ximena García, Sergio Andricaín, Antonio Orlando Rodríguez, Mar Benegas, Mercedes Calvo, Carolina Tosi, Márgara Averbach, Nelvy Bustamante, María José Ferrada, Sara Bertrand, Roberto Sotelo.  Entre las editoriales algunas que puedo recordar son Niño Editor, Arte a Babor, Quipu, Edebé, Ediciones de la Terraza, Guadal. 

En mi caso, no me molesta compartir mis libros. Algunos cuando se enteran de lo que hago, me preguntan si no me da miedo de que me los roben, y la verdad que no. Los que han sufrido roturas han sido unos pocos, quizás los que tienen pestañas, consecuencia de haber sido muy leídos en estos cuatro años (afortunadamente) Lo principal, es dejarlos en libertad, para que la gente los tome.

Buscamos libros atractivos, interesantes, y variados (de todo un poco, informativos, poesía, historietas, álbum ilustrado, libros objeto). Como un banquete que estimule los sentidos

A veces no basta con dejarlo sobre el mantel, hay que acercarlo, tender el libro como quien tiende un puente, abrirlo, para aquel que no está acostumbrado a entrar en ellos. 

Cada vez que llegamos a la plaza, los primeros que se acercan son los pequeños,  que no tienen prejuicios y saben que el festín les pertenece, y luego, los adultos, padres, madres, abuelas, abuelos, tíos o vecinos que acompañan y de pronto se detienen frente al llamado de un libro.

Oficiamos de mediadores,  también con los adultos que muchas veces se quedan leyendo libros "infantiles", mientras sus hijos o nietos van corriendo a disfrutar de los juegos. Muchas veces nos piden recomendaciones.






A veces, los pequeños,  nos piden que les leamos. (Es más nos insisten)


(Leyendo "El tesoro escondido del capitán Tifón", Ilustrado por Korky Paul y con el texto de Paul Carter) 

Y otras no ...



(leyendo "Sabueso perdió su hueso" Jonathan Long y Korky Paul, en la edición más antigua de Atlántida Editorial)

A veces leer y jugar se nos confunden...




..cada domingo llevamos actividades preparadas...
Pero igual los lectores siempre nos sorprenden




 (En la foto, las chicas luego de susurrarse los poemas que habíamos llevado,  decidieron susurrarse el libro "El túnel" de A. Browne, de Editorial Fondo de Cultura Económica.)

...a veces escribiendo sus propias historias:



(En este Picnic, Santi, decidió escribir una historieta, y compartirla con nosotros.)

Algunos domingos hemos recibido invitados especiales, que cuentan sus cuentos,




(Ángeles Durini, escritora, leyéndonos sus historias en Picnic de Palabras Florida)
O narradores que le dan voz a otras historias...




(Mabby Torres, narradora oral que nos contó historias en nuestro último Picnic Cumpleaños)

Pero lo que no puede faltar es la ocasión de leer en familia, de descubrir nuevas lecturas


Y siempre, al retirarnos, la plaza se queda con parte de esa magia, flotando en el aire. Nada me gusta más que ver como la plaza se transforma en un espacio intervenido por las palabras



Tendríamos muchas historias que contarles, pero solo nos queda agradecer. A todos y todas los que nos siguen, nos acompañan, nos visitan, nos regalan sus libros, o simplemente desde lejos nos envían su apoyo. 

A mis hijos que a pesar de lo que pesan los libros, me los alcanzan hasta la plaza, y especialmente a Ro Maydanski que saca tan bellas fotos.

En esta página de facebook, encuentran todas las fotos de los encuentros pasados y la invitación a los futuros (y también pueden escribir ahí si desean sumarse)

Por muchos encuentros más, en invierno ...





o verano...




Por otro año más de encuentros...





Y para terminar les dejo algo que escribió una de nuestra primeras invitadas (casi que fue debido a ella que comenzamos a hacer esta actividad, cuando llegó Diciembre de 2014, a punto de comenzar las vacaciones, sabiendo que en el verano ya no nos podríamos ver en la escuela para leer, pensé que la plaza del barrio podía ser una buena ocasión de encuentro)

Agustina, nos encontró en varios Picnic, pero dos años después de ese comienzo, sin que se lo pidiera escribió lo que para ella significaba leer. 

