Título: Por favor, vuelve a casa
Autora: Christine Nöstlinger
Colección: Zona Libre
Editorial: Norma
Traducción: Yamile Lanchas Lanus y Marta Antonieta Lanus Feres
Texto original: 1974
De esta edición: 1994
“Por favor; vuelve a casa” nos suplica
desde la portada el libro. y desde ese título intuimos lo que se nos pedirá
como lectores.
Christine Nöestlinger, su
autora, nos obliga a