domingo, 22 de septiembre de 2024

Leer antes de leer

 Leer antes de leer - ¿Cómo? ¿Qué? ¿Cuándo?

Por Pato Pereyra

(empecé a escribir esto hace unos 5 años, o más, cuando iba a dictar un taller, lo volví a leer y revisar y aún creo en cada palabra por eso lo publico)

 Leer antes de caminar, antes de respirar, ni siquiera…

“Porque la aventura de 'leer', en el sentido amplio de descifrar e interpretar, comienza así: oyendo voces, tocando y mirando; dando pequeños pasos, cayéndose y volviéndose a levantar una y mil veces, mordiendo y probando libros y conquistando las palabras para inventar la propia historia”.

Yolanda Reyes

Foto que tomé hace muchos años en Espantapájaros

¿Qué es lo que nos impulsa a empezarle a cantar al bebé antes de nacer?, ¿por qué nos conectamos desde lo más profundo?


Si nos detenemos a pensar en qué momento arrancamos con la lectura, yo diría que lo hacemos desde antes que el bebé nazca. Antes de que ese niño o niña se decida a respirar su propio aire, cuando lo alimentamos a través de la placenta, ya a través de ella le llegan a los primeros sonidos.

Al final del primer trimestre de gestación ya se encuentra en condiciones de escuchar ese “afuera”. Estoy convencida de que al final del embarazo, cada persona que esté conectada con ese bebé sabe cuándo un sonido lo sobresalta, con qué canciones escoge moverse y cuáles lo calman.

“En el comienzo de la vida, la lectura se conecta con la poesía. Mientras el bebé va incorporando las voces de sus seres queridos, su atención recae, más que en el significado literal de las palabras, en su música, en sus ritmos y en su poder expresivo para tranquilizarlo, acunarlo, mantenerse alerta o jugar. Por eso se dice que los bebés son como los poetas, que se fijan en la materialidad de las palabras y en sus resonancias afectivas. Las nanas, los arrullos y los juegos de balanceo son la primera poesía que los bebés leen con los oídos ya la cual responden con todo su cuerpo. Por ello la tradición oral puede ser la primera fuente de lectura y las voces cercanas, los mejores textos para acercarlo a su cultura”.

Yolanda Reyes en Las primeras páginas de la vida.

Definimos a la primera infancia como el momento entre que nacen y la llegada a la escuela, que en nuestro país comienza a los 6 años. En este período fértil, las niñas y niños hacen avances impresionantes, en su autonomía, en la adquisición del lenguaje y de la palabra, y en la separación de ese otro que es la madre, el padre o la figura de cuidado.

Cuando en ocasión de mediación (en el Picnic de palabras que realizaba en la plaza del barrio, en algún evento público, con libros en el barrio, o en la biblioteca) me acerco con un libro a un bebé, o invito a un padre a leerle, me suelen decir “es que todavía no lee”. 

 Entonces, ¿por qué estamos diciendo “leer con bebés”? ¿Qué quiere decir leer con bebés?

                     tomé en la plaza dónde hacía Picnic de Palabras Argentina

Dice María Emilia López:


En realidad todos los niños leen desde el primer momento que llegan al mundo, lecturas 'emancipatorias' podríamos decir, inmersión en la lengua materna que permite empezar a otorgar sentidos a los estímulos infinitos que lo rodean y lo acunan en los hechos de la cultura. . . . y de la vida biológica”.

Leer entonces, en un sentido amplio, es decodificar los signos que se le presentan y, al mismo tiempo que el bebé intenta hacer esto, los padres, madres, sus abuelos y abuelas, también lo leen . Esto es, interpretan a través de los signos cuándo está cansado, cuándo tiene hambre o sueño, o cuándo quiere jugar y cuándo no.

Empezamos hablando de “ libros sin páginas ”, como dice Yolanda Reyes, toda esa literatura oral que nos surge espontáneamente, que recordamos en ese momento en que nos enfrentamos a ese niño o niña que nos provoca a explorar nuestra propia ternura y nuestros propios recuerdos. Es en esa primera etapa desde que nace hasta que se puede sostener erguido, o puede sentarse, que decimos que el bebé es un “oidor poético” (también en palabras de Yolanda) porque es en esa escucha incesante en que se conecta con las palabras. 

En su libro Leer el mundo , Michele Petit dice algo que me parece amorosamente real:

“Te presento a aquellos que te han precedido y el mundo al que vienes, pero te presento también otros universos para que tengas libertad, para que no estés demasiado sometida a tus ancestros. Te doy canciones y relatos para que te los vuelvas a decir al atravesar la noche, para que no tengas demasiado miedo de la oscuridad y de las sombras. Para que puedas poco a poco prescindir de mí...

Entonces empezamos cantándoles, o acunándolos, pero muy pronto podemos introducir los libros, apoyándonos en ellos. Creo que no tenemos que preguntar ¿por qué leer a un bebé? O por lo menos yo no me lo he preguntado. Leo porque me gusta y comparto con mis hijos desde pequeños todo lo que me gusta, pero si ustedes necesitan alguna respuesta, o si alguien les hace una pregunta quizás esto les ayude: 

Cuando acercamos buenos libros a los bebés y a los niños pequeños, estamos poniendo la lengua del relato con todas sus características, y eso ayuda a construir un lenguaje más rico, no solo vocabulario, sino también en metáforas, gramaticalidad, imaginación, sentidos. La lengua del relato ordena el pensamiento, la estructura. Las nanas, los juegos de manos, que les mostramos y leemos mientras ellos están en brazos de sus padres, el tiempo que les dedicamos a las palabras ya las imágenes son modos de introducción y vivencia de la lengua del relato     

…cuántas más oportunidades narrativas tiene un niño, más rica es su experiencia integral con el lenguaje (y allí incluimos no solo la oralidad y la capacidad de comunicar sino también el pensamiento creador, la lectura, la escritura y por ende la alfabetización), y por supuesto su psiquismo, su subjetividad, se expanden ”.

 

María Emilia López en Un pájaro de aire

¿Cómo?

Cada uno a su ritmo irá conociendo cómo introducir esos libros de papel.

Hacia el cuarto mes, el bebé descubre que es capaz de tomar la iniciativa para conseguir un objetivo... Pero a su vez, la mirada empieza a buscar otros horizontes más allá del rostro de la madre. La posibilidad de mantener erguida su cabeza le ayuda a fijarse en ese otro “paisaje” exterior ya compartirlo con su cuidadora. Se trata de un momento crucial que los psicólogos designan como la mirada conjunta y que introduce un triángulo en la vida, es decir la posibilidad de que dos sujetos diferentes miren en la misma dirección hacia un tercero. Ese tercero, que puede ser un móvil, un juguete o incluso otra persona, es una puerta de entrada al mundo compartido, es decir, al mundo de la inter-subjetividad”.

Yolanda Reyes en La casa imaginaria

Es así como comienza a formar el triángulo amoroso, el bebé, el libro, y el adulto o adulta que le lee. Que lee, junto a él o ella, ese libro escogido. 

Hay que pensar que a medida que crecen, los niños y niñas son “lectores móviles”: a veces los vemos leyendo con el cuerpo, caminando una lectura, o saltando una rima, todo es parte de su manera de leer, y nosotras debemos adaptarnos a ellos y ellas (no a la inversa).

Durante la primera infancia, las fronteras entre el juego, la música, las artes plásticas y dramáticas y la literatura son móviles, y los niños se expresan con múltiples lenguajes verbales y no verbales. Por eso, leer con los oídos, bailar una rima, seguir el ritmo de un juego de palabras con los pies o con las palmas, 'comerse un libro', leerse a los muñecos o participar en una hora del cuento moviéndose, mirando imágenes, riendo o llorando son parte de lo esperado. (¡Y hay que esperar muchísimo más!). Esto implica que la literatura salga del libro al patio, al jardín, a la casa y a todos los escenarios donde las familias conviven y, al mismo tiempo, que los libros albergan las voces de la cultura, las historias familiares y todo el repertorio cultural de los niños y adultos que los comparten”.

Yolanda Reyes en Las primeras páginas de la vida

                                        Foto que tomé de un amigo lector colombiano

¿Qué leer?

Lo importante es siempre tener todo tipo de oportunidades. Libros de distintos géneros: informativos, libros de poesía, libros álbum, libros ilustrados, los clásicos ¡por supuesto! Y en distintos formatos: cartoné, pequeños, enormes, pop-up , con pestañas, con ventanas, y si quieren de tela (no es que me atraigan especialmente, sino como una experiencia más). A medida que van creciendo ofrecer diversidad, si uno quiere asegurarse “un lector gourmet” el menú debe ser lo más variado posible, solo así irá preparando su paladar, en esos sabores que sabrán buscar una vez que crezca.

Si debo elegir, comienzo con la poesía, estar en poesía es una necesidad para mí y un estado permanente para los pequeños. Varios libros recuperan las canciones populares, y estas aparecen ilustradas para cantarlas con el acompañamiento de las imágenes. Las aliteraciones rítmicas y las acumulaciones de algunas, como Estaba la rana , nos permitirán, poco a poco, ir incorporando la voz del bebé, que completará con nosotros el sentido del texto. 



Leí una nota de Roberta Iannamico, poeta argentina, en INFOBAE en donde decía esto:

“La poesía son las palabras maternas, las cancioncitas inventadas cariñosamente por tu mamá o papá, tiene muchísimo que ver con lo afectivo, las coplitas, las adivinanzas. Hacer eso que circula previo a la lectura alfabética es poesía . Es lo primero que nos llega de la literatura”.

También podrían ser libros de imágenes, con textos muy cortos o sin ellos, y en ese ir pasando las páginas también le estamos mostrando como nombrar ese mundo que aparece. 


El trascurrir de una secuencia que se lee de inicio a fin, y cómo, efectivamente al cerrarse el libro, esa secuencia termina. Veremos que a veces ellos se apresuran, o se demoran, y que cuando llegamos al final, indefectiblemente deberemos volver a empezar.

A través de ese triángulo amoroso entre adulto, libro y lector, el pequeño, sentado en las piernas de su padre, descubre que hay un mundo otro y que las ilustraciones, esas figuras bidimensionales parecidas a la realidad, no son la realidad sino la representación....Ese como si, que es el germen de lo simbólico, se va construyendo en las rodillas del padre o de la madre que señala y nombra el mundo conocido, atrapado y sintetizado en el lenguaje de las imágenes: mira al bebé… y mira al bebé. . . . con su mamá. Mira al papá… y mira al bebé con su papá. Por supuesto ese conjunto de manchas, de colores y de trazos no podrían significar nada para el bebé sin esa voz adulta que oficia el tránsito hacia el orden otro de lo simbólico”.

Yolanda Reyes en La casa imaginaria

Hay toda una variedad de libros que podemos elegir, ya veces tenemos que dejar que los escojan. En mi experiencia los autores clásicos (los que se mantienen como clásicos después de 40 años de publicados) son una apuesta segura. Los pequeños podrán identificarse con Maurice Sendak, con Anthony Browne, con Arnold Lobel, con Bruno Munari, con Satoshi Kitamura, Keiko Kasza, Eric Carle, Wolf Erlbruch, Taro Gomi, y en nuestro país tenemos a Graciela Montes, Graciela Cabal, Nora Hilb. Canela, María Elena Walsh, Mónica Weiss, Claudia Legnazzi, Isol, por nombrar solo algunos.    



Los buenos libros no tienen enseñanzas, o no las buscan a propósito, son ficciones construidas, con o sin palabras, que nos dejan la posibilidad de completar el sentido, de imaginar y, la mayoría de las veces, si es un buen libro podrás disfrutarlo a los 2 ya los 22 (por poner un número, pero cada una puede completar con su propia edad).

Acá tendríamos que detenernos en la importancia de la selección:

Los libros ilustrados y los libros de imágenes consisten en la primera pinacoteca de los niños. Claro que para ello hace falta que tengan determinadas características, por ejemplo, que las propuestas gráficas se atrevan a explorar la metáfora, porque los niños pequeños están ávidos de metáforas, de imágenes desestereotipadas, de juegos, de intertextualidad. ”.

María Emilia López en Un pájaro de aire

Kveta Pacoskvá decía que los libros álbum son el primer museo para los niños, y en sus libros usaban colores vivos e imágenes brillantes, porque quería trasmitir una sensación de alegría. Era su deseo que sus libros fueran percibidos con los cinco sentidos y, si el lector quería, que entrara también en él. 

“Intento hacer los libros como objetos de arte en papel, como pequeños museos para la palabra y las imágenes. Siempre procuro hacer mi trabajo en dirección hacia un objeto de arte. Sé que no es ese el camino para todo el mundo, pero es exactamente mi camino”.

¿Cuál será ese momento para leer?

¿En qué momento? Hay varios momentos en el día en que podemos leer con ellos, como también podemos jugar con ellos o hablar con ello o todo al mismo tiempo, a través de ese puente que creamos con un libro. 

En mi caso: las salas de espera, los momentos en que debemos mantenernos quietos como un viaje en auto, o en el micro. Cuando veo pequeños metidos en el móvil cuando van en el tren, pienso que desaprovechamos una oportunidad poderosa.

Es un momento presente y de presencia. Cuando leemos para ellos y para ellas, nos tienen. Somos su posesión más preciada. Y sea cual sea la edad de nuestra criatura (digo pensando en mis adolescentes por ejemplo), cuando leés en voz alta para ellos, quedan afuera todo lo que te molestó, todo lo que pesa del día, porque si entras en el libro (un buen libro) no puedes hacer más que disfrutar.

Pero quizás el momento previo a irse a dormir es un momento especial…

Cuando lees en voz alta, en el borde de la cama de tus hijos, estás haciendo algo más importante que leerles un poema. Estás iniciando una liturgia, una ceremonia para ayudarte a atravesar la larga noche. Ese espacio sagrado, ese entrar en el bosque de lo fabuloso de la mano de alguien que nos ama. La voz, los giros, la mirada, las imágenes sostendrán una pequeña luz, una luminaria que encenderán en el momento más oscuro.

...

Cuando lees en voz alta en el borde de la cama de tus hijos, en realidad, estás en la orilla del mar, en un embarcadero, y empujas suavemente, con esa historia, su barca. Para que avancen solos y puedan llegar, algún día, a la otra orilla. Y, por más que las tempestades los hagan zozobrar, siempre tendrán ese faro: tu voz y el recuerdo, que les ayudará a atravesar los océanos de la vida”.

Mar Benegas en ¿Qué soñarán las camas?

Y todo esto tiene alguna finalidad un tanto “oscura” que nos ilumina a los mediadores, claro que queremos hacerlos lectores, entendemos que no necesariamente lo serán, nos entusiasmamos con esa idea.

A los libros se llega por el camino de la tentación, por el camino de la seducción, por el camino de la libertad, y si no hemos logrado contagiar generosamente nuestro propio deleite con la lectura, será en vano que pretendamos crear un lector por la vía de forzarlo a leer…

William Ospina citado en Un pájaro de aire , por ME López

Espero que se animen, que seduzcan, que se tienten, que los libros sean contagio, libertad y búsqueda.

María Emilia López creó el término " lecturar "que resume mucho de lo que quiero expresar:

"Lecturar reúne algo del verbo leer y algo del verbo amar. Algo así como trasvasar amorosamente a los otros el equipaje y las habilidades iniciales para construir, cada vez con mayor autonomía, la experiencia plena y emancipatoria de la lectura. Por eso leer supone una relación de compromiso e intimidad entre quien lee y quien se lee, como condición misma de la experiencia."

En algún momento escuché a Yolanda Reyes decir que la lectura se trasmite por ósmosis, o sea que de un lector a otro pasa sin esfuerzo, embebiéndose en esa agua, como cuando la esponja atrapa el agua de un recipiente. Creo que es un poco lo que ocurre. Agregaría que es biológicamente (químicamente) es más parecido a la difusión, solo pasará de un lector a otro a favor de su gradiente. Esto es, solo cuando el lector adulto haya explorado, leído, conocido, saboreado distintos libros, será capaz de trasmitirlo a ese lector en formación. 

Espero haberlas ayudado un poquitito a lograrlo.

Bibliografía

  • Las primeras páginas de la vida: lectura, literatura y primera infancia. Yolanda Reyes. Cerlac, 2012 (material teórico disponible en Espantapájaros/Taller Infantil · y aquí
  • Un pájaro de aire. La formación de los bibliotecarios y la lectura en la primera infancia. María Emilia López. Lugar Editorial, 2018
  • · La casa imaginaria. Lectura y Literatura en la primera infancia Yolanda Reyes norma, 2007
  • · Leer el mundo Michele Petit Fondo de Cultura Económica, 2015
  • Jardín Lac https://www.jardinlac.org/post/lecturar.
Si buscan más entradas de este tema les dejo algunas con recomendaciones de libros y mi experiencia:

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