Lo dejo anotado con tiza en uno de los senderos de la plaza, en septiembre de 2018




Tu mundo mágico 

Mirá un montón de libros leelos y
 aprendé cuando lees un libro, 
es como leer tu fantasia 
como quieras tu mundo es magico
como desees se feliz mientras puedas
ahora

Agus 
(sic)

martes, 13 de diciembre de 2016

Los libros favoritos del Picnic de Palabras Florida (parte I)


                                   (las fotos bonitas que acompañan se las debemos a Ro Maydanski)

En Diciembre de 2014 empezamos con Picnic de Palabras en la plaza de mi barrio, Florida.

La iniciativa, que comenzó en una plaza al pie de las montañas, en Bogotá Colombia, de la mano de Marcela Escovar, María Angélica Plata y otros amigos, desembarcó en Argentina de la mano de Selva Bianchi. De ellas aprendí yo...

Esta semana a punto de festejar los dos años de Picnic, creo que llegó el momento de contar un poco sobre lo que nos ocurre. Porque así como en todos los Picnic hay manteles, un espacio público que se comparte y muchos y buenos libros, cada uno es diferente.

Para contarles un poco de nosotros, se me ocurrió reunir en una entrada los libros favoritos de nuestro Picnic de Palabras Florida. Un domingo al mes, generalmente después de la siesta, cargo mis valijas con una selección de unos 300 libros, y emprendo la caminata de tres cuadras hasta la Plaza de mi barrio (en general, mis ayudantes son mis hijos, o mi marido). 

En un principio, era apenas un rectángulo inicial con algunos pocos libros. Algunos que nos donaron, y otros que yo había comenzado a comprar cuando empecé a dedicarme, en forma voluntaria, a dar talleres. Pero cada mes, se fueron sumando más libros, (y más manteles) así que niños y adultos, tienen un festín variado de donde escoger.  



No intenté hacer un ranking de preferencias, y el orden resulta, un tanto arbitrario. Aunque, voy a comenzar con algunos de los que estuvieron más tiempo acompañándonos en la plaza. 


Para cuando la memoria falla, tengo la posibilidad de volver a los registros. Esto es, las fotos, que tomamos durante cada encuentro. 


Si tuviera que poner en palabras, algo de lo que aprendí en estos años de Picnic diría que...
  • En los chicos más chicos, (entre 4 y 7 años) la preferencia es, en primer lugar,  aquello que les resulta familiar. Lo que han visto en el jardín, lo que tienen en el aula, lo que han leido con la maestra. Principalmente es lo que eligen, si es la primera vez que llegan al picnic (curiosamente, es algo que me han contado que ocurre en otros Picnic por el mundo). 
  • Los que son un poco más grandes, y con un trayecto lector, suelen animarse a lo desconocido. Acá pueden escoger por la ilustración, o por el tema, o porque el autor les resulte conocido (aunque no son tantos los que recuerdan a un autor).
  • Con los pequeños, pequeños, la elección la suele hacer el padre/madre/adulto acompañante.

 No solo los chicos escogen libros ...a pesar de que en la selección para muchos se incluyen libros infantiles, los adultos los disfrutan, y mucho.






Suelo ver en la plaza que los adultos, están absolutamente abstraidos en su lectura, y olvidados de sus niños acompañantes.

Los niños dejaron de leer y están andando en bicicleta, o jugando en las hamacas en otro lugar de la plaza. Y los adultos, no quieren abandonar el libro que los ha encontrado.



Foto Ro Maydanski



 

Los invito a pasear entre libros...(como si estuvieran en la plaza)



 Tener un patito es útil
 Autor, ilustrador: Isol
 Fondo de Cultura Económica
   
Entre los libros que más escogen los niños en todos nuestros encuentros en la plaza se encuentra Tener un patito es útil de Isol. Publicado por Fondo de Cultura Económica

Es un libro que además ha tenido asistencia perfecta a los picnic. No queremos que falte.

Como ven no solo lo leen, sino que lo utilizan para construir, y construirse. Una casa donde habitar, y jugar, y abrazar, es para ellos este libro.






Lo disfrutan por igual los chicos y los grandes. 

