Mary Oliver
Instrucciones para vivir una vida:
Prestar atención.
Asombrarse.
Contarlo.
Mary Oliver nació en Maple Heights, Ohio, el 10 de septiembre de 1935 y murió el 17 de enero de 2019 en Hobe Sound, Florida.
La descubrí no hace mucho y mi conexión con ella fue instantánea. Habla de la naturaleza, de la vida, de aquello que debemos disfrutar antes de que se nos escape.
En el blog Hablar de poesía, están algunos de sus dichos publicados en el libro A Poetry Handbook, traducidos por Elena González Capria (1)
Ya de joven decidí que no iba a dedicarme a enseñar porque me gustaba mucho enseñar. Pensé que si quería convertirme en una poeta de verdad (es decir, escribir los mejores poemas que pudiera) tenía que reservar mi tiempo y energía para esa tarea, y por lo tanto no debía hacer ninguna otra cosa que me resultara interesante como ocupación cotidiana. Por necesidad trabajé durante muchos años haciendo tareas muy diversas. Ninguna de ellas, para cumplir con mi promesa, me resultó interesante.
Entre las cosas que aprendí durante esos años, hubo dos de especial interés para los poetas. La primera, que es posible levantarse temprano por la mañana y tener tiempo para escribir (o, incluso, dar un paseo y después escribir) antes de ocuparse de la agenda del mundo. La otra, que para vivir con sencillez y honradamente alcanza con tener dinero para criar una gallina, y además es posible hacerlo con alegría.
Hay algo que siempre supe: que si no vivía mi vida inmersa en la única actividad que siento propia, y que además, para ser honesta, me inspira total felicidad y curiosidad, algún día iba a llegar el arrepentimiento amargo y mortal.
En 2017, la editorial Caleta Olivia publicó este su libro "El pájaro rojo". Con prólogo de María Teresa Andruetto, y versiones de sus poemas Natalia Leiderman y Patricio Foglia.
En sus palabras...
Habitualmente voy al bosque sola, sin un solo amigo, porque son todos sonreidores y conversadores, y por lo inapropiados.
No me gusta que me vean hablando con los pájaros. O abrazando al viejo roble negro. Yo tengo mi forma de rezar. Sin duda, tú tienes la tuya.
Y además, cuando estoy sola puedo convertirme en invisible. Puedo sentarme sobre un médano, quieta como un puñado de malezas, Hasta que los zorros pasan corriendo, despreocupados. Puedo escuchar dl sonido inaudible de las rosas cantando.
Si alguna vez has venido al bosque conmigo, debo quererte mucho.
(Cómo voy a bosque)En una inusual entrevista con Maria Shriver en 2011, Oliver comparte una de las motivaciones detrás de su poesía:
El Sol
¿Viste alguna vez
en tu vida
algo
más maravilloso?
la forma en la que el sol
cada tarde,
tranquilo y simple,
flota en el horizonte
entre las nubes o las colinas
o la rugosidad del mar
y se va.
Y cómo se desliza de nuevo
fuera de la oscuridad,
cada mañana
del otro lado del mundo
como una flor roja
que asciende en sus aceites celestiales,
digo, en una mañana a comienzos del verano
a una distancia imperial perfecta,
¿sentiste alguna vez un amor tan salvaje?,
¿crees que hay en algún lugar, en cualquier idioma,
una palabra tan grandiosa
para el placer
que te colma
cuando el sol
te alcanza,
cuando te calienta,
cuando estás ahí de pie,
con las manos vacías?,
¿o ya le diste la espalda a este mundo?,
¿o ya te volviste demasiado loco
por el poder,
No tengo gran esperanza respecto de que la Tierra pueda permanecer como era cuando yo era chica. De hecho, ya ha cambiado tanto. Y creo que cuando perdemos la conexión con el mundo natural, tendemos a olvidarnos que somos animales, que necesitamos de la Tierra. Y esto puede ser demoledor. Wendell Berry, un gran poeta, habla extensamente (en su obra) sobre la devastación que viene. Yo soy más bien de las que creen que atraemos más moscas con miel que con vinagre. Y entonces busco por el lado de ‘¿Notaste esta cosa maravillosa?’ ‘¿Te acordás de esto?'” (2)
Mary Oliver ganó el premio Pulitzer de poesía, la fotógrafa Molly Malone Cook, que murió en 2005, fue su pareja durante años. A los dos años de su fallecimiento, Mary quiso homenajearla en un libro, mitad recuerdo evocador mitad reflexión sobre la vida, el amor y el proceso creativo, entrelazando las fotografías de Molly con fragmentos de su diario y sus propios textos. “Nuestro mundo” es el maravilloso resultado de este homenaje. (3)
Se ha remarcado con frecuencia acerca de mi forma de escribir, que yo enfatizo la noción de atención. Esto empezó de forma simple; observar la manera en la que vuela el pájaro carpintero es muy diferente de la manera en la que la golondrina juega en el aire dorado del verano. Me proporcionaba placer darme cuenta de estas cosas, lo consideraba un buen primer paso. Pero, más adelante, viendo la manera en la que M. sacaba fotos, y observándola en el cuarto oscuro, al revelarlas, y además viendo la intensidad y la apertura con la que trataba con sus amigos, y con los extraños, entendí lo que significaba de verdad prestar atención. Empecé a comprender que la atención sin emoción no es más que un reportaje. Se necesita una apertura, una empatía, para prestar verdadera atención. M. tenía en abundancia esa apertura y empatía, y la regalaba generosamente. Durante los años en que la conocí, comprobé que ella tenía ese don, que a menudo era una carga, con nuestros amigos de toda la vida, conmigo, y con las caras e incluso los objetos que ella encontraba mientras salía a tomar fotos. Yo tenía veintimuchos o treinta y pocos años, y estaba llena de mis propios pensamientos, de mi propia presencia. Estaba ansiosa por abordar el mundo de las palabras, por dirigirme al mundo con palabras. Entonces M. me infundió este nivel más profundo de mirar y trabajar, de ver a través de lo visible lo invisible. Lo pienso siempre que miro sus fotografías; las imágenes de vitalidad, esperanza, resistencia, amabilidad, vulnerabilidad. Su mundo no era el de las margaritas, los pájaros o los árboles, como lo era el mío. Teníamos cada una de nosotras naturalezas separadas. Pero nuestras ideas, nuestra influencia la una sobre la otra, se convirtieron en una confluencia rica y duradera.
Sobre su pareja escribió
“La conozco tan bien, pienso. Pensaba. Sus codos y tobillos. Sus estados de ánimo y deseos. Sus angustias y travesuras. Y también su ira. Y sus devociones. Y después de todo eso, ¿nos conocemos de verdad? ¿Quién es esa persona con la que llevo viviendo treinta años? ¿Esa clara, oscura, encantadora mujer que silba?”.
En Argentina, la edición de Caleta Olivia, nos permite acceder a su obra. Les comparto alguno de mis poemas favoritos:
El pájaro rojo
El pájaro rojo llegó en pleno invierno
encendiendo el paisaje
como ningún otro.
encendiendo el paisaje
como ningún otro.
Por supuesto que adoro a los gorriones
esos pardos queridos
tan hambrientos y tantos.
Alimento a los pájaros y tengo
miedo de Dios. Sé que Él tiene muchos hijos
y no todos de espíritu valiente.
Igual, por la razón que sea—
quizás porque el invierno es largo
y el cielo azul oscuro
o quizás porque le corazón se encoge
tan seguido como se expande—
agradezco
que el pájaro rojo llegue en invierno
encendiendo el paisaje
como ningún otro.
Debemos estar bien preparados
La forma en que los teros lloran para protegerse.
La forma en que el zorro muerto sigue mirando la colina
con ojos brillantes.
La forma en que las hojas caen y después, la larga espera.
La forma en que el molde se encuentra con la torta,
la forma en que lo amargo avanza sobre la crema.
La forma en que el agua del río fluye, para no volver.
La forma en que los días pasan, para no volver.
La forma en que alguien vuelve, pero solo en un sueño.
Presentando a las aves
Miren, chicos, ahí esta el tímido
dodó, que no puede volar, la colorida
paloma llamada migratoria, el gran pingüino
Auk, el zarapito esquimal, el picamadero
conocido como Carpintero del Rey,
el...
Vamos chicos, apúrense— Hay tantas
cosas increíbles para mostrarles en
los oscuros cajones del museo.
Autorretrato
Cómo desearía tener veinte años y estar
enamorada de la vida
todavía llena de entusiasmo.
¡Vamos, viejas piernas!
Están las largas, pálidas dunas; del otro lado
las rosas florecen y saben de su labor
no es una carga para el espíritu.
¡Vamos, viejas piernas! Están las rosas, y está el mar
brillando como una canción, como un cuerpo
que quiero tocar
aunque ya no tengo veinte
y voy a cumplir ¡ay! Setenta. Y todavía
enamorada de la vida. Y todavía
llena de entusiasmo
Me despido con los primeros versos de otro poema (me quedaría con todos, se los copiaría todos para que los saboreen, en un día de sol o de lluvia)
No quiero vivir una vida pequeña. Abre tus ojos,abre tus manos. ...
(1) https://hablardepoesia.com.ar/2019/02/11/mary-oliver-es-infinitamente-creativa-la-vida/
(2) https://lausinamistica.wordpress.com/2013/02/04/la-poeta-del-asombro/
(3) https://lbtalks.org/literatura/la-historia-de-mary-oliver-y-molly-malone-cook-nuestro-mundo/
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