(Publicó por acá una reseña que hice originalmente en mi IG, revisada, ampliada y enriquecida.)
Terminé de leer este libro de “El niño resentido" de César González, publicado por Reservoir Books de Penguin Random House.
Entre las cosas que me importan de los libros que leo, una que repito es cómo me llegan esos libros.
En este caso el libro me lo recomendó María Emilia López en una charla que dio sobre las infancias. Y si, tiene todo que ver.
La infancia de César transcurrió en una barriada con marcadas carencias. Lo que llamamos acá una villa. En este caso la “Carlos Gardel” ubicada en el conurbano bonaerense . Fue un niño que sobrevivió a la pobreza, a la ausencia de figuras de afecto, a la muerte desde muy pequeño. Así empieza el libro, con el capítulo titulado, La mierda flota.
“El departamento quedaba en la planta baja de unos monoblocks deteriorados de tres pisos color bordó. Yo recién había cumplido cuatro. Mamá tenía veinte años, como mi tía Irene, la dueña de casa. Estaban sentadas a la cabecera de la mesa, al fondo del comedor, cortando, fraccionando y envolviendo con prolijidad la cocaína en unos pequeños rectángulos de papel glasé de colores brillosos.
Los compradores entraban y salían en segundos con eléctrica satisfacción. Aprovechando que la puerta estaba abierta, me escapé alborotado y sin que nadie se diera cuenta, a los pocos pasos caí en una cloaca sin tapa de un par de metros de profundidad. Fui hundiéndome y ahogándome hasta que una mano me aferró por los pelos y me sacó. Era Patri, una joven vecina que vivía cerca y que al verme caer salió corriendo a rescatarme. Tuvo que meter la cabeza entra la mierda y luchar a ciegas en la líquida oscuridad para encontrarme. Alertada por los gritos desesperados, mi madre corrió, me agarró y me puso boca abajo, me apretó el pecho una y otra vez para que largara toda el agua podrida. Vomité varias veces. En el baño y bajo la tenue presión de la ducha me refregó un largo rato tratando de sacarme el hedor de la piel. Luego me llevó al Posada, un hospital gigante. a pocos metros del barrio. Salvado por la rápida intervención de una vecina y de la salud pública, volví con mi madre a casa. Ella cree que allí me volví asmático.
Aún sigo sin saber nadar.”
César sobrevivió. Es escritor, cineasta, una figura de la cultura. Dice:
Los villeros estamos sobrerepresentados en la cultura, el problema es cómo.
Tan cierto, la mayoría de las personas que habita esas barriadas mienten su dirección cuando van a pedir trabajo, o no comentan con sus compañeros de colegio dónde viven. Cae sobre ellos un estigma. Y es una barrera que los limita, no solo no se entra a la villa, sino que tampoco se sale.
El libro es único. Narra su vida en la villa Carlos Gardel, desde que casi muere sepultado en la mierda hasta su detención en la cárcel de menores cuando apenas tenía 16 años (cuenta en el libro, que por entonces, su sueño era morir acribillado en una toma de rehenes en un banco).
Un libro durísimo que se lee como ficción (me recordó a Kriptonita, de Leonardo Oyola que además, hace una hermosa reseña del libro de César) pero destila realidad. Lo leí buscando el final feliz que nunca aparece. Conciente de mi condición social, de mis privilegios y también de mi trabajo como docente y mediadora en contextos vulnerables. He visto algunas de estas situaciones de cerca, muchas veces.
En la misma entrevista que les comparto César González dijo;
Cuesta menos aceptar un villero que llega a la política que un villero que llega a tener un lugar en el arte.
Y el Arte, la lectura, son lo que salva.
En la cárcel a la que llegó en la adolescencia, conoció la filosofía, los libros, los autores que menciona en sus entrevistas.
A diferencia de muchos que acumulan títulos pero destilan ignorancia, él tiene toda la sabiduría y la inteligencia que le dio ser autodidacta. Y una voz, poética y personal. Una voz que merece ser leída. En sus textos reinvindica la educación y la salud pública que le dieron una oportunidad.
Voy por sus poemarios y sus documentales y películas.
Les dejo la entrevista en Caja Negra
https://www.youtube.com/watch?v=WiDlvGV3rsc&t=251s
Hay otro documental en que se llama Al borde en el que habla de nuestro actual presidente , cuando aún no pensábamos que podía llegar a serlo.
Aparte de excluirte económicamente, te excluyen cultural y simbólicamente. Te excluyen porque sos el negro de una villa, el negro de mierda, vas a ser chorro, obrero y nada más. El sistema te excluye y es mucho más cruel de lo que uno cree. Lo que juega es una exclusión simbólica: el de la villa es un ignorante, es un posible delincuente.
Les dejo un poema, de su libro "La venganza del cordero atado " un libro que firmó con el seudónimo de Camilo Blajaquis
Nueva vida
¿Es real esto que veo?
toda la madrugada esperé despertarme,
me pellisqué, me di un baño con agua fría y nada...
sigo acá.
¿Como se atreve el encierro a abandonarme así?
Libertad penal, pero hermosa libertad.
Libertad a medias pero resplandeciente libertad.
Estoy desacomodado, realmente me cuesta creer que la celda quedo atras.
Lo mas extraño de estas virgenes sensaciones es que es la primera vez
que escribo en compañia de los arboles, abrazado a los rayos del sol
y con un recital de pajaros de fondo.
La ciudad me regala una mirada agria, casi sanguinaria,
pareciera que los edificios me vigilan.
Pero para quien se habia olvidado su sabor
el aroma del asfalto produce
una sobredosis de alegria en mis arterias.
disculpen... necesito enjuagar mis ojos
El dia llegó,
vuelvo a ser esclavo de la velocidad del mundo.
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