En una caja que lo guarda, tenemos la historia de un nene que se encuentra un patito, y si miramos por el reverso aparece la historia del patito que se encontró al nene. Dos puntos de vista, dos historias, contadas en forma muy sencilla con los característicos dibujos de Isol, en apenas dos colores, que enseguida llaman la atención.


Una pena que es un libro que hace rato ya no logro conseguir para regalar, le estaría haciendo falta una reedición.


El segundo, que les voy a mencionar es...


 ¡Fuera de aquí, horrible monstruo verde!
  Ed Emberly
 Océano Travesía

Este es un libro que me llegó por una recomendación de otros Picnic, (creo que fue en el Picnic de Ecuador) vi que lo elegían y al encontrarlo en la librería, lo compré para el nuestro. A partir de ahí, siempre fue uno de los más escogidos. Sobre todo por los más pequeños. Es un libro que les da permiso.





foto Ro Maydanski



y que les encanta...(y tambièn a los padres)





Tanto es así que nunca para de pasar de mano en mano... y ya está un poco roto...Un libro que algunos me han dicho, terminan comprando, para leer antes de ir a dormir y charlar de sus propios monstruos.


En tercer lugar, les voy a mencionar un libro de una autora argentina muy querida por mì. Que es quizàs uno de los más leídos, en voz alta...


Cocorococó
Texto: Didi Grau
Ilustraciones: Christian Montenegro
Editorial: Pequeño Editor

Sé que a los chicos les encanta, por lo que muchas veces cuando los reúno para el momento de la lectura, lo escojo.No falla, divierte por igual a chicos de distintas edades, y asombra a los padres. Una retahila, en la que las onomatopeyas de los distintos protagonistas animales, va marcando el ritmo, y que nos permite siempre hacerlo juntos...


foto Ro Maydanski




Las ilustraciones de Christian Montenegro, realizadas con sellos, en colores vibrantes, encienden la mirada de los pequeños. Y es infaltable, que al terminar, pidan que lo volvamos a leer (que por otro lado, es a lo que nos invita el texto de Didi).   
En el último picnic, Silvina Rodriguez  nos acompañó, y nos lo cantó a ritmo de rap.





Para ocupar el cuarto lugar llega este libro...



¡Ay! ¡Caca! 
Autor: Stèphane Frattini
Editorial: Océano Travesía


Lo conocí en Bogotá...cuando visité la versión local del Picnic.
Es un libro que no le gusta a todos (sobretodo, no a todos los adultos) pero fascina a los chicos.
En la categoría de informativos, se muestran imágenes de distintos excrementos...y al levantar la pestaña, podemos conocer al animal que lo originó.





Había un grupo de chicos que venía a cada picnic para volver a escoger este y mostrarselo a sus padres con entusiasmo...Creo que se lee casi siempre en ronda, entre varios, con risas cómplices que acompañan.






En quinto lugar ...(pero no en orden de preferencias) 

La bruja Winnie
Autora: Valerie Thomas
Ilustrador: Korky Paul
Editorial: Ocèano Travesìa
(en realidad yo llevo la versiòn màs viejita que es de Atlàntida, en la que la bruja aùn se llamaba Berta)

En realidad llevamos varios de la Bruja Winnie, asì que la elecciòn podría ser cualquiera de la serie (o no, este es el primero, de una serie que se transformó en marca, y es el que más me gusta a mí).
Es un libro que los chicos seguro conocen. O lo tienen en la biblioteca escolar, o en su casa. Y además ¡genera fanáticos!, quizás sean esas ilustraciones de Korky Paul, tan llamativas (que a mi me encantan), quizás sea el tema de las Brujas en las que todos creen un poquito. Hay madres que me dicen que su hijo viene al picnic y lee este libro, una, y otra, y otra vez...







Muchas veces nos piden que se los leamos. Acá Guido uno de los voluntarios, y también parte de la familia, se los lee a un par de chiquillos motorizados, que hicieron un alto para escuchar.




Como ven, hay mucho más para contar...

Muchos libros, muchos lectores.

Para mí, lo mágico, es ayudar a que se encuentren.

viernes, 30 de junio de 2023

Cosquillas en tu oído . Un puente hacia la poesía. (Relato de una experiencia con Libros en el Barrio)

 La siguiente ponencia fue presentada el 20 de Noviembre de 2022 en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti en ocasión del Encuentro de Poesía y Crítica Otra vez Trilce.

