Mostrando entradas con la etiqueta María Elena Walsh. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta María Elena Walsh. Mostrar todas las entradas

jueves, 1 de febrero de 2024

Leyendo mujeres; María Elena Walsh, la muy querida.

 



Foto: Sara Facio






María Elena Walsh Nació en Villa Sarmiento, en el Partido de Morón, en la zona oeste del Gran Buenos Aires. Llegó al mundo el 1 de febrero del Año 1930. Falleció un 10 de Enero de 2011. 

Fue nuestra poeta, escritora, cantautora, dramaturga y compositora.

Fue mi infancia, y la de muchos y muchas.

María Elena fue la creadora de las canciones que guardamos en un rincón de la memoria. María Elena es quien nos canta, nos acuna, nos llama con sus versos.


Su padre, Enrique Walsh, era un empleado ferroviario de origen inglés que trabajaba como jefe de contaduría del departamento contable del  Ferrocarril y tocaba muy bien el piano . Los abuelos Londinenses de María Elena, David y Agnes Hoare, habían arribado al país en 1872. De la cultura popular inglesa María Elena tomaría las rimas infantiles, canciones tradicionales para niños, el absurdo  británico, los limericks , fuente de inspiración en su obra.


Su madre, Lucía Elena Monsalvo,  hija de padre argentino y madre andaluza,  tenía diez hermanos. Se había casado con el padre de María Elena en segundas nupcias y tuvieron dos hijas, Susana y María Elena. Del Primer Matrimonio su padre tuvo además cuatro hijos.

Fue criada en un gran caserón ubicado en la localidad de Villa Sarmiento , en el partido de Morón , con patios, gallinero, rosales, gatos, limoneros, naranjos y una higuera. Ese ambiente respiraba libertad. La canción Fideos finos y su primera novela, Novios de antaño (1990), de raíz autobiográfica, están dedicadas a relatar y reconstruir los recuerdos de su infancia.

Estudió en la Escuela Nacional de Bellas Artes. Su primer poema se publicó en la Revista Hogar, y en 1947 apareció su primer libro de poemas: Otoño imperdonable . La obra le supuso el reconocimiento en los circuitos literarios de la época y el padrinazgo del poeta Juan Ramón Jimenez , quien la invitó a instalarse una temporada en los Estados Unidos.  La experiencia no resultó fácil para la autora y sin embargo, este viaje fue el primero de una serie de travesías que daría pie a su formación.

En 1952 viajó a Europa, junto a la folclorista Leda Valladares. Integraban el dúo Leda y María;  actuaron y grabaron discos en París, Londres y Colonia (Alemania).

Durante toda su carrera publicó más de 20 discos y escribió más de 50 libros. Entre los artistas que difundieron el cancionero de María Elena Walsh se destacan el Cuarteto Zupay , Luis Aguilé , Mercedes Sosa , Jairo , Rosa León y Joan Manuel Serrat . Sus canciones no solo se dieron a conocer en Argentina sino que gracias a estos cantautores, se conocieron en Latinoamérica y España.

Ya retirada de la música, continuó escribiendo artículos periodísticos,  guiones para televisión y las novelas de corte autobiográfica Novios de antaño y Fantasmas en el parque.

A lo largo de su vida formó pareja con la folklorista Leda Valladares , la directora de cine María Herminia Avellaneda y la fotógrafa Sara Facio , con quien vivió desde inicios de la década de 1980 hasta su muerte.

Les dejo aquí una selección de poemas que pueden descargarse para compartir como un homenaje en su día.


Los que ya me conocen hace tiempo saben que uno de los proyectos que me da más alegría es #poesíaparallevar. Preparar papeles con poemas para repartir.

También me encanta  susurrar sus poemas a las Infancias del proyecto Libros en el Barrio. Los poemas de Zoo loco que me aprendí de memoria para mis sobrinos fueron mi primer repertorio en pandemia cuando buscaba poesía para compartir.


Mucha de su Poesía para adultos creo que no es tan conocida. 

María Elena fue el primer libro que conocí en mi infancia, Las primeras historias que canté y nunca olvidé (como Canción del jardinero o el Perro Salchicha ). Fue mi compañía en la adolescencia, con la canciones de resistencia (que tenían la voz del Cuarteto Zupay, Como la cigarra, Serenata para la tierra de uno) y mis primeras lecturas mediadas con mis sobrinos.

No hace tanto conocí Diario Brujo , y leí sus ensayos, También leí y re-leí sus cuentos y novelas (Dailan Kifki es el mejor recuerdo de pandemia leyendo a mis sobrinas ).


(ESTE ES MI EJEMPLAR DESTROZADO)

Les dejo algo de María Elena Walsh para que se alimentan:

Video de acá la Casa de su infancia que realizó Ceci de porqueleok: https://www.youtube.com/watch?v=-a_f8zjkyri

Acá la fundación Walsh/Facio: 

 https : //fundacionmariaelenawalsh.com/ 

Entre Las Biografías: Nací para Ser Breve de Gabriela Massuh- Sudamericana, Como la Cigarra de Sergio Pujol

María Elena Walsh. Textura del disparate. Alicia Origgi Lugar Editorial

María Elena Walsh Una Voz inolvidable. Alicia Origi. Ed Luvina

y Acá la Pueden Escuchar Cantando: https://www.youtube.com/watch?v=dgfgkyamxry y

Acá un video en donde cuenta la historia de Estamos invitados a tomar el té     https://www.youtube.com/watch?v=2PUVnzMpkAc




martes, 8 de marzo de 2022

Leyendo mujeres: #8M

María Elena Walsh


María Elena Walsh
Buenos Aires
Argentina
1930-2011



Vengo a decir que en los rincones
más difíciles del planeta
están cantando las mujeres
con voz de pueblo escarmentado.
Se supone que vociferan
para morir un poco menos.


Solo el dolor, la fiebre, el odio,
el desafío y la desgracia,
sólo una luz inofensiva
cantan las mujeres que cantan.


Fadistas de Portugal,
enlutadísimas de España,
reclinadas segando siegan
espirales de rabia y queja,
liquidan su ración de sueño
con furiosa maternidad.


Coyas, princesas miserables
de una América de arpillera,
queman ancestro alcoholizado
en lamentos como cuchilladas.
Hay que dejarse herir, caer
en su dolor, amar su llanto
y comprobar cómo la tierra
busca sus desolados huesos.


Brujas pálidas de Oriente,
lustradas hechiceras de África,
custodias de padecimientos,
celebrantes de la miseria
que lamentan inútilmente
fatalidades ordenadas
por dioses vanos y hombres crueles.


Les asignaron sed atávica,
desesperada obligación,
y ellas amenazan morir
en repertorios de quejido,
de belleza perdonadora.


