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lunes, 23 de diciembre de 2024

Cuento de Navidad

¡Feliz Navidad!


Hace unos años me llegó este cuento un día de Navidad. Me llegó leído por la Tere Andruetto. No lo conocía y lo busqué. Lo quise compartir como un regalo de Navidad. Pero no podía compartirlo con la voz de la Tere sin su autorización. Así que lo grabé. Eso fue hace unos cuantos años y el archivo se perdió. Se los dejo igual para que lo tengan.

Un regalo de Bradbury para nosotros. Un regalo de la Tere, para mí. Un regalo de mí para ustedes.





Foto de Vivian Maier.



Cuento de Navidad

[Cuento - Texto completo extraído de Ciudad Seba]
Ray Bradbury


El día siguiente sería Navidad y, mientras los tres se dirigían a la estación de naves espaciales, el padre y la madre estaban preocupados. Era el primer vuelo que el niño realizaría por el espacio, su primer viaje en cohete, y deseaban que fuera lo más agradable posible. Cuando en la aduana los obligaron a dejar el regalo porque excedía el peso máximo por pocas onzas, al igual que el arbolito con sus hermosas velas blancas, sintieron que les quitaban algo muy importante para celebrar esa fiesta. El niño esperaba a sus padres en la terminal. Cuando estos llegaron, murmuraban algo contra los oficiales interplanetarios.



-¿Qué haremos?

-Nada, ¿qué podemos hacer?

-¡Al niño le hacía tanta ilusión el árbol!

La sirena aulló, y los pasajeros fueron hacia el cohete de Marte. La madre y el padre fueron los últimos en entrar. El niño iba entre ellos, pálido y silencioso.

-Ya se me ocurrirá algo -dijo el padre.

-¿Qué…? -preguntó el niño.

El cohete despegó y se lanzó hacia arriba al espacio oscuro. Lanzó una estela de fuego y dejó atrás la Tierra, un 24 de diciembre de 2052, para dirigirse a un lugar donde no había tiempo, donde no había meses, ni años, ni horas. Los pasajeros durmieron durante el resto del primer “día”. Cerca de medianoche, hora terráquea según sus relojes neoyorquinos, el niño despertó y dijo:

-Quiero mirar por el ojo de buey.

-Todavía no -dijo el padre-. Más tarde.

-Quiero ver dónde estamos y a dónde vamos.

-Espera un poco -dijo el padre.

El padre había estado despierto, volviéndose a un lado y a otro, pensando en la fiesta de Navidad, en los regalos y en el árbol con sus velas blancas que había tenido que dejar en la aduana. Al fin creyó haber encontrado una idea que, si daba resultado, haría que el viaje fuera feliz y maravilloso.

-Hijo mío -dijo-, dentro de medía hora será Navidad.

-Oh -dijo la madre, consternada; había esperado que de algún modo el niño lo olvidaría. El rostro del pequeño se iluminó; le temblaron los labios.

-Sí, ya lo sé. ¿Tendré un regalo? ¿Tendré un árbol? Me lo prometieron.

-Sí, sí. todo eso y mucho más -dijo el padre.

-Pero… -empezó a decir la madre.

-Sí -dijo el padre-. Sí, de veras. Todo eso y más, mucho más. Perdón, un momento. Vuelvo pronto.

Los dejó solos unos veinte minutos. Cuando regresó, sonreía.

-Ya es casi la hora.

-¿Me prestas tu reloj? -preguntó el niño.

El padre le prestó su reloj. El niño lo sostuvo entre los dedos mientras el resto de la hora se extinguía en el fuego, el silencio y el imperceptible movimiento del cohete.

-¡Navidad! ¡Ya es Navidad! ¿Dónde está mi regalo?

-Ven, vamos a verlo -dijo el padre, y tomó al niño de la mano.

Salieron de la cabina, cruzaron el pasillo y subieron por una rampa. La madre los seguía.

-No entiendo.

-Ya lo entenderás -dijo el padre-. Hemos llegado.

Se detuvieron frente a una puerta cerrada que daba a una cabina. El padre llamó tres veces y luego dos, empleando un código. La puerta se abrió, llegó luz desde la cabina, y se oyó un murmullo de voces.

-Entra, hijo.

-Está oscuro.

-No tengas miedo, te llevaré de la mano. Entra, mamá.

Entraron en el cuarto y la puerta se cerró; el cuarto realmente estaba muy oscuro. Ante ellos se abría un inmenso ojo de vidrio, el ojo de buey, una ventana de metro y medio de alto por dos de ancho, por la cual podían ver el espacio. El niño se quedó sin aliento, maravillado. Detrás, el padre y la madre contemplaron el espectáculo, y entonces, en la oscuridad del cuarto, varias personas se pusieron a cantar.

-Feliz Navidad, hijo -dijo el padre.

Resonaron los viejos y familiares villancicos; el niño avanzó lentamente y aplastó la nariz contra el frío vidrio del ojo de buey. Y allí se quedó largo rato, simplemente mirando el espacio, la noche profunda y el resplandor, el resplandor de cien mil millones de maravillosas velas blancas.

FIN










sábado, 3 de agosto de 2024

Leyendo Cuentos: Un listado de cuentos seleccionados. Parte I



Alguien preguntó sobre los mejores cuentos. Y yo venía haciendo una selección de aquellos cuentos que elijo contar. No soy quien para elegir cuál es mejor que otro. Pero sí puedo hacer un listado de aquellos que me fueron recomendados más de una vez. De aquellos que son referencias obligadas porque alguien te los menciona, o te los comenta, o encontrás mencionados en otros libros, o aparecen como referencias de  autores que estás leyendo. Algo absolutamente personal. Que no sigue ni orden ni método y espero les sea de utilidad.

La lista es infinita pero por algún lado hay que empezar, arranco con 20 y luego seguirán otros (principalmente porque hay autores que no quiero repetir pero tienen más de un cuento que quisiera recomendar):

(les dejo los link para que lo lean si no lo conocen, en algunos casos hay una edición del cuento en alguna editorial que les puedo recomendar, principalmente para las versiones ilustradas)

1. El contador de historias de Saki.


Hermosa esta edición de Ekare, ilustrada por Alba Marina Rivera que tiene la biografía del autor.



2. Casa tomada de Julio Cortázar.

3. La aventura de un lector de Italo Calvino. En mi blog también le hice una entrada

4. El almohadón de plumas de Horacio Quiroga (encontré esta edición de FCE que parece interesante)




5. Funes el memorioso de Jorge Luis Borges

6. Cordero asado de Roald Dahl

7. La fiesta ajena Liliana Heker

8. Felicidad clandestina Clarice Linspector

9. El club de los perfectos Graciela Montes

10. ¡Silencio niños! Ema Wolf

11. Corazón delator Edgard Alan Poe

12. El sonido del trueno de Ray Bradbury o El ruido del trueno, ha sido muchas veces referenciado (hasta en Jurasik Park y en Los Simpson)




13. El ahogado más hermoso del mundo Gabriel García Márquez

14. El regalo de los reyes magos O´Henry

15. El traje nuevo del emperador Hans Christian Andersen

(un montón de versiones y reversiones de este clásico)

16. La pata del mono W W Jacobs

17. El fantasma de Canterville Oscar Wilde. Infinidad de publicaciones, más o menos ilustradas. Encontré esta de Alma que me gustaría conocer más cercanamente.




18. El hombrecito del azulejo Manuel Mujica Láinez

19. La lotería Shirley Jackson

20. El dinosaurio de Augusto Monterroso. Un microrrelato que les dejo para cerrar:

Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.