Lo comparto con el agregado de las fotos. 

Cosquillas en tu oído, un puente hacia la poesía. Pato Pereyra



 

No sé qué hacer

con estos versos.

Quizás

ponerlos aqui

para que cada cual

se sirve

por su propia mano.

                                                                                                                      “A mano” de Laura Devetach

 

Me defino como mediadora de lectura y esto es lo que hago.

Dejar algunos versos al descubierto para que cada cual se sirva de su propia mano.

En 2020 me uní a un proyecto que nació en pandemia llamado Libros en el Barrio . Una iniciativa que surgió cuando la vida se puso en suspenso como una manera de seguir andando.

En marzo de ese año Mariel Pujol, comenzó a repartir libros en el Barrio Mitre, un espacio de seis manzanas ubicadas a las espaldas del DOT, en Saavedra, CABA; un barrio habitado por vecinos y vecinas con dificultades socioeconómicas, en dónde las infancias atraviesan diversas carencias.

Los libros, obtenidos por donaciones se repartían casa por casa, semanalmente primero y luego una vez al mes. Un tiempo después nos sumamos junto a Julieta Penedo con la intención de trabajar por las infancias y juventudes del barrio.

Es así que con un carrito que nos prestaba alguno de los vecinos, comenzamos a recorrer el barrio y entregamos al menos 300 libros.

Había estado coordinando Picnic de palabras Florida en la plaza de mi barrio durante cinco años (una iniciativa que nació en Bogotá y que llegó a Argentina para promover la lectura en plazas y parques), y tenía la experiencia para colaborar con este proyecto de promoción de la lectura.

Al sumarme lo primero en que pensé fue que no bastaba con los libros. Las escuelas estaban cerradas y el aprendizaje dependía de la conectividad y de las pantallas, algo que las familias del barrio no tenían a su alcance.

Al recorrer las calles y conocer a los niños y niñas, notamos que la mayoría aún no leía alfabéticamente. Los más pequeños apenas hablaban o tropezaban con las palabras.

No bastaba entonces con darles los libros, había que abrirlos para ellos y ellas, acompañar esa lectura, dado que quizás no tuvieran la posibilidad de leer con alguien.

Fue así que, junto con mi mochila de libros, empecé a llevar mi susurrador y algunos poemas impresos en cartoncitos de colores, escondidos en los bolsillos. Pensaba en sembrar poesía allí donde existe una necesidad, dejarla caer como al descubrir entre las baldosas rotas y los escombros.

Dice María Cristina Ramos en Diálogos entre mediadores :

“La poesía posee la vitalidad de los renuevos, puede recuperar el latido de la vida en zonas que fueron rozadas por la no vida… La frecuentación de la poesía es, además de una experiencia cercana al juego, también una oportunidad para reparar la subjetividad de quienes pueden haber sufrido, olvido, descubrimiento o abandono, soledades de lectura o ausencia de relatos...” (2017, p.72)

En ese momento todavía utilizábamos el barbijo, muchos hogares nos recibieron a puertas cerradas. Al grito de libros, libros esperabamos que los ladridos de sus perros nos hicieran de timbre. Veíamos asomarnos una o varias cabezas infantiles, les sugerimos libros y después, susurrador en mano, un poema. Al principio no sabían que era ese “tubo” (¿un catalejo para mirar? ¿un arma para erguirse espadachines?). Por suerte la infancia es un lugar que acoge la sorpresa con naturalidad. Así que se prestaban al juego, aun cuando nos desconocíamos.

 

Los susurradores: un puente a la magia de la poesía.





Todo comenzaba con un sí que habilitaba la entrega, luego las cosquillas en el oído, alguna tímida sonrisa y el poema:

Si cualquier día vemos una Foca

que junta margaritas con la boca,

que fuma y habla sola

y escribe con la cola,

llamemos al doctor la foca es loca. (María Elena Walsh , 2000, p. 17)

Después de una risa completa o una cara de sorpresa, y la voz que pidió otra vez…

Los limericks de María Elena Walsh y su poesía, nos acompañan junto a otros poetas y también rimas de la tradición oral. Llevaba los poemas impresos, y se los quedaban. Parecía que los atesoraban. Escogían algunos más para compartir con sus familias. Soñaba con que los tuvieran para volverlos a oir. A veces se corría la voz y se armaba una fila de oyentes poéticos. Hubo un cumpleaños con cumbia y regatón, en que una larga fila se formó al lado de un pelotero en un día de calor.

