Comienzo con una de las crónicas del libro...
El hombre que escribía demasiado
En Borneo, cuando no está lloviendo, el sol te trepana la
cabeza. El profesor John Wilson está dando clase al frente del aula cuando de
repente se acuesta en el piso y decide no seguir. El profesor Wilson parece estar sufriendo un coma
alcohólico, aunque conteste normalmente las preguntas que le hacen. En el
hospital le preguntan si ha sufrido alucinaciones. Él dice que, en los últimos
días, cada vez que entra al baño de su casa por la mañana, ve sentado en el
inodoro a un hombre muy parecido a él, con una máquina de escribir sobre las
rodillas.
El Servicio Colonial lo fleta al Hospital de Enfermedades
Tropicales de Londres, donde le diagnostican un tumor cerebral y le dan un año
de vida. El profesor Wilson huye del hospital en camisón, pero el cirujano que iba
a trepanarle el cerebro era Roger Bannister, el primer inglés en correr la
milla en menos de cuatro minutos: lo alcanzó enseguido, lo llevó e vuelta, le
exigió que se portara como un hombre. El profesor Wilson se pasó la noche en
vela y terminó interpretando así su
sentencia de muerte: “No me pisaría un ómnibus, ni me acuchillarían en un
callejón, ni me atragantaría con una espina de pescado, ni me desnucaría de un
patinazo por la calle. Me quedaban 365 días por vivir: escribiendo a razón de
mil palabras por día, en un año podía escribir Guerra y paz. O por lo menos un
libro de mil páginas.”
Y eso fue lo que hizo: escribió las mil páginas (aunque no
en un solo libro sino en cinco novelitas distinas, porque consideró que cinco
libros le dejarían algo más de dinero a su viuda que uno solo) y cuando se
cumplió el año, le dijeron para su estupefacción que del tumor no quedaban ni
rastros, así que se puso a escribir otras mil páginas para no romper la cábala,
y llegó vivo al final de ese año, por lo que conservó ese demencial ritmo de
escritura durante los cuarenta años siguientes, y así fue como el profesor Johm
Wilson se conviritó en el escritor Anthony Burguess.
Este libro, reúne las crónicas que escribía los viernes Juan Forn en el diario página 12. Desde 2008.
Unas crónicas que se apoyan en el buen lector que ha sido Juan. Un inconmensurable lector que nos transporta a un mundo que solo un curioso como él podría haber descubierto.
Este es el tomo I, el primero de cuatro. Obvio que quisiera tener todos. Ya había leído un compilado que reunía una selección de tapas y me enamoró. Fue mi primer contacto con Forn.
"Cada contratapa que hice estos siete años la entendí caminando por la playa: por dónde empezar, adónde llegar, cuál es la verdadera historia que estoy contando, qué tengo yo y ustedes que ver con ella, qué dice de nosotros".
52 tapas ordenadas cronológicamente.
Un tesoro.
Publicado por Emecé en 2020.
Juan Forn nació en Buenos Aires un 5 de Noviembre de 1959, y falleció en Mar de las Pampas, a los 61 años, un 20 de Junio de 2021. Fue escritor, editor, traductor y periodista. Fundó el suplemento cultural Radar en el diario Página 12. Fue en 2002 que a causa de una pancreatitis que lo tuvo al borde de la muerte, que decidió cambiar de vida e irse a vivir a Villa Gesell. Fue allí en esa ciudad costera en la Pcia de Buenos Aires, donde mientras caminaba por la playa iba hilvanando historias.
Leer a Juan el año pasado fue una iluminación, no sólo te provoca un descubrimiento sino ganas de seguir leyendo. Gracias a él descubrí autores y libros, películas y personajes, de los que me enamoré sin haberlos conocido.
Publicó también ficción, Nadar de noche, y Corazones, fueron algunas de sus obras.
Me queda mucho por descubrir. Pero les prometo seguir leyendo a Forn.
Acá les dejo otro bocadito en dónde Forn, habla de otro de mis grandes amores Wislawa Szymborska
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