Reúno en esta entrada libros de poesía, sobre ser madre, ser hija.
Sobre la maternidad.
Poetas de aquí y de allá que nos hablan a las que fuimos nombradas así por otro/otra.
Que nos hablan a nosotras de la relación con nuestras madres.
Son distintas maternidades.
Porque justamente no hay un solo modo de ser madres.
Vaya mi regalo en este día.
(les dejo otra entrada de poesía acá )
madre
Natalia Schapiro
En “Bosque cotidiano”. El andamio
Reconozco el comienzo del día
en esta pena que hunde
y cojo a mi madre vieja
desde allí va saliendo
el pañuelo de la mañana.
Los enojos se deshilacharon
hermano amor antiguo
pegado a los huesos.
Y ahora estás tan frágil
solo puedo cuidarte
del viento.
estando en el parque Alem, miro a mi hijo
jugar, la naturalidad con que avanza
por sobre los obstáculos sociales de
los niños que miran hacia otro lado cuando
les pregunta si quieren jugar a la pelota, correr
¿Hasta allá o dale que yo soy un astronauta?
Debo ver más que eso, escribir sobre
cosas trascendentales: es mi unigénito, nadie
se le comparará, nadie
Se disputará sus juguetes, el raro.
amor que tengo para darle, pero
no, soy una reina de todo
lo que no se ve, y el niño
—también él—bucea en una
inédita oscuridad: yo no
lo conozco, mi cuerpo lo arrojó,
un día, al mundo,
y desde entonces, una sincronicidad
adversario nos trabaja, alejándonos, salvo
en los escasos momentos de ternura
toco su pelo, lo miro, es
alto para su edad y objetivamente hermoso, tiene
una disposición afectuosa
hacia la gente en general —en eso
Tampoco nos parecemos—ronda
un tiempo que no es mi tiempo, tiene
un sol naranja alumbrándole en este preciso instante,
volviendo un poco tornadosolado su pelo
la frente es ancha
nuestros ojos se parecen
mucho
El viaje. Elena Anníballi
Editorial Salta el pez
Pasó un mes desde que nació
y evito los espejos
no sé por qué digo vacío
cuando lo que quiero decir
es otra cosa
...
fragmento
Gabriela Larralde
La trama materna
Caleta Olivia

MARÍA TERESA ANDRUETTO
Poesía reunida. Ediciones en Danza.
Prestar oído
a mi madre
Yo sólo quería escuchar oído
a tu corazón, y así estuvimos las dos,
vos en la historia que se quebraba,
yo en la voz que llega cada tanto
para sentir en carne viva
que toda madre lleva una mujer
colgada al cuello. . . . . . . . * *Sharon Olds

Para nada más
Mar Benegas
En 9 lunas (poemas para esperarte Ilustrado por Concha Pasamar ).Litera Libros.
Para verte soplar un diente de león.
Para plantar una semilla contigo. Para observarla.
Para verla romper la tierra y asomarse.
Para verla crecer. Para verte crecer.
Para que sea un árbol.
Para estar abajo cuando lo trepes.
Para ver sus frutos.
Para que tú los comas y te manches
y te alimente y sonrías desde sus ramas.
Para mecerte y abrazarte. Besarte y sonreírte.
Para cantar.
Para darte palabras y que nombres el mundo.
Para limpiarte las heridas: las del alma,
las del cuerpo.
Para ser la memoria de los que ya no están.
Para encontrar el camino contigo.
Para no dejarte caer. Para que confies.
Para que mires el cielo
Para ser de leche. Y de pan. Y de nana.
Para ser el carcaj que te proteja, siempre.
Y el arco que te impulso.
Para mirarte. Para escucharte desde dentro.
Para dejarte hablar y hablarte.
mirándote a los ojos.
Para tender un puente. Para mostrarte la barca
Para ser el puente y la barca
Para cuidar tu fiebre. Para arroparte.
Para tejer con sus manos una roja, un abrigo
una constelación de alegría.
Para permanecer.
Para cuidar tu voz. Para que nadie te llame.
Para acompañarte. Para dejarte avanzar
Para luchar a tu lado.
Para crecer contigo.
Solo para eso y para nada más.
sirve a una madre

Por que las mujeres nos quemamos con el horno
Laura Wittner
En Traducción de la ruta (Ed Gog & Magog)
La marquita roja la tenemos todas.
Acá en la mano izquierda, con la que escriba
está también mi quemadura de horno.
Si el miro muy fijo, sobre la radio
se me despliega en tres:
se me tridimensiona la muñeca
y entrecerrando los ojos pueden verso
la muñeca de mi madre, la de mi abuela
y, en un tirón hacia delante, la de mi hija
picada de mosquitos, pulida y ya dispuesta
a la marca de la rejilla ardiente.
BEGOÑA ABAD .
En “Bajo el techo de los árboles”
Ed Pregunta
Vestir a mi madre
Un día sucede, sin aviso
Que te agachas definitivamente
a ras del suelo,
que tocas sus pies y las descalzas,
que comienzas a mirarla desde abajo
sin verle los ojos
comienza a vestirla y ella se deja
apoyando sus manos en tus hombros.
Y no sucede nada más,
sin embargo tú percibes su derrota,
y comienzas a amarla de otro modo,
vencida tú también, ambas vencidas,
y el tiempo comienza la cuenta atrás.
BEGOÑA ABAD
No necesito un hijo que me quiera,
ni que sea feliz, ni hermoso,
ni que triunfo y me sonría,
ni un hijo que me cuide,
me proteja, me tutele.
Necesito, simplemente,
un hijo que me sobreviva
y al que poder amar hasta el final.
Si me faltara,
¿Qué haría yo con tanto amor?
¿Cómo me crece para él?
¿cada mañana?
ROBERTA IANNAMICO
En “Rosa” Gog&Magog.
es una madre
insomne
distraído
alienada
por la rutina.

Natalia Litvinova
En “Cesto de trenzas” Editorial La bella
Varsovia
Las mujeres de mi familia.
guardan el cabello
que se cortan
en un cesto de trenzas.
Es una tradición antigua,
ya no se sabe
quién la inició.
Mechones, bucles,
pelo suelto,
cobrizo, rubio,
o ceniza.
Temo que los roben
las urracas
o que lleguen
a manos de una bruja
Si viene
no le abras la puerta
Y si abres
no los dejes pasar
Y si abres
no le des sal ni pan.
Todo lo que haya tocado
lo convertir
en su elemento
advierte a la abuela.
Daniel creciendo
Piedad Bonet
Con el oído del corazón oigo la música secreta de tu cuerpo
el crepitar de tus huesos creciendo,
un animal poderoso que te sube en la voz,
la turba de tus sueños, las mareas
Que con fuerza te alejan de mi orilla.
Por los rincones todos de la casa
vas dejando tu antigua piel,
y abrumador y espléndido descubres
tu desnudez que humilla los espejos.
Yo torpe, yo asustada,
Desde mi torre ondeo mis pañuelos.
Abandonas
tu tierra de milagros donde es rey el silencio,
tu universo de ciegos resplandores
sin mirar hacia atrás.
En la mañana
en que trémulo vuelves la cabeza
para leer las cifras de aquel tiempo
un mar de sal te velará los ojos.Raquel Graciela Fernández
(Editorial Apócrifa)
Los poemas dedicados a mi madre.
Siempre me hicieron sentir un poco incómodo.
Quizás porque la mía nunca encajó
en el estereotipo de santa,
ángel terrestre
fuente inagotable de dulzura y consuelo.
Quizás porque tampoco nunca encajé
en esos derroches de devoción lírica.
Los poemas dedicados a la madre.
siempre me parecieron un poco forzados,
un poco exagerados,
demasiado prolijos.
Poemas de hijos perfectos
escritos para madres perfectas.
Muchas flores y pocos dardos,
y eso no es la vida.
Esa no es mi vida.
Ni la de ella.
...
Sharon Olds
El apretón
En “La materia de este mundo” Ed. Gog y Magog. (Trad: Inés Garland e Ignacio Di Tullio)
Ella tenía cuatro, él tenía uno. Estaba lloviendo, estábamos resfriados,
Habíamos estado dos semanas seguidas en el departamento.
la agarré para que no lo empuje de
cara al piso, otra vez, y cuando la agarré
la muñeca le apreté, ferozmente, por un par
de segundos, para impresionarla,
para lastimarla, nuestra querida hija mayor, hasta casi
saboreé la sensación punzante del apretón, la
expresión de mi ira, invadiéndola,
“Nunca, nunca más”, el sermón
justiciero junto con el apretón. Pasó muy
rápido — agarrar, apretar, apretar,
apretar, soltar y al primer exceso
de fuerza, giró su cabeza como para comprobar
quién era ésta, y me vió,
y me miró — sí, esta era su mamá,
su mamá estaba haciendo esto. Los ojos
oscuros, profundamente abiertos me asimilaron,
me conocí, en el shock del momento.
me captó. Esta era su madre, una de las
dos personas que ella más amaba, las dos
que más la amaban, cerca del origen del amor.
estaba esto.
Les dejo un extra, en este enlace pueden descargarse una selección de poemas que preparará para compartir con un club de lectura "Mamá lectoras".
Están estos poemas y otros.
Acá mismo o en mi IG pueden dejarme sus recomendaciones.