Sólo vengo a decir que cantan
y que el mundo no se arrepiente
de sus gargantas infernales,
de sus corazones prohibidos.


Sólo vengo a decir que acaso
nos están echando la culpa


María Elena Walsh
("Las que cantan")


Susana Thénon
Buenos Aires
Argentina
1935-1991

¿POR QUÉ GRITA ESA MUJER ?


¿por qué grita esa mujer?

¿por qué grita?

¿por qué grita esa mujer?

andá a saber




esa mujer ¿por qué grita?

andá a saber

mirá que flores bonitas

¿por qué grita?

jacintos margaritas

¿por qué?

¿por qué qué?

¿por qué grita esa mujer?


¿y esa mujer?

¿y esa mujer?

vaya a saber

estará loca esa mujer

mirá mirá los espejitos

¿será por su corcel?

andá a saber



¿y dónde oíste

la palabra corcel?

es un secreto esa mujer

¿por qué grita?

mirá las margaritas

la mujer

espejitos

pajaritas

que no cantan

¿por qué grita?

que no vuelan

¿por qué grita?

que no estorban

la mujer

y esa mujer

¿y estaba loca mujer?

Ya no grita


(¿te acordás de esa mujer?


Susana Thénon













lunes, 10 de enero de 2022

Leyendo mujeres: María Elena Walsh. La poesía en la primera infancia

 Hoy es un aniversario de su partida. María Elena Walsh nació el 1/2 de 1930 y falleció un 10 de enero de 2011



Recuerdo que estaba de vacaciones en el Mar, que la noticia me llegó por la radio y que mi llanto en soledad tenía por motivo la confirmación de que ya nunca podría
conocerla en persona.

Esta es la segunda entrada que hago sobre MEW, en la primera compartí un texto de su autoría "Casada con los libros"



Esta imagen de MEW a los 17 cuando publicó Otoño Imperdonable, tomada por la fotógrafa Grete Stern que era vecina de Ramos Mejía siempre me enamora.

Quería en esta ocasión compartir con uds la charla "La poesía en la primera infancia" que pueden encontrar aquí

Esta invitación a participar en las Jornadas Pedagógicas de OMEP* puede resultar algo sorprendente. Por lo general, y para desgracia de todos, la pedagogía se ha mantenido divorciada de la poesía y no es habitual que un poeta sea invitado a deliberaciones como ésta. 

Me refiero en especial a alguien que, como yo, está desvinculada de toda actividad pedagógica y teme pronunciar simples opiniones que pudieran ser tomadas como dogmas o teorías. Me parece oportuno dejar sentado de entrada mi derecho a ser arbitraria y solicitar que esta informalísima charla no sirva para solucionar sino simplemente para plantear, compartiéndolos con ustedes, dudas, interrogantes y sospechas. 

Creo que todo cambio de ideas se presta a malentendidos si previamente no nos ponemos de acuerdo en un punto: qué tipos de seres humanos queremos formar a partir del Jardín de Infantes. Si valoramos la sensibilidad sobre la habilidad, si queremos formar seres lo menos maleables posible a las presiones de una sociedad enloquecida podemos empezar a hablar de poesía y Jardín de Infantes. 

La poesía está rodeada de algunos prejuicios. El niño se enfrenta con ellos -velada o directamente- ya desde el ámbito familiar. Poesía o versificación suelen considerarse una blandura, un afeminamiento, un arcaísmo. Los argentinos cultivamos el pudor de los sentimientos y el culto a la sensatez. Lógico es que ahuyentemos una forma de expresión que incluye el desenfreno de la fantasía y el desorden del afecto. Además de esa soterrada guerrilla familiar, hay otra guerra declarada contra la poesía y es la que libra denodadamente la escuela primaria, dedicando notables esfuerzos a destruir el instinto poético del niño. Al jardín de Infantes correspondería en primer término suplir la carencia sufrida en el hogar y prevenir la epidemia de sensato prosaísmo desatada en la escuela. 

El jardín recibe a los niños en la edad en que parecen más libres y dispuestos a aceptar y asimilar un sentimiento poético de la vida. Para no destruirlo, sería importante que el maestro desterrara de su mente el prejuicio de que la poesía es útil, aplicable o alusiva a temas escolares. La poesía no alude más que a sí misma, sopla donde quiere y es preferible que no forme parte del temario sino del recreo, que se integre más en el juego que en la instrucción. 

Existe otro factor muy importante: la convicción y el contenido afectivo con los que el maestro ofrezca la poesía a los niños. Justamente al estar desesperados los maestros por encontrar versos alusivos a temas dados, los transmiten y enseñan sin convicción. Descartan el gusto y el placer y los reemplazan por la obligatoriedad. 

Ustedes no desconocerán teorías de pediatras modernos que dan un enorme valor no ya al alimento que la madre proporciona al niño, sino al cómo se lo da. Creo que lo mismo sucede con un alimento puramente espiritual. La maestra tiene que estar convencida de que el "Arroz con leche", pongamos por caso, es una hermosa canción para transmitir. Si siente en cambio que tal versito es un bodrio pero alusivo a un tema establecido, va a transmitir su secreto disgusto al niño. 

Esto nos lleva a encarar otro problema: la formación literaria del maestro, que a su vez está desorientado por el mal gusto que puede haberle sido inculcado desde sus propios estudios primarios. El maestro, como todos, tiene que encontrar su camino, un poco a tientas, buscando materiales que le produzcan placer, comparándolos con las grandes obras, formando su pequeña porción de cultura desvinculada de utilitarismo didáctico. 

El maestro puede haber descuidado la formación de su propio gusto estético, no tener noción clara de los valores, cosa que no es pecado irreparable mientras se sientan realmente deseos de superarlo. No es fácil que el maestro tenga un concepto más o menos acertado de la verdad poética -y la limito aquí como es lógico a la poesía para niños-. 

Tendríamos que recapacitar un poco sobre el lugar que ocupa la poesía en nuestra sociedad. No volemos tan alto como para hablar de Poesía, refirámonos simplemente al juego de la versificación y la imaginación, ese que existe de manera tan espontánea en las comunidades campesinas de algunos países, por ejemplo. Entre nosotros, y en especial en las ciudades, la poesía está confinada, de manera inmediata y naturalmente tristísima, a ciertas formas de la propaganda. Pensemos que nuestros niños, desprovistos de abuelas tradicionales o nodrizas memoriosas, lo primero que oyen y aprenden son los jingles publicitarios. De lo que se deduce que una de las actuales nodrizas del niño es la televisión, y que de ella absorbe las más precarias formas de versificación, música y atropello de la sintaxis. Una seudopoesía destinada no a despertar sus sentimientos y su imaginación, sino a moldearlo como consumidor ciego de un orden social que hace y hará todo lo posible por estupidizarlo. 

Solicitado por los jingles o los malos versos didácticos, el niño no tiene más camino que el que le abran con segura mano sus maestras del jardín de Infantes. 

Me parece necesario insistir en que la función primordial de la poesía para los niños en edad preescolar es proporcionar placer, alegría, ser en definitiva una modesta forma de felicidad. Quizás los elementos humorísticos nos permitan competir con los grandes atractivos que ofrecen los medios masivos de difusión. ¿Cómo puede competir una humilde cancioncita contra los tremendos atractivos de Batman? Sólo lo cómico puede ser igualmente atrayente, o casi. Y es triste reconocer que lo cómico, lo humorístico, estaba hasta hace muy poco tiempo desterrado de nuestra enseñanza, como elemento al parecer "pecaminoso". 

Sin embargo, nada más "pecaminoso" que la tristeza, esa tristeza que hemos querido inculcarles a nuestros chicos a través de una vasta y mediocre producción poética llena de lúgubres resonancias. 

Otro problema que enfrentamos al referirnos a la poesía apta para niños es el de la claridad y la oscuridad. Estos valores son relativos y quizás no debemos juzgarlos como adultos. Creo que el niño ama especialmente lo que no entiende. Hace p oco que aprendió a hablar, y se supone que no sólo aprendió para expresar sentimientos y sobre todo necesidades, sino que también aprendió a hablar por hablar, a enamorarse muy temprano del simple sonido de las palabras y de sus posibilidades de juego. Es la misma edad de los pueblos primitivos, que usan la palabra con un sentido mágico o como conjuro. Seleccionar los versos en la medida en que sean absolutamente comprensibles es un acto insensato. La poesía primitiva -del niño o de los pueblos- está siempre llena de sonsonetes, de estribillos, de onomatopeyas y sonidos incomprensibles. 

Claro es que estos juegos verbales difícilmente pueden ser improvisados. Si no provienen del folklore o de un auténtico poeta pueden caer en la más obvia ñoñería. En el folklore, los juegos verbales han sido aprobados y decantados por la sabiduría de generaciones. Y un auténtico poeta puede recrearlos o inventar otros también, gracias a su prolongado uso del idioma. Creo que todos los sonsonetes tradicionales, el repertorio de refranes y cantilenas folklóricas siguen teniendo una vigencia y un sentido profundo que el jardín de Infantes debe preservar. 

Muchas veces me han formulado preguntas acerca del "disparate", como si el disparate fuera una novedad. El juego silábico sin sentido que en español llamamos jitanjáfora, es viejo de toda vejez. Las situaciones y personajes disparatados siempre existieron en la tradición de los pueblos. Claro que el disparate fabricado a la fuerza puede ser tan peligroso y descaminado como la poesía forzadamente didáctica. El llamado "disparate", cuando proviene del folklore o de un poeta, es un elemento de doble fondo; actúan sobre él, de manera casi mágica, influencias subconscientes que le dan una lógica implacable, como son implacables las leyes lógicas de la más disparatada imaginación infantil. 

Por estas razones es difícil pensar en una poesía absolutamente comprensible y aun calificarla para las distintas edades. Si indagamos en el sentido de los versos "arroz con leche, me quiero casar" veremos que están aparentemente desconectados de toda lógica. Sin embargo, es probable que sedimenten residuos de viejas tradiciones, de costumbres que desconocemos. Por ejemplo: la práctica de arrojar arroz sobre los recién casados. De todas maneras, es improbable que un niño de cuatro años se interrogue sobre el correcto significado de una canción cuyos elementos, por separado, le son familiares. 

Hasta ahora, toda auténtica poesía destinada a los niños es formalmente perfecta. Son perfectas las canciones folklóricas que hemos heredado, son perfectas las que crearon los poetas. En el Jardín de Infantes, sin embargo, se improvisa mucha poesía, defectuosa, asesina de la sintaxis, abarrotada de diminutivos y pobres rimas hechas de verbos en infinitivo. El poeta es el único capaz de versificar para los niños, y no por elegido sino por artesano. Supera al lego bien intencionado en la misma medida en que un ebanista supera a un lego en la confección de un mueble. Por eso insisto en que la poesía para Jardín de Infantes debe rescatarse del folklore o de la obra de los auténticos poetas, aun de fragmentos que no hayan sido creados especialmente para niños. 

La poesía destinada al niño en edad preescolar pertenece al reino de la imaginación y del juego más que al de la didáctica. Es evidente que el reino de la imaginación no tiene fronteras, que los personajes poéticos son naturales de cualquier país y por lo tanto muchas veces son importados. Pero creo que es importante acercar al niño a su realidad cotidiana e impregnarlo de conocimientos vinculados al acervo de su propio país. Esta puede ser base sólida sobre la cual inculcar sentimientos patrióticos y no patrioteros. Esto parece obvio y sin embargo no lo es. Solemos estar muy desvinculados de nosotros mismos. He visto cómo en el interior del país maestros sumamente equivocados querían sustraer al niño de las canciones y los giros idiomáticos regionales heredados y reemplazarlos por otros falsamente "culturales”. La poesía para niños es aparentemente escasa, pobre y poca entre nosotros, pero la maestra jardinera está en condiciones de incrementarla realizando su pequeña antología personal, hecha de fragmentos, de consultas a viejas recopilaciones, tratando siempre de preservar lo que pertenezca al repertorio folklórico. Creo que no debe esperar demasiado que le ofrezcan cosas hechas, manuales y tratados donde esté diagramado, teorizado y desarrollado el programa a seguir. Creo que es más importante lo que la maestra puede ofrecer de su propia cultura personal, de su búsqueda y elección. 

Nunca está de más recomendar la frecuentación de las recopilaciones realizadas por don Rafael Jijena Sánchez. Él acostumbra incluir en sus antologías fragmentos apropiados para niños de muy distinta edad. Sólo la maestra puede seleccionarlos según su criterio y su experiencia. 

Hace pocos instantes hablamos del poeta como artesano, y de la artesanía necesaria para crear la más sencilla coplita infantil. Supongo que ustedes se habrán preguntado por qué existen tan pocos poetas para niños. Y supongo también que esa pregunta tiene muchas respuestas. Yo solamente aventuraría algunas suposiciones. El escritor, que busca una comunicación con sus semejantes, en general no considera que el niño sea su semejante sino su inferior. Entre los literatos se suele considerar de manera un tanto despectiva la actividad de escribir "para niños". Entre otras cosas, los niños no fabrican prestigios literarios: no escriben crónicas en los diarios ni otorgan premios ni ofrecen becas. Fuera de estas razones tangenciales sin duda existen otras mucho más profundas. Si indagamos un poco en la vida de los más importantes escritores para niños, tenemos la impresión de que han pagado muy cara su vocación. En general han ofrecido una poesía brotada de la soledad y del dolor. Se han replegado en la búsqueda de la inocencia para conjurar una realidad amarga o sombría. 

