sábado, 25 de julio de 2020

"Los hermanos como mediadores de lectura".(un homenaje en el día del Libro)



Ilustración Luján Cordaro (¡gracias!)
IG: @lujancordaro

(esta entrada se publicó este año en el día del libro, pero en realidad podría ser en cualquier día por eso la actualizo en este mes, cuando vengo reuniendo todas las entradas del mismo tema)

Hoy se festeja el Día Internacional del Libro Infantil y Juvenil,  coincidiendo con el natalicio del escritor danés Hans Christian Andersen.

Estuve pensando mucho como hacer mi homenaje al libro, pero principalmente como homenajear a los pequeños lectores, que tanto me han dado y con los que tanto disfruto de los libros.

Y se me ocurrió hablarles de estos "Mediadores de lectura, que aún no aprendieron a leer".

Hace unos años atrás viajé a Espantapájaros Taller, en Bogotá,  a aprender sobre libros e infancias. Volví al año siguiente y  empecé a escribir esto que quedó olvidado por ahí. 

Espantapájaros, es un jardín infantil, una librería, y un taller, a donde asisten, niñas y niños desde los 8 meses a compartir cuentos (a escucharlos, a cantarlos, a saborearlos). Su directora es Yolanda Reyes, especialista en lectura en la primera infancia.  "Cuentos en pañales", es una actividad lúdica en torno a los libros , que hacen una o dos veces por semana. Lucía Liévano, fue mi mentora y quien se encargaba de las sesiones de cuento cuando estuve de visita. Durante unos 30 minutos (o más dependiendo de la edad) cantaban y contaban, bebés junto a sus cuidadores adultos.




Al crecer, después del año, algunos optan por asistir al jardín donde el ritual de la mañana arranca leyendo.  Los viernes, es la ocasión de pasar por la biblioteca, para escoger  los libros que se llevarán a casa. 





Son lectores, algunos, desde hace 3 o 4 años, aunque tengan esa edad. 

Julieta, tenía poco más de 3 años y  un hermano menor, Rafa (de un año), al que disfrutaba leerle. Sus padres me contaron, que se aprendió Diccionario para bebés, de Elisabeth Brami, de memoria.



 Los recuerdo a ambos sentados en el sillón de la sala familiar (es tan alto es el sillón, que aletean en el borde sus piecitos gordos), compartiendo lecturas. Julieta va pasando las páginas una a una, haciendo los sonidos y señalando las palabras, como si realmente estuviera leyendo para Rafa. Su hermano la acompaña atentamente, apuntando con sus dedos gorditos, ríe y disfruta de aquello que le llama la atención. Cuando termina, comienza a golpear con insistencia la tapa del libro, pidiéndole que vuelva a empezar. Comparten un lenguaje común, que casi no lleva palabras, apenas unas onomatopeyas, que repiten cada tanto, Se relacionan a través de esas imágenes que saben cargadas de significado. A veces, leen a dos voces, Julieta inicia un sonido, y Rafa lo completa.

Los hermanos mayores que asisten a Espantapájaros, saben que un libro es algo por lo que vale esperar quizás toda una semana para llevarlo a su casa, y quieren compartirlo con sus hermanos más pequeños. Sibila, la  madre  de Julieta, me contaba que un viernes, en la biblioteca de Espantapájaros, escogió cuatro libros para llevarse a su casa y se los pasó a Lucía, su maestra. Ella se los devolvió diciéndole:

- Juli, tu sabes muy bien que solo puedes llevar 3 libros, ve y deja uno.

La niña, con toda la seguridad de sus 3 años le respondió:

- ¡Es que solo llevo tres libros para mí, este es para mi hermano!.

Y allá se fueron entonces,  los cuatro libros en su bolsa, rumbo a su casa.

B., otro alumno de Espantapájaros, es hermano mayor de J.,  que con 8 meses asistía a Cuentos en Pañales. Es su mamá la que me contó, que en su bolsa de los viernes, no olvidaba llevar un libro para compartir con su hermanito.

G. era un bebé, el primer año que visité Espantapájaros,  aún le costaba quedarse en el jardín, y preguntaba por su mamá en todo momento. Ella estaba embarazada de su hermanita, y G, que casi no hablaba, se iluminaba al verla llegar . Al año siguiente cuando regresé me lo encontré transformado en un hermano mayor. Su madre me mostró un video, en donde juntos en el sofá de su casa.  “le lele” (en sus propias palabras), a su hermanita. Al verlos, cualquier diría que son demasiado pequeños , pero lo hacen son los mejores mediadores.

Aprendieron desde la cuna,  su amor por los libros, y no lo esconden sino que lo comparten. 

En este día tan especial, espero que muchos libros encuentren a muchos lectores de todas las edades. Principalmente a aquellos que no creemos que pueden leer.

Cuando un libro realmente alcanza a un lector,  la lectura puede transformarse en alimento,  manta,  juego,  caricia, o abrazo.

Lo digo, porque ellas y ellos, sin mediar palabra, me lo enseñaron.




Si quieren leer más sobre mi experiencia en Espantapájaros pueden ver acá y acá

No hay comentarios:

Publicar un comentario