Leemos poesía como quien hace llover, para refrescarnos en su transparencia, para conocernos, para poner en movimiento una actitud de sensibilidad que permita vernos más hondamente .” (María Cristina Ramos, 2017, p. 73)

Hay que sembrar poemas como silencios, como pausas, como espera. Entre la música de cumbia, los retumbos y gritos, susurros en tu oído.

Compartimos autores variados: Laura Devetach, Iris Rivera, Cecilia Pisos, Edith Vera, Mar Benegas, Jorge Luján.

Dice Mirta Colángelo, iniciadora en Argentina de esta tradición de susurradores:

Pienso en los tubos de los susurradores y creo que ellos también propician una trémula metamorfosis: la luz de la voz regalando un poema al oído es generadora de placer y seguro, mitigadora de penas, aventadora de naufragios…” (Colángelo, 2015, p. .24 ) 

Estábamos tratando de sobrevivir a un naufragio, en medio de esa tempestad que nos dejó la pandemia por COVID, y qué mejor que aferrarnos a la poesía para seguir respirando. Los susurradores nos dieron en esos recorridos la distancia necesaria, la voz atravesando el barbijo, el aire del otro lado reconstruyendo unos versos.

Había quienes no querían recibir los libros que apoyamos. Por ejemplo S. que por más que le mostráramos libros de dinosaurios, de monstruos o para pintar (que eran los más pedidos), no había manera de tentarlo. Pero trepado al muro en el frente de su casa, abandonado el cuerpo, como suspendido en el aire, se aprontó a recibir poemas.

Cuando amainó esa tempestad, cuando las condiciones mejoraron y pudimos empezar a reunirnos, convocamos a las familias a encontrarnos una tarde al mes en la plaza del barrio. La plaza es un espacio enorme con juegos que contrastan en colorido y actualidad con el paisaje de las callescitas del barrio. Extendimos manteles y acomodamos libros (álbum e ilustrados) leímos con ellos y ellas, compartimos libros de poesía, pero los susurradores fueron su objeto favorito. Se los apropiaron.

 

Porque al principio la poesía era el otro, luego no.

Si les compartimos un poema como de Zoo Loco, de María Elena Walsh:

Cuando la Rana no se queda quieta

el Sapo enojadísimo la reta

La rana esta llorando

porque no sabe cuando

la dejar de pasear en bicicleta.

 

Aparecían poemas de sapos, o de ranas, que se inventaron en el momento.

 

Un poema, es palabra, imagenes y ritmo.

Hablar de poesía en la infancia es hablar del ritmo. Esos sonidos repetitivos que calman y consuelan…. Los ritmos, tan cercanos y conocidos por los niños desde el vientre materno, logran darles contacto cuerpo a cuerpo, risas, muecas y por supuesto afecto: es un abrir el mundo de los sentidos. El niño entiende la palabra en pleno vuelo dice María Baranda (2012, p. 58)

Cuando intentaban susurrarnos, conservaban un esqueleto rítmico dónde las palabras no importaban tanto. Parecían creer que ellos y ellas también podrían. Se sabían poetas.

María Emilia López en su libro Un pájaro de aire relata la experiencia poética en contextos desfavorables. Cómo la poesía fue abriéndose espacios en bibliotecas de zonas rurales de Colombia. Como ocurrió allá tan lejos, también nos ocurrió en el que ahora es también, nuestro barrio.

Al principio la poesía era una novedad, algo quizás de otro mundo. Pero después se les hizo costumbre. Era,una experiencia de mediación diferente a la que ya había tenido con Picnic de Palabras. Acá en la plaza del barrio, los niños andaban por su cuenta. Podíamos ver a una niñita de apenas tres años con su hermana de cinco, que hacían de la plaza su patio de juegos, del barrio su casa. No había adultos que acompañaran. Estaban por su propia mano. Llegaban corriendo en cuanto nos veían y se instalaban toda una tarde a acompañarnos.

Encontré estas palabras de Mar Benegas, amiga y poeta, en su blog y me las apropio para hablar de la importancia de la poesía: