miércoles, 1 de noviembre de 2023

Leyendo 2018: Pingüinos


En esta semana en que comenzó la Feria del Libro de Buenos Aires, quería colaborar con sus listados.

Así que me permito recomendarles este libro de la autoría del escritor argentino Sebastián Vargas.





Título: Pingüinos
Autor: Sebastián Vargas
Ilustrador: Matías Acosta
Editorial: SM
Colección: El barco de vapor
Serie Roja: +12 años

El libro cuenta la historia de dos pingüinos, a los que el amanecer los sorprende flotando sobre un témpano. 

Alejándose del "gran hielo", del continente Antártico y rumbo a lo desconocido

La historia tiene mucho de descubrimiento, primero entre ellos, y luego de situaciones y objetos que se van a encontrar en ese devenir hacia...

Transcurre a lo largo de tres días, tres partes en que está dividido el libro, en que Jonathan/Catorce y Margarita intentan conocerse. 

Deben acercarse, desde su distancia física y sus personalidades opuestas. Lo cual resulta su única alternativa, porque a medida que el hielo se derrite, están cada vez más unidos (como se ve también en las ilustraciones que realiza Matías Acosta). 

Ellos que son tan distintos, Margarita, intuitiva, romántica y soñadora, y Jonhatan/Catorce, práctico, realista, y con una mentalidad de científica (esto, según nos cuenta, tiene que ver con su contacto con los humanos de la base en la Antártida). 

La construcción de los personajes está tan lograda, que uno se sumerge en la historia y se enamora de ellos en un parpadeo.

Acá, haré una confesión, cuando vi la tapa me conquistó inmediatamente (¡las ilustraciones son muy bellas!, y además ¡a quién no le gustan los pingüinos!), pero me resistía a la historia. ¿Dos pingüinos?, ¿solos? ¿De eso se trataba el libro?. ¿Cómo creer en esa historia?. 

Lo empecé con ciertas reticencias, pero las tuve que abandonar de inmediato. Sebastián es un autor que sabe ponerse a la altura. Al comienzo del libro, cuando los pingüinos comienzan a tener voz, aparece una llamada que nos dirige a un pie de página. 

" Nota del traductor: El estudio y conocimiento del pingüiniano antártico, si bien ha experimentado notables avances en los últimos años, se encuentra en una etapa aún básica; por lo tanto la traducción al español rioplatense que se realizó a partir del registro audiovisual original ( recibido en grabaciones con una intensa estática de fondo) debe considerarse aproximativa."

Me pareció un detalle precioso, y cuando terminé de leer el libro me encantó encontrarme entre los datos de edición, el nombre del traductor. Un tal SV, casualmente.

El humor está presente en todo el libro. Los diálogos me arrancaron más de una carcajada (y los silencios en algunos de esos diálogos, también). 

Comparto algunos en el que Margarita interpela a Jonathan/Catorce: 

- No sé si lo que más me sorprende es que los humanos hablen o que vos, un simple pingüino macho, hayas aprendido qué es lo que dicen.

-Gracias

- No fue un cumplido

El capítulo en el que se presentan no tiene desperdicio:

- ¿Y vos cómo te llamas?

- Me llamo Margarita.

- ¿Margarita?

- Sí, Margarita.

- ¡Qué nombre raro! ¿Te lo pusieron en la guardería?

- No, mis padres no aceptaron el nombre que me tocó, prefirieron ser ellos los que me eligieron nombre. "Margarita" lo eligió mi mamá.

- ¿Y qué significa Margarita?

Ella gira un poquito la cabeza, pensativa.

- Que yo sepa, no significa nada. Mis padres viajaron mucho, antes de que yo naciera. Conocieron muchas guaridas de humanos y de lobos marinos. Además, mi mamá tiene mucha imaginación. Así que tal vez es un nombre que inventó...o que escuchó en uno de sus viajes...Nunca se me ocurrió preguntárselo. Pero es un nombre bello, me gusta como suena.

...


Sebastián juega con ese extrañamiento, eso que se descubre por primera vez, aquello que sorprende. Y también con el lenguaje.

En el final nos cuenta de sus influencias para esta obra, y una de ellas es el Diario de Adán y Eva. A mí me resonó varias veces Mark Twain al leer algunos pasajes, pero hay una realidad más cercana y más actual desde los personajes, desde esos diálogos, en español rioplatense, que nos aproxima a estas dos criaturas solas e indefensas, que intentan acercarse.

Margarita tiene una personalidad un tanto arrolladora, otro acierto. Les dejo otra parte en donde intentan nombrarse. Él pretende llamarse Catorce, pero a ella no le parece adecuado:

-¿Y de qué tengo cara, según vos?

Ella lo mira con detenimiento, concentrada

- A ver...Hmmm...Creo que de Jonathan. Sí, de Jonathan

- ¿Jonatán?

- Sí.

- ¿Qué significa "Jonathan"?

- Es otra de las palabras que inventaba mi mamá.

- Ah, entonces no significa nada.

- Bueno, no sé...Pero podés pensar que significa "catorce", y todos contentos.

- Ni, loco uso ese nombre, Margarita. Me llamo Catorce y basta. Cabo marino. punto

- No seas terco, Jonathan.

En ciertos pasajes, uno no puede hacer más detenerse como cuando Catorce/Jonathan dice:

"Conocer nos cambia, Saber cosas nos hace distintas. ¿Vos no querrías saber cómo son las cosas?"

Surgen otros temas que conversar, que nos quedarán flotando para abrir diálogos en el aula, en casa, como el cambio climático, las diferencias, las pérdidas.

No les cuento más (sería mucho) y menos el final,  les dejo esta frase que me encontré, por las últimas páginas del libro.

(Ilustrada con una imagen  con los dos pingüinos muy cerca (todo lo opuesto de como empezaron) casi tocándose las cabezas, en un témpano que apenas los contiene.)


Ambos se miran frente a frente durante un momento tan breve, que podría durar para siempre.


Un libro muy cuidado en todos los detalles, con ilustraciones bellas y sensibles de Matías Acosta, también en los finales de página, deshojando margaritas.

El libro resultó ganador del premio Destacado de ALIJA, en la categoría Novela Infantil hace unos días. A principio de año, resultó premiado por la Fundación Cuatrogatos. 

Sebastián Vargas nos tiene acostumbrados a los premios  Su libro Son Tumikes (que está reseñado por aquí ) también había sido premiado el año pasado por la Fundación Cuatrogatos.

Debo decir que de ningún modo esto lo detiene, porque como buen deportista (disfruta correr y desafiarse) siempre va por más. 

Esta es su oportunidad de tener un par de pingüinos en casa.

En biología, hay una fuerza de cambio en la naturaleza que llamamos "deriva génica". A veces ir a la deriva es la única oportunidad de cambio. Por lo que, aunque desconfiemos de ella, o nos provoque desasosiego, nos impulsará a avanzar, (que también es una forma de llegar a destino).

2 comentarios:

  1. Respuestas
    1. No, pienso que quizás lo puedas conseguir en alguna biblioteca pública..no sé donde vivís pero quizás cerca de tu barrio encuentres algún sitio. Ojalá lo encuentres. Pato

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