martes, 6 de diciembre de 2016

Eso no es para vos, ( sobre los padres como mediadores, y las librerías como medios)

Un libro que lei el año pasado fue Esto no es para vos Reflexiones sobre el campo de la Literatura Infantil y Juvenil, de la querida Sandra Comino, publicado por Editorial La Bohemia. Me lo compré en la Feria del Libro el mismo día en que conocí a Sandra.






Es un libro muy recomendable, para los que como yo, intentamos oficiar de mediadores entre libros y lectores. 

Reúne una serie de conferencias, charlas, ponencias...Y la verdad es que varias me han dejado pensando.

Quiero detenerme en un capítulo, imperdible...
"Literatura Infantil y Juvenil, Un largo camino hacia el (des) encuentro Aciertos, desaciertos y desconciertos de la literatura para chicos."
Trata sobre las elecciones que se hacen antes de que un libro llegue a los chicos. Muchas. Y las elecciones no deben ser azarosas, porque de algún modo si un chico tiene la oportunidad de encontrarse con un libro esa elección tiene que ser especial.
Hay un elección que fundamentalmente me preocupa...los padres. O sea nosotros...¿cómo elegimos?...

Yo creo que en general, muy mal.

No es nuestra culpa...No del todo..

Si un padre quiere buscar un libro, lo más lógico es que vaya a buscarlo a la librería. ¿Quién orienta a los padres en esa selva enorme que es una librería? ¿El vendedor?

Y acá les quiero hablar de la experiencia de comprar en una librería no especializada, en una librería de las llamadas de cadena. 

Sandra, menciona en su libro que

El librero de Koreander de "La historia sin Fin", poco a poco es reemplazado por libreros (por lo menos en las grandes ciudades) de cadenas de librerías o hiperlibrerías que son vendedores transitorios y la mayoría ni siquiera son lectores. Si lo fueran no podrían estar al tanto de las novedades porque es imposible.

Les cuento sobre una pequeña investigación de campo que realicé en Diciembre pasado, y que, se volvió a confirmar en cada una de las incursiones que realicé este año.

Recorrí al menos 7 librerías, varias más de una vez. 4 de la misma cadena, ubicadas en el barrio de Saavedra y Belgrano, y otras 3 pertenecientes, a otra cadena distintas y una que podríamos llamar, independiente, pero no especializada, todas en mi zona de recorrida, Belgrano, Palermo y Saavedra, en CABA.

Estas son algunas de las escenas que tuve la oportunidad de presenciar.

Escena 1
Entra un nene de unos 3 años a la librería con el papá. Van directo al sector de video, eligen 2 videos. El papá le dice que tienen que esperar mientras la mamá busca otra cosa y le muestra el sector de libros (acá la opción de ver libros era con la intención de "hacer tiempo"). El nene se aferra a La bruja Winnie de Korky Paul y Valerie Thomas, de Océano (es uno de los favoritos del Picnic de Florida, y mío también, aunque yo tengo la edición vieja, de Atlántida en que Winnie se llamaba Berta). Es lógico que se sintiera atraido, los dibujos de Korky Paul a mi también me resultan atrapantes y estaba justo enfrente de los videos. El papá le dice que no puede llevar todo...y le sugiere mirar más libros. Intenta por todos los medios de que se lleve un libro de mostruos y dragones de tipo informativo, que al nene no lo convence. Entonces le dice que mejor lleven los videos, y que vuelven otro día.

Escena 2
Una mamá entra a la librería con un nene de 9 años, rápido, el nene, toma un libro de Gaturro del estante ...La mamá intenta decirle que pueden mirar otros, el nene se empecina...La mamá mira desesperada a los lados en busca de una vendedora que la asista...No encuentra. Trata de buscar algún libro de Gerónimo Stilton que son los que ocupan todo el espacio central y está a la vista, para convencerlo de reemplazar el de Gaturro...

Escena 3
Una tía  busca un libro que regalar. Le pregunta a la vendedora por la colección de Elige tu propia aventura. La vendedora le dice que está agotado. La tía intenta buscar alguna otra cosa y le pregunta a su sobrina, por teléfono, algunos títulos o autores. Su única referencia es el nombre de la autora que leyó este año en el colegio pero no encuentra otro libro de ella en la colección en que busca, y está a punto de irse con las manos vacías...

Escena 4
Estoy en otra librería buscando otro libro de Sandra Comino. Una señora le pregunta a un vendedor si la puede orientar en el sector infantil. Especificamente le pregunta si los libros están ordenados por edades porque tiene un chico de 4 y otro de 7. El vendedor le responde que le va a avisar a la encargada del sector. (la vendedora, pobre, le está contando hace 15 minutos sus problemas de salud a alguien por teléfono y no tiene tiempo, ni ganas de intervenir). Compadecida me acerco y le explico que en algunas colecciones en la contratapa,  dice más o menos la edad orientativa. Resultó ser un descubrimiento para ella. Cuando hablamos y le recomiendo algunos, me agradece, porque no conoce ni autores ni características de los libros. Mientras hablamos al menos otros 15 o 20 minutos, ningún vendedor se acercó y a todos los que intentó capturar le decían que no sabían porque no eran del sector infantil.

Escena 5

En el sector infantil de una librería ubicada en Cabildo y Juramento, a la que frecuento, alguien entra y consulta en la búsqueda de un regalo especial, para un niño que cumplirá dos años. El vendedor le ofrece un libro con Cuentos Clásicos, de esos que no sabemos quien los adaptó, ni quien los ilustra. Estoy justo al lado buscando libros en la sección de bebés para el próximo picnic. Me animo a interceder por unos libros que veo unos estantes debajo y que pienso le pueden ser de utilidad. Son los de María Elena Walsh que se volvieron a reeditar con las ilustraciones de Pedro Vilar (reconozco que estoy cada vez mas falta de vergüenza y que solo me limito cuando estoy con mis hijos) 
La mujer estuvo al menos media hora revisando conmigo estanterías, (el vendedor hacía rato que nos había abandonado). Eligió una selección de libros para regalar y para sus propios hijos.
 Al irse me agradeció enfáticamente, diciéndome que había sido un descubrimiento para ella,  que había disfrutado mucho. Creo que varios libros de los compró, eran más para ella, que para compartir, algo que sucede con los libros álbum.

Tengo muchas más anécdotas. La mayoría sin final feliz. Veía, con desencanto, ante un festín de buenos libros, irse a los padres y a los chicos, con lo mismo de siempre, o lo que es peor, quizás, con las manos vacías



Conclusión, (preliminar...)

Los padres (no todos los padres, pero yo me recuerdo así hace unos años atrás, o con mi primera hija) no sabemos NADA de literatura infantil y juvenil...o casi nada. 

Aún si supierámos, o conociéramos, es imposible abarcar esta abundante oferta que llega a las librerías.

La principal orientación nos la da el colegio (salvo que leamos revistas, o recomendaciones o tengamos la posibilidad de que nos orienten otros).

En el colegio, la selección la suelen hacer los maestros. Los cuales, tampoco conocen demasiado de autores, novedades, o diversidad. Me parece que muchos escogen por modas o los promotores, o dentro de lo que ya es tradición en la escuela.. En conclusión, su orientación nos resultará escasa y parcial.

En las escuelas, ¿se lee?. Poco, (no en todas, me he encontrado en estos años con bibliotecarios que son unos mediadores absolutamente dedicados a su tarea) y en general repetido

En un año con suerte, quizás sean 2 o 3 los libros de lectura obligatoria (nunca, en un año, mis hijos han leido más de dos o a lo sumo 2 obras diferentes como parte del programa, en general me piden 3 y no llegamos nunca a la tercera). Mientras la variedad de libros, formatos, precios, características, es inmensa y sigue en aumento.

Houston, tenemos un problema

Sandra nos dice...

..El rol del mediador a estas alturas es más que importante.  El maestro, el bibliotecario formado y que lee por placer es el único que puede venir a salvar la situación. El criterio de selección  aquí es fundamental. Para decir no a la literatura basura.

El caso de los maestros o bibliotecarios, lo dejaré de lado en este momento. Los padres, tíos o abuelos,  preocupados porque nuestros niños y adolescentes lean. Tendrán en mente esta otra pregunta: ¿qué queremos que lean?.

Sandra hace una defensa de los libros de calidad al citar unas palabras de Graciela Cabal:

Una de las cosas que pasan una vez y para siempre en la infancia son los primeros encuentros con los libros. De ahí la importancia de la calidad de esos primeros encuentros, de esas primera escenas de lectura de las que, con frecuencia, hablan los escritores de sus libros, y que suelen ser vividas como verdaderos deslumbramientos gozosos: ¿Acceden los chicos, nuestros chicos, a esta clase de felicidad?

Quisiera que sí. No solo eso. Trabajo diario porque sea así.

Les recomiendo ir a buscar ese capítulo del libro, donde aparece la comparación entre dos textos, uno comercial, y otro literario. Le agradezco infinitamente a Sandra, hacer visible lo que a mi me resulta difícil nombrar, y apenas puedo intuir. Es como la diferencia entre sentir el amanecer y describírselo a una persona que a la distancia, desea acompañarnos. 

Creo, volviendo a este tema que me preocupa, que hay que pensar alguna manera de ayudarnos, entre los padres, abuelos, tíos, y entre los padres-maestros, también. 

A punto de cumplir dos años con Picnic de Palabras Florida, debo reconocer , que es eso lo que intentaba también hacer al llevar los libros a la plaza. Mostrar una selección (parcial si se quiere, personal también), que a veces resulta difícil encontrar en las librerías (no porque no estén, sino porque no la llegamos a ver) para colaborar con niños y padres.

Sandra termina el capítulo diciéndo:
Creo que mientras existan personas dispuestas a rescatar la buena literatura, ahí está el motivo por el cual la LIJ seguirá INTACTA.   
 
Para que esto ocurra, creo que cada uno de nosotros tiene que asumir un papel activo.

Acá, ya no solo hablo como mediadora, sino también como madre, como tía, y como docente (pero de eso hablaré en otro post).

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