No nos conocemos en persona pero realmente siento como si ...
Silvia es una de las posibilidades que me ha brindado el facebook de abrir mi pequeño universo a gente que nunca hubiera encontrado de otro modo.
Una posibilidad enorme que debo agradecer.
La conocí a través de su blog “El ojo ajeno”.
El blog es un espacio luminoso, que nos invita a asomarnos a la intimidad de los escritores a los que conocemos por sus libros. Las fotos de Uri Gordon, son hermosas, pero además nos permiten observar esos detalles cotidianos que nos dicen mucho de quienes nos hablan. Las entrevistas de Silvia, siempre con su toque de calidez, nos abren la puerta que nos permite avanzar al lado privado de personas públicas.
Les recomiendo que no demoren en visitarlo, si es que aún no lo conocen…
Le pedí a ella misma que se presentara…y me sorprendió todo su recorrido (me había enterado que conocía a mi querida Yolanda, pero no sabia todo lo que habían hecho juntas)
“..Viví muchos años en Colombia y comencé mi carrera en el mundo de la lectura y los libros en Fundalectura (antes era la Asociación Colombiana para el Libro infantil y juvenil). Trabajé allí cerca de siete años, junto a Silvia Castrillón, María Elvira Charria (ambas grandes referentes en Latinoamérica) y conocí a Yolanda Reyes, que era muy joven como yo y empezaba con Espantapájaros. Con Yolanda trabajamos muchísimo juntas (hasta escribimos una serie para TV). Fui también docente en todos los niveles.
Cuando regresé a Buenos Aires, trabajé en Quirquincho, allí conocí a muchos de los autores con quienes mantengo amistad. Luego fui a Norma y poco después me convocaron del Cerlalc para coordinar un proyecto maravilloso que se llamó "La gran aventura de leer y escribir". Por ese proyecto regresé a Bogotá y estuve tres años. Volví a la Argentina porque ya no quería seguir viviendo fuera del país y me vinculé a Editorial Atlántida donde fui editora y luego Directora editorial por diez años. Cuando la compró Televisa me fui y estuve un tiempo trabajando para Fundación Leer y luego entré en Sigmar como jefa de ediciones, donde sigo actualmente.
Entre tanto seguí escribiendo (a veces para la TV) y realizando trabajos free lance. Trabajé en un bachillerato Popular como profe de Lengua, en fin, un poco aquí y un poco allá. “…
Es también escritora, así que si quieren disfrutar un texto de su autoría, les dejo este link de Imaginaria. Pueden leer un fragmento de “Viva el miedo”, libro escrito a cuatro manos junto con su hermana Cristina Portorrico, (...por si llegaron a creer que las brujas no existen).
http://www.imaginaria.com.ar/04/7/miedo.htm
¡Gracias Silvia por entrar como protagonista en un blog ajeno!…
Recuerdo de manera especial los relatos que me leía mi mamá en un libro que nunca pude volver a conseguir llamado "El herrero armonioso". El segundo libro que recuerdo, en realidad son dos: una recopilación de cuentos de Menéndez Pidal que me regaló mi papá a los nueve o diez años y me veo leyendo una y otra vez esas maravillosas historias que solo tenían pequeñas viñetas ilustradas en blanco y negro. Eran libros gordos que yo deseaba fervientemente que no se terminaran nunca.
El recuerdo de mi inicio lector está asociado de manera automática a mis padres. Fueron ellos los que me acercaron a la lectura, me rodearon de libros y con sus voces amorosas, me acunaron con nanas, canciones y poesías.
Tuve dos maneras de relacionarme con los libros durante mi infancia, cuando ya conseguí ser una lectora autónoma. La primera fue la convencional: lecturas en mi cama o debajo de un árbol que había en el jardín. La otra fue jugando, construyendo casas, ciudades enteras con los libros como objetos, ladrillos, puentes. Tal como lo describe Lygia Bojunga en un hermoso texto. Los libros de la biblioteca familiar eran mis juguetes.
Hoy en día ¿en qué lugar te gusta leer? ¿Tienes algún hábito o costumbre que te caracterice al momento de comenzar a leer, o al escoger un libro?
Por mi profesión de editora, podría decirse que me paso el día leyendo. Pero no siempre son mis lecturas favoritas. Cuando puedo leer los libros que elijo para mí, usualmente lo hago en la cama, antes de dormir y, ahora que me regalaron un kindle, también en el colectivo y los sitios donde hay que esperar a que te atiendan, colas en los bancos, etcétera.
Un
libro es como una extensión de mi cuerpo, parte inherente a mi
persona. Algo que no me imagino que me pueda faltar. (Esas fueron muchas
palabras. Si me pedís una sola palabra, podría ser: satisfacción).
Se me ocurre una imagen, tal vez sea una pavada, pero se me ocurre algo así como el Big Bang, la lectura como un universo en expansión, y si te preguntás hacia dónde se expande el universo, te volvés loco, bueno, algo así. Yo siento que me expando cuando leo, incluso cuando leo algo que considero de poco interés, siempre me deja algo nuevo. Me ayuda a construir mis preguntas clave, aunque pocas veces encuentre respuestas. También leer algo bien escrito me produce un intenso placer estético.
Tengo una pila en mi mesita de luz. Ahora estoy leyendo Infancia, de Coetzee, que me regaló mi hijo para mi cumpleaños.
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