Bastante conocido es el ejemplo de Andersen, el gran solitario. Preferiría comentarles muy epidérmicamente las vidas de los que considero los dos más grandes poetas para niños que hayan existido: Lewis Carroll y su contemporáneo y compatriota Edward Lear. Muchas cosas tenían en común estos dos ingleses. Una sobre todas: la de ser terrible, absoluta y espantosamente solterones. El caso de Lewis Carrol es por demás interesante y curioso. Podemos decir que es el poeta que realmente puso el mundo patas para arriba, el hombre que tuvo la imaginación más desenfrenada en el mundo de la literatura infantil. Todo este juego insensato se basaba, por contradicción, en el orden implacable de una mente dedicada a las matemáticas y la teología. En una mente ceñida a la mayor rigidez de la Inglaterra puritana. Y digo deliberadamente su mente, porque de sus sentimientos sabemos poco y nada. La poesía de Carroll es una sana explosión en un mundo de rígida y a veces cruel sensatez. Parecidas características tiene la poesía de Lear, su contemporáneo y quizás maestro, a pesar de que jamás hicieron mutua referencia de conocerse o estimarse. Ambos fueron sabios ladrones de la tradición, creo que es la máxima fuente de inspiración de todo el que escribe para niños. Carroll en especial utilizó, a menudo parafraseando con gran soma, las viejas Nursery Rhyines recreando a sus personajes. Su plural atención a la realidad lo llevaba incluso a deleit arse jugando con ocasionales expresiones de su época. A veces, un extraño apelativo, una oscura referencia en alguna de sus obras no es sino una marca de aceite o de brillantina victorianas. Estos dos ingleses son dos extraños ejemplares: quizás los únicos poetas excepcionalmente dotados que se dedicaron a escribir sólo para niños. Lo habitual es que un escritor sólo dedique sus ratos perdidos a este tipo de creación, o que no sea lo fundamental de su obra. Supongo que Carroll y Lear escribieron exclusivamente para niños porque obedecían a impulsos muy profundos. Y de esta profundidad surge su eterno valor. 

Entre los poetas contemporáneos es un deber citar a uno que escribió un maravilloso libro en medio de la tragedia. Uno de los más hermosos libros de poesía para niños que se hayan escrito nunca: 

Chantefables de Robert Desnos, poeta surrealista. En el París ocupado por los nazis, en medio de sus angustiosos trabajos en la Resistencia, en la clandestinidad y el miedo, pensó en los niños. Y en el libro que les dedicó se despidió de ellos y de la vida. Luego de jugar en un puñado de páginas con las flores y los animalitos de su tierra, Desnos fue arrestado y muerto en un campo de concentración. 

Una anécdota: tanto suele tenerse a menos el escribir para niños que cuando yo comenté el libro de Desnos ante un grupo de intelectuales franceses, se escandalizaron de oírme decir que era un libro para niños. Ellos, contradiciendo al autor, consideraban que era poesía a secas, poesía surrealista. 

Mucho más cerca de nosotros se dio el caso de otra poesía para niños brotada de la soledad, y curiosamente desacertada en cuanto a comunicación con sus destinatarios. Ella misma reconoce su torpeza, en el conmovedor epílogo de Ternura. No podemos poner en duda el profundo amor de Gabriela Mistral por los niños, un amor también de "solterona", de mujer profundamente maternal y a quien la vida le había negado hijos. A pesar de su amor y de su prolongado ejercicio de la docencia, escribe una poesía que es en apariencia para niños pero contaminada de prejuicios y preocupaciones sociales que la hacen prácticamente incomprensible para ellos. Gabriela Mistral realizó un intento de poesía para niños y si no lo consiguió, consiguió por lo menos despertar la conciencia de la gente que tiene en sus manos la responsabilidad de protegerlos y educarlos. 

Otro caso de soledad ahondada por la incomprensión del medio es el de nuestro querido José Sebastián Tallon. Tallon publicó su libro Las Torres de Nüremberg demasiado temprano, hace ya 40 años, cuando pocos se preocupaban no sólo de escribir sino de comprender una vocación poética dedicada a los niños. Tallon tuvo en vida poco reconocimiento a su labor. El consideraba que había obtenido un solo premio: el voto de Alfonsina Storni en un concurso y la declaración que ella hiciera posteriormente consagrándolo uno de los libros más hermosos de nuestra poesía. Sólo mucho después de su muerte se le reconoció el mérito enorme de haber abierto una brecha en la lengua española que hasta ese momento era singularmente pobre en materia de poesía infantil. Tallon se inspiró muy poco en nuestra tradición. Sin duda lo enriquecía mucho más su propia infancia con reminiscencias de la tradición inglesa. 

Esta tradición -la de las Nursery Rhynes- es la más rica y variada que conozcamos, de curiosa y fuerte vigencia a través de los siglos. Sólo en el siglo pasado empiezan a aparecer las primeras ediciones, porque hasta entonces se habían mantenido vivas por tradición oral. 

Hay un personaje -protagónico en la historia de la literatura para niños- que se ha encargado de transmitirlas: la niñera. En la Inglaterra puritana la niñera es un puente entre las distintas clases sociales: pone a niños de las clases cultas en contacto con los refranes, las historias y los mitos populares de la "clase baja" de la que ella procede. Por otra parte, en los medios rurales o en los hogares desposeídos, son las madres las que transmiten estas tradiciones a sus hijos. Ambas -madre o niñera- parecen haber enmudecido para siempre entre nosotros. Sólo la maestra jardinera puede seguir siendo puente entre la tradición y los niños. La tradición española -aunque de gracia chispeante en algunos fragmentos- tiene características sombrías, un eco casi constante de lobreguez. La muerte es tema protagónico de mucha poesía, de casi toda la destinada a "entretener" a los niños, como esa famosa canción "Ya se murió el burro"... que acunara a tantas generaciones de niños, y muchas otras que narran historias más o menos siniestras de fatal desenlace. Algo de eso, pero mucho más atenuado, sucede con la tradición francesa. Dramáticos episodios históricos son familiares a los niños a través de una poesía tradicional llena de gracia y encanto, más dulce y sutil que la española, de la que son paradigma la famosa canción de Mambrú o la bellísima del rey Renaud. 

¿Qué tradición tenemos en nuestro país? Casi carecemos de ella, como carecemos de una traducción de la palabra nursery. Quizás "guardería" sea la más apropiada, aunque la guardería está fuera del hogar y la nursery estaba dentro de él. Si no tenemos una tradición sólida en materia de poesía para niños es de suponer que carecemos de una continuidad de tradiciones hogareñas. El nuestro fue un país de hombres solos y nómades, donde -haciendo un poco de sociología silvestre- podemos suponer que las madres estaban solicitadas por costumbres ásperas, por una vida ajena al arrullo, una vida en la que el silencio y la enormidad de las distancias enmudecían y adormilaban a las memorias más despiertas. Es muy curioso comprobar cómo los inmigrantes trajeron a nuestro país el silencio: conocemos muy pocas personas que hayan sido acunadas por canciones italianas, francesas o españolas. Al llegar a América se interrumpen bruscamente las tradiciones europeas --quizás recordar duele demasiado}--- y no nos quedan sino algunos fragmentos que se han ido salvando a través del tiempo, gracias a la misteriosa persistencia de los niños, que parecen preferir siempre lo mismo. 

Querría subrayar estas impresiones con algunos recuerdos personales que las confirman. Yo heredé de mi padre el amor por la tradición inglesa. Él a su vez conservaba el hábito de hacer juegos de palabras y recitar las resabidas rimas. Y es bastante inexplicable que de mi madre -hija de andaluza- no haya heredado más que silencio: jamás le oí repetir verso o canción alguna. Al parecer, hasta una abuela andaluza puede enmudecer en esta larga y desolada América, que invita a añorar en silencio. Alfonsina Storni procura dilucidar este silencio de las mujeres en muchos de sus versos: "Dicen que silenciosas las mujeres han sido en mi casa materna..." 

Poesía no es sólo transmisión o memorización de versos. Es por sobre todo una actitud frente a la vida, una forma de sensibilidad. Naturalmente, los espectáculos visuales también pueden conformar o deformar en el niño un sentimiento poético de la vida. Yo alcancé a conocer una época en que el cine tenía valores poéticos no reñidos con el humorismo. Y tenía, por sobre todas las cosas, un valor que ahora consideramos peyorativamente: el de ser un cine "familiar", a compartir por toda la familia. Hemos descubierto con los años que ese cine "familiar" y aparentemente banal fue un cine eterno y de valores estéticos que poco se superaron. El cine de Laurel y Hardy, de Harold Lloyd, de Eddie Cantory sobre todo de ese gran poeta que es el señor Carlitos Chaplin. Si comparamos estos espectáculos con los que se ofrecen actualmente, nos damos cuenta de que hemos progresado poco, que es muy esporádico lo que la industria ofrece al niño, sobre todo al niño nos desvinculado de su familia. La industria ejerce todo su poder para transformar al niño en consumidor ciego, pero poco le ofrece en cambio para enriquecerlo o despertar su imaginación y sus sentimientos. Creo que nos corresponde la obligación de saber discernir entre los dispares valores que se le ofrecen al niño. Por ejemplo, discernir entre dos creadores que aparentemente se confunden pero son antagónicos, como Walt Disney y Charles Chaplin... Todo lo que Chaplin realizó de poético, hermoso y humano en el cine, fue a lo largo del tiempo desvirtuado por la industria de Disney, que si al principio crecí personajes llenos de ternura, se transformó más tarde en una poderosa fábrica de violencia y cursilería. A partir de él el espectáculo para niños adquirió un ritmo desenfrenado, un hábito de la velocidad mental que aniquila toda posibilidad de contemplación, un ritmo de violencia inusitado, la familiaridad con métodos de crueldad que querían ser disimulados como juego. Estos dos ejemplos en materia de espectáculo -ambos importados- pueden ser tema de meditación: las imposiciones de un mercado poderoso sobre el alma de nuestros niños. Carecemos de espectáculos, no ya para niños sino aptos para el desarrollo moral y mental de la familia. 

En Europa redescubrí otra forma de espectáculo, que hace años existió también en Buenos Aires: el teatro de variedades, donde se reúnen la música, la comicidad y el circo para diversión de toda la familia y no como burdo ejercicio de la pornografía tal como existe actualmente entre nosotros. 

Querría terminar esta conversación -deshilvanada por cierto-comentando el significado del acto de escribir para los niños. Significa en definitiva reconstruir, recoger piezas dispersas de un gran rompe cabezas. Reconstruir o reinventar una tradición rota o fragmentada. Reconstruir datos dispersos de la propia infancia. Reconstruir la infancia de los niños actuales, amenazados en su inocencia por toda una sociedad insensible. Reconstruir de alguna manera la relación a menudo defectuosa entre padres e hijos: un verso, una canción pueden ser lazos de reunión. La poesía es en definitiva reconstrucción y reconciliación, es el elemento más importante que tenemos para no hacer de nuestros niños ni robots ni muñecos conformistas, sino para ayudarlos a ser lo que deben ser: auténticos seres humanos. 


Charla ofrecida en el Congreso de OMEP de 1964 * Organización Mundial de Enseñanza Preescolar

Les dejo unas imágenes de Zoo Loco, uno de mis libros favoritos de poesía para las infancias. 

Ilustrado por Pedro Vilar
Sudamericana


Ilustrado por Perica 
Alfaguara







lunes, 1 de febrero de 2021

Leyendo mujeres: María Elena Walsh. "Casada con los libros"

Hoy cumpliría 91 años María Elena Walsh. 

La muy querida.

Si tuve literatura en la infancia fue por ella. Sus canciones que cantaba, al iniciar la primaria, fue la primera literatura que leí.

Si empecé en la mediación de la literatura, fue por ella. Esos poemas y canciones que tanto me gustaban, fue lo primero que decidí compartir siendo una adolescente,  con mis sobrinos primero, y luego con otros niños y niñas.

Siento que su poesía circula desde nuestro corazón hasta la punta de nuestros dedos, dispuesta a salir con cualquier pinchazo. Son parte de la memoria colectiva. He cantado Manuelita en Bogotá, o en Madrid, en una plaza y en una escuela. Son parte de esos ritmos que nos cobijan haciéndonos regresar a la  infancia. 

Sus poemas para adultos, también se han transformado en himnos, en estandartes.

Pensaba en el día de hoy, recordarla de otro modo. En vez de a través de su poesía,  con sus ensayos. 

Este aparece publicado en Diario Brujo

En esta foto que compartió en su muro Sara Facio, se la ve, sonriente, vital, juguetona, y semioculta (¿en un bosque?).

La elegí porque creo que siempre hay algo de ella que me queda por descubrir. 

Sigamos compartiendo su obra.

Dejemos que suenen sus palabras. Es una melodía que no termina, que permanece vibrando en nuestro interior. 

En la página de la Fundación María Elena Wash hay una hermosa biografía de ella, por si quieren conocerla.

Este libro reúne 42 ensayos, en los que aborda variados temas. Este es, el que cierra el libro.

Casada con los libros

No hubo rito iniciático ni promesa de eterna fidelidad, sólo sucedió temprano, como algunas bodas primitivas. Estamos envejeciendo juntos, y quizás juntos nos iremos de este mundo. En épocas inquietas, algunos fueron arrojados por la borda, otros se extraviaron; los elegidos permanecen en el remanso de la vida, disputando el espacio y desafiando al olvido. La luz implacable destiñó sus lomos y a veces la tinta interior, como si empezaran a callar.

Son libros, y una se ha casado con ellos, prometiendo cuidarse en la dicha y la adversidad, la enfermedad y la salud. No siempre fue perfecta la convivencia, pero sí fue imposible la separación.

Mundo de deportados, inundados, exiliados. Multitudes que arrastran sus bártulos por las aguas y los desiertos: el colchón, la ollita, los atados de trapo, quizás un perro viejo. ¿Qué haría la casada con los libros en una situación límite? O, como se suele preguntar: ¿Qué libros se llevaría a una isla desierta? ¿A qué libro se abrazaría en un avión en llamas? ¿Cuál escogería al ser obligada repentinamente a mudarse de país o de planeta?

(La Odisea, El Quijote, Shakespeare, Borges…¡Diccionarios!)

La que viajaba en barco de carga siempre llevaba una maleta entera de libros, la mayoría de poesía. En la cabina improvisaba una estantería sobre las otras maletas. En diminutos cuartos de hoteles y sólo de pasaje, acomodaba los preferidos. Cuando llegó la era del avión llevaba unos cuantos o demasiados como “equipaje de mano”, confiando en las energía juveniles.

En las épocas de máxima escasez, mágicamente aparecía dinero destinado a comprar otros, y otros más.

Entonces estaban las buenas hadas, alguno de esos ángeles Fernández, que regalaban libros, así , al descuido, como si le sobraran o no los hubieran adquirido. Eran pobres, quizás los robaban santamente.

Y otros lucían sus bibliotecas en esas afelpadas casas de Buenos Aires, con mesas vestidas de largo y portarretratos de plata, posesiones que jamás entraban en el reino de lo envidiable. Libros encuadernados y libros de artes, enormes mamotretos heredados. Gente, por otra parte, que jamás se mudaba, se había puesto a vivir eternamente entre sus papeles de lujo, sin temores ni sobresaltos. No regalaban nada.

Diría que hoy, en casas de gente de posibles, no se ven libros, arrasados por el torbellino de una decoración de moda que, si los tiene en cuenta es precisamente como decorado. Desde que recuerde, al entrar en una casa sin libros a la vista me asalta una inquietud insoportable, solo quiero irme.

Claro que las casas de pobres no suelen tener libros, siempre que supongamos que sólo son pobres los desocupados o los obreros manuales, y lleguemos a la desatinada conclusión de que no es pobre un profesor o un periodista o un escriba o …

Y además estaban las mudanzas. Muchas, de barco a hotel, de pensión a cuartito, de cuartito a departamento. Cuántas a lo largo de una vida, cuánto acarreo, cuánto peso, cuánta indecisión para ordenarlos, aunque fuera a la bartola.

De la reciente y misteriosa guerra del Golfo, con sus misiles con cabeza inteligente, recuerdo una imagen fugaz, tras un bombardeo en Tel Aviv. Se veía un modesto departamento partido por la mitad, y había quedado al desnudo una pared abarrotada de libros. Libros modestos, manoseados, desordenados, tesoros en todo su esplendor.

“Una biblioteca con libros viejísimos”, escribió el periodista, que era también, o sobre todo, un escritor. El escritor-periodista no es tan pichón, sus libros también deben de estar viejísimos o por lo menos un tanto caducos, salvo que su bibliotecas sea de estanterías laqueadas de blanco inmaculados, con colecciones impolutas de libros nuevos, recién adquiridos y sin abrir. Quizás los hay, pero a mí me producen cierto repeluzno. Como la costumbre de otro amigo, tampoco jovencísimo, sólo maniático, que una vez por mes ¡les pasa la aspiradora a todos y uno por uno!

¿Fue quizás un desplazamiento de una adjetivo que quiso endilgar a mi persona? No incurrí en ese psicoanálisis silvestre, y si así fuera no me ofende. Si me ofendió que calificara de ese modo a mis compañeros de toda la vida. Compañía, tesoro, que ya alcanza el medio siglo, y a mucha honra. Han sorteado mudanzas y borrascas, ímpetus de limpieza o de orden en que muchos fueron a parar a mano ajena o sencillamente a la basura.

Se me pierden en los estantes porque la luz ha desteñido sus lomos, casi debo adivinarlos, recordando que éste era azul, el de más allá rosado. Si los hubiera guardado a todos a lo largo de la vida, debería de estar viviendo en una mansión, ellos los verdaderos habitantes, yo sólo como pasajera, hurtándoles espacio, imaginándolos adheridos a todas las paredes , incluso tapiando ventanas y, mediante algunas astucia, cubriendo los techos.

Lamento no haber guardado los primeros ejemplares que pasaron por mis manos, víctimas de desapego, mudanzas y suertes varias. Sólo recuerdo que junto a mi cama había una pequeña estantería fabricada por mi padre, con la colección completa de los Guillermos de la inglesa Richmal Crompton, alguno de Walt Disney, colecciones españolas de cuentos de hadas, de Grimm, de Perrault, de Las mil y una noches, más El millón de chistes.

Después o conjuntamente fueron los cuadernillos de apretada letra de Julio Verne o Dickens. Casi todos ya eran viejos por sus características a dos columnas, ilustraciones anticuadas o torpes, papel amarillo, muchos adquiridos a segunda mano. Pero a nadie se le habría ocurrido descartarlos por su vetustez. Pertenecían a una era en que no se pretendía hacer más atractiva la lectura a los chicos, simplemente leíamos lo que caía en nuestras manos.

Pasada la pubertad, sobrevino la manía de asegurarnos su propiedad estampándole nombre y fecha. Así es como compruebo que en la adolescencia leí mucho que sin duda no alcanzaba a entender ni apreciar, pero , como dice Italo Calvino: Hay en la obra una fuerza especial que consigue hacerse olvidar como tal, pero que deja su simiente.

Simiente, partícula de dicha, tarea y recreo, aventura con infinitas peripecias, puerta celestial abierta en la adversidad.

Donde no hay libros hace frío. Vale para las casas, las ciudades, los países. Un frío de cataclismo, un páramo de amnesia

¿El libro está destinado a desaparecer? Paciencia, lo recordaremos y seguirá viviendo en nosotros, como cualquier difunto querido, mientras adentro nieva en las pantallas y afuera en la estepa aúllan los lobos.


Diario Brujo. Espasa Hoy. 1999


sábado, 23 de marzo de 2019

Antologías Poéticas y Recopilaciones, para dejarse tocar por la poesía


“La poesía tiene algo que necesitamos reencontrar, algo de nosotros mismos, algo tenue y profundo, algo que evoca espacios en nuestro mundo personal. En algunos casos es una pulsación hacia la sonrisa, porque la poesía juega con las palabras, agita y renueva significados y va develando sentidos, significaciones en movimiento, significaciones que conciertan” 
María Cristina Ramos (1)



La poesía para mí tiene algo necesario. Algo indispensable, que me lleva a compartirla. En esta semana en que se festejó "El día de la poesía", es mi deseo, con esta entrada, que continuemos celebrándola.

En lo cotidiano, entiendo que para algunos la poesía resulta algo extraño y lejano. Y en la escuela, contra lo que podría pensar (por su facilidad de compartirla, por su cercanía con la música, por la variedad de autores argentinos que han escrito poesía) no resulta un plato que se sirva a diario. 

Lo mismo veo que nos ocurre a los padres, me parece que la poesía no es la primera opción, quizás no el primer libro que compramos, el que regalamos al ser mayores, el que escogemos en las librerías.

Y a veces, cuando se quiere introducir en las aulas, o comprar para compartir, resulta difícil escoger.  Hay un menú muy variado ¿cuál será aquel poema que llegará a despertar las emociones, a interesarlos, a abrirles los ojos a un nuevo mundo de sensaciones?. 

En mi parecer, las antologías, nos abren una puerta para conocer autores nuevos, para sacudirnos algunas ideas sobre lo que "debe" o "no debe" ser la poesía, para ver que la poesía no es una sola, sino una multiplicidad de formas y colores, en que cada uno o cada una podemos escoger la propia.

Por acá una selección de antologías, que reúnen poemas para distintas edades:





"44 poemas para leer con niños"
Selección de Mar Benegas
Editorial Litera

Esta antología para mí reúne varias características que la hacen necesaria. Los poemas escogidos(unos 58) son de una variedad de autores, tonos, modos, que permitirán que cada uno encuentre aquel, en que serpa necesario detenerse para respirar.  

Para distintas edades, sin importar si se es  pequeño o grande. 

Hay poesías de María Elena Waslh (bueno, justo mi poema/canción favorito, el que acunó a mi hija desde la panza "En el país de Nomeacuerdo"), Alejandra Pizarnik, María Teresa Andruetto, Oliverio Girondo, entre los autores locales. 

Pero también de Isabel Escudero, de Sergio Andricaín, de María de la Luz Uribe, de Raúl Vacas Polo, Antonio Orlando Rodríguez, Juan Carlos Mestre, Pedro Mañaz, Idea Vilariño, María José Ferrada creadores que deberíamos conocer. 

Y clásicos como Lorca o León Felipe.

Es un enorme trabajo de selección de Mar Benegas, que es también poeta, escritora, mediadora y agitadora de la poesía en su vida diaria.









Además como pueden ver, la edición, nos invita a jugar. 

Unos dientes de lobo, unas tildes que se deslizan por la página, la tinta de un poema que se desvanece...

Mucho para ver.
Mar, incluye al pie de página comentarios que nos invitan a ir por más. que nos da pistas sobre como ofrecer ese poema a los oyentes, como disfutarlo, o  datos acerca del autor. 

Pistas que nos completan en algún sentido.

Y en el inicio, nos presenta un Decálogo, imperdible,  "Como no leer un poema", que entre otras cosas dice:

3. Al poema no le gusta el "no lo entiendo" ¿acaso intentamos entender la inmensidad del mar o los colores de un cielo encendido al atardecer?

9. Al poema no le gusta que no tengan en cuenta a quien va dirigido. Si vamos a compartir un poema con alguien especial (nuestros hijos, alumnos, parejas, amigos, compañeros, hermanos...) lo bonito es elegirlo con mimo, pensando en el receptor como si eligiésemos un regalo.

10 Al poema no le gusta estar lejos de los niños, le encanta que lo lean muy cerca de ellos, que lo escuchen y se sorprendan, que lo reciten. Y a los niños les gusta la poesía. Comprobadlo y veréis como no os miento.

Para terminar de disfrutarlo la edición de Litera, se disfruta en cada detalle. Al inicio, en las guardas aparece la frase "La poesía no muerde", y termina con "Manténgase al alcance de los niños" (que es lo que les recomiendamos, Mar y yo por supuesto)

Les dejo un poema (entre tantos) que me tomó por sorpresa

Quiero la risa

Quiero la risa de
los abuelos infantiles
la risa de los niños
rebozados en luz,
la risa de las amebas
cuando se reproducen
por partenogénesis
a cosquilla limpia,
la risa de las manzanas
cuando se dejan caer
para demostrar 
la ley de gravedad, 
la risa de los pollos
cuando cantan romances
contra los carniceros,
la risa de mi padre
adormilado en el sofá
soñando vete a saber qué...
quiero la risa que
arranca las anginas,
la risa de vivir
sin miedo a reír.

Juan Druz Igerbide




"Lima, limita, limón. Folclore infantil iberoamericano"
Ilustraciones de Verónica Laymuns
selección de Manuel Peña Muñoz
Colección El barco de vapor. Editorial SM

Este es un libro que me acompañó a muchos talleres en los últimos años. Llegó a mí, de manos de dos amigas de la poesía, que me lo recomendaron (Ángeles Durini, y Lilia García Bazterra) .

Reúne, versos, coplas, adivinanzas, de varios países de habla castellana. España, Chile, Venezuela. La variedad de formas en que la literatura oral va cambiando de acuerdo al suelo que pisa, o las voces que la nombran. 

Se encuentra separado en secciones: Versos para jugar, Rimas, coplas y juegos dialogados, Canciones tradicionales, Canciones para saltar a la soga, Rondas, Juegos con prendas, Adivinanzas, Trabalenguas, Cuentos de nunca acabar, Principios y finales de cuento.

Abrirlo al azar y leer en voz alta, es en sí mismo un juego, del que los chicos querrán participar. El "Arroz con leche" (en una versión en donde dice: me quiero casar/con una señorita de Portugal"), "Juguemos en el bosque", "Pin pon"...Rimas que permanecen en nuestra memoria, y que todos podrán decir sin dudar. Siempre que en los talleres arranco diciéndoles ¿se acuerdan de algún poema? y se hace un silencio absoluto, tomo este libro y leo el "Arroz con leche", y todos, sin importar la edad, nos encontramos con un pasado en común.

Manuel Peña Muñoz, escritor chileno, y especialista en LIJ, es alguien a quien podemos recomendar con los ojos cerrados. Las ilustraciones y las páginas de colores, harán que la poesía también, sea atractiva de ver.



"El libro que canta
Vuelto a contar por Yolanda Reyes"
por Yolanda Reyes
Ilustraciones de Cristina López
Editorial Alfaguara

Yolanda Reyes, es una reconocida escritora, educadora, especialista en Lectura en la Primera Infancia. Una persona a la que tuve el honor de trabajar, en Espantapájaros, un jardín y librería ubicados en Bogotá, Colombia. 

Este libro no reúne solamente poemas que acompañarán a los niños desde antes de nacer hasta que se larguen a dar sus primeros pasos, sino que es una guía para los padres. Nos aporta herramientas para la mediación lectora en los primeros años. Es una forma de acompañarnos.

"Dicen que en el comienzo está la palabra y es más exacto decir que son palabras poéticas las que envuelven al bebé. Desde antes de nacer, las primeras noticias del mundo le llegan en clave de arrullo y, aún, sin tener un rostro, hay una voz que lo inventa en el rito de nombrarlo. Así se construye el nido de símbolos que acoge al recién nacido y que es su texto inicial de lectura:"

La poesía de Federico García Lorca, Amado Nervo, o Eliseo Diego (¡me encantó conocer su poesía!), convive con las nanas, y poemas de la tradición oral. Las ilustraciones, acompañan ese mundo mágico en que se empieza lentamente a descubrir el otro, el más allá del regazo en que pasamos los primeros meses de vida.

Hay un poema al que me encanta volver, es de Yolanda Reyes:

Receta para dormir

Para que el sueño venga, se recomienda
cerrar los ojos, contar ovejas,
oír el canto de las estrellas,
comer manzana con mejorana
y tomar agua de toronjil,
sentir el viento mece la cama,
tocar la almohada con la nariz.

Para que el sueño venga y se quede quieto
toda la noche, cerca de ti,
pídele al mundo que haga silencio,
dile que el sueño quiere dormir.
Shhhh...




"Semillas del canto
Mujeres latinoamericanas en la poesía"
Antologadores. Sharon León y David Huerta
Prólogo: David Huerta
Ilustraciones: Margarita Sada, Éricka Martínez, Cecilia Rébora, Sofía Escamilla, Cecilia Varela, Aitana Carrasco, Ixchel Estrada, Valeria Gallo
Colección poesía e infancia
Editorial SM

Un libro que encontré por azar, en una librería especializada en idioma inglés, cuando empezó a traer algunos ejemplares en castellano. Me sorprendió gratamente, por su variedad y calidad, tanto en las ilustraciones, como en los poemas escogidos. 

Mujeres, mujeres poetas...dice David Huerta en el prólogo:

"¿Quién fue la primera  mujer poeta, o poetisa, de la historia?...Preguntamos por esa casi milagrosa creadora de palabras y cantos; la buscamos en el marco de la historia, pero es indudable que desde la prehistoria - desde el origen mismo de la humanidad, en un rincón desconocido del continente africano - las mujeres arrullaron a sus hijos en regazos acogedores y es posible que entonces, en algún instante que se ha quedado para siempre sin registro, una madre le dijo palabras tiernas a su hijo y que ahí nació no solo la poesía escrita por mujeres (poesía femenina, poesía de mujeres ...¿cómo la llamaremos?, sino la poesía a secas...."

Entre los muchos poemas para leer en voz alta (de autoras que en muchos casos no conocía) Poemas para compartir, hay uno que se encuentra entre mis favoritos.

De Elsa Isabel Bornemann, "Puentes"

Yo dibujo puentes
para que me encuentres:

Un puente de tela,
con mis acuarelas...

Un puente colgante,
con tiza brillante...

Un puente de madera, 
con lápiz de cera...

Puentes levadizos,
plateados, cobrizos...

Puentes irrompibles,
de piedra, invisibles...

Y tú...¡Quién creyera!
¡No los ves siquiera!

Hago cien, diez, uno...
¡No cruzas ninguno!

Más... como te quiero,
dibujo y espero.

¡Bellos, bellos puentes
para que me encuentres!

Al final están las biografías de todas estas mujeres para seguir aprendiendo de ellas, y recordarlas (Alfonsina Storni, Dulce María Loynaz, Gabriela Mistral, Juana de Ibarbouruou, o Rosario Castellano, 22 en total)




"Versos tradicionales para cebollitas "
María Elena Waslh
Ilustraciones Viviana Garófoli
Alfaguara Infantil-Juvenil

Este libro, quizás no tan conocido de María Elena, es una recopilación de versos pertenecientes al folclore, principalmente de nuestro país y otros países de habla castellana. Un verdadero rescate de ese lenguaje oral que pasa de generación en generación.

Contiene la impronta de María Elena Walsh, en el disfrute, juego y diversión que se recrea con estos versos.

"Esta poesía es de ustedes, no solo para ustedes. Es propiedad de todos los chicos de Hispanoamérica, como las flores del campo que no tienen guardián. Ustedes son sus herederos y custodios Si algún día los chicos no cantaran más La farolera, o Mabrú (que no figuran acá por demasiado conocidos) sería tan triste como que todos los grillos se callaran o las luciérnagas apagaran para siempre sus farolitos."

Les dice nuestra querida MEW a los "cebollitas" en la presentación del libro. 

De paso nos cuenta que hace un tiempo en Buenos Aires, se les solía llamar cebollitas a los chicos y que por eso escogió ese nombre

Contiene coplas, adivinanzas, refranes, y tanto más...

La tarara

Tiene la Tarara
unas pantorrillas
que parecen palos
de colgar morcillas

La tarara sí
la Tarara no,
La Tarara, niña,
que la bailo yo.

Tiene la Tarara 
unos pantalones
que de arriba abajo
todos son botones.

Tiene la Tarara
unos calzoncillos
que de arriba abajo
son todos bolsillos

...

O coplas como esta

Las palomitas del campo
nacieron para volar.
Mi corazón nació libre
y alegre para bailar.

Para recitar, para jugar, para cantar, para disfrutar como dice MEW

"Estos versos quieren ir a la escuela, pero sobre todo quieren meterse en el corazón de los chicos. Y en el de los padres, para que se los digan y canten a sus hijos"

Para hoy y para mañana, solo queda desearles, que la poesía nos encuentre.



(1)extraido de La Casa del Aire. Literatura en la Escuela para Inicial y Primer Ciclo. Ed Ruedamares