Esta vez voy a arrancar el día con una reflexión personal.
Y quizás sea este el momento en que reinicie esos momentos que antes eran frecuentes en mi facebook y ahora tengo ganas de compartir en mi blog.
Me inspiré en esta imagen de mi querido Snoopy, pero lo que realmente me motiva a hacerlo es que las que estamos en las aulas, vivimos resistiendo.
Es la última etapa del año escolar. Un año que no ha sido fácil, (cada año resulta más difícil que el anterior aunque resulte imposible de creer).
Las aulas están atravesadas por las secuelas que nos dejaron dos años de pandemia y la falta de cintura del sistema educativo para responder a esta necesidad.
Esto hace que en general las y los docentes (voy a hablar en femenino, después de todo incluye a la mayoría) estemos realmente agobiadas.
No es solo intentar enseñar una disciplina (en mi caso biología) sino enseñar el oficio de estudiante que ha sido olvidado. Esto que necesitamos: llegar a tiempo, tener carpeta, traer el material, anotar las fechas importantes, copiar del pizarrón cuando se necesite, o simplemente escribir en un papel para sentir como las letras aparecen con el hacer de tu mano, con un trazo único y personal.
Aprender junto con ellos/ellas de nuevas formas de convivencia, atender a las dificultades asociadas a las situaciones de salud mental, y dar más.
Ese dar más en mi caso tiene que ver con leer en el aula, porque creo que es indispensable (leer textos y leer estudiantes), hablar temas de ESI porque sabemos que se necesita (y además es nuestra obligación), iniciar conversaciones y escuchar , crear con ellos/ellas (hacer arte), enseñar habilidades TIC (no me hagan hablar de lo que es ser "nativos digitales" término que discuto continuamente), construir confianza, vínculos, cooperación, pensamiento crítico, cuidado por el ambiente, etc.
En 3 horas de 40 minutos de clase (que muchas veces se suspenden o se acortan) cuando lo escribo me parece una tarea imposible.
Y sin embargo, corrigiendo recuperatorios y viendo cuánto han avanzado ellas/ellos, creo que se logra.
Porque aún los que llegaron a esta instancia y que quizás no aprueben todos los contenidos en diciembre, avanzaron. Desde no hacer otra cosa que perderse en el celular, a poder escribir un texto coherente y usar correctamente los términos de biología. Desde no entender y frustrarse a construir su propio aprendizaje. Desde no pedir ayuda a pedirla. Desde no interesarse por nada a mirarme a los ojos y sonreír. Desde no venir a clase a venir. Desde no estar ahí a detectar que hay alguien. Desde no saber que puedo a poder. Desde no completar dos renglones sin sacudir la mano que se cansa hasta terminar dos hojas de respuestas.
Fueron meses de trabajo y frustración. Que no terminará. Llegué a Diciembre pensando en todo lo que no hice. Más salidas, más laboratorio, que tengan todos la carpeta, preguntarles más seguido que aprendieron, hablar de temas de ESI como me propuse, terminar el cuaderno (un proyecto de bitácora), hacer más fanzines, incentivar a que más participen de #proyectomirarelmundo.
Pero nos cuesta ver lo que logramos.
Porque además siento que estamos solas en esto. Desde el Ministerio, de las familias, en la sociedad, hay una mirada sobre lo que hacemos cargada de reproches.
Somos lo que falta.
Somos quienes faltan y dejan alumnos y alumnas sin clase. Algunos saben lo que ocurrió cuando me esguincé este año. Falté solo una semana, con muchísima culpa, el sistema de licencia no me dio más que tres días, estuve de pie y caminando con mucho dolor más de un mes y sigo en rehabilitación.
Somos quienes no queremos trabajar. Por eso hay que sumar jornadas obligatorias, ir los sábados, y asistir en diciembre hasta el último día de clase, aún cuando no tengamos estudiantes ni obligaciones.
Somos quienes "no aprueban" a los estudiantes. (porque el aprobar y el aprender están reñidos, no importa si aprenden lo importante es si aprueban).
Pero sé que todo es por ustedes, mis alumnos y alumnas.
Cuando les pido que lo hagan de nuevo es porque creo que lo pueden hacer mejor, aunque tenga que corregir el doble o el triple de tarea. Cuando quisiera tener hora libre (como ustedes) pero les propongo crear un fanzine es porque pienso que ustedes tienen más que mostrar al mundo. Cuando les pido que hagamos, aún cuando yo tampoco tengo ganas de hacer, es porque lo necesitamos. Entre el hacer y el dejarse hacer hay una diferencia, entre ser observadores y ser creadores hay un salto.
Lo que parece más fácil es siempre lo más difícil.
Sepan que intenté, con varios fracasos y errores a cuestas, que ese espacio del aula sea diferente al resto.
Que sea refugio, trampolín, ventana, escalera, puerta, catalejo, para mirar el mundo.
En estos días estuve releyendo a Jorge Larrosa, quien en su libro "Esperando no se sabe qué: Sobre el oficio de profesor". dice:
La escuela no está (solo) para la preparación para la vida. Y tampoco está (solo) para la socialización, para ese proceso que consiste en hacer de los cachorros humanos miembros de una sociedad, de una cultura o de una forma de humanidad determinada...
El objetivo de la escuela "ha de ser enseñar a los niños cómo es el mundo y no instruirlos en el arte de vivir". Además no se puede "educar sin enseñar", porque la educación no puede ser solo "una retórica moral-emotiva". Y, desde luego, "cualquiera puede aprender cosas hasta el fin de sus días sin que por eso se convierta en una persona educada". La escuela está para el mundo, para que los niños y los jóvenes se interesen por el mundo, para que le presten atención, para que lo cuiden y lo renueven.
Lo intenté.
Y si lo hice mal, sepan que lo volveré a intentar.
Porque lo que en realidad quisiera que se llevaran consigo es eso: una se equivoca una vez o muchas, aprender siempre es volver a intentarlo.
En estos días estuve releyendo a Jorge Larrosa, quien en su libro "Esperando no se sabe qué: Sobre el oficio de profesor". dice:
La escuela no está (solo) para la preparación para la vida. Y tampoco está (solo) para la socialización, para ese proceso que consiste en hacer de los cachorros humanos miembros de una sociedad, de una cultura o de una forma de humanidad determinada...
El objetivo de la escuela "ha de ser enseñar a los niños cómo es el mundo y no instruirlos en el arte de vivir". Además no se puede "educar sin enseñar", porque la educación no puede ser solo "una retórica moral-emotiva". Y, desde luego, "cualquiera puede aprender cosas hasta el fin de sus días sin que por eso se convierta en una persona educada". La escuela está para el mundo, para que los niños y los jóvenes se interesen por el mundo, para que le presten atención, para que lo cuiden y lo renueven.
Lo intenté.
Y si lo hice mal, sepan que lo volveré a intentar.
Porque lo que en realidad quisiera que se llevaran consigo es eso: una se equivoca una vez o muchas, aprender siempre es volver a intentarlo.
Así empezamos el año, hablando del error.
Con el cuento de Lili Bodoc que pueden leer y descargar gratis ilustrado por Cecilia Varela
(y a quienes sean docentes les dejo este libro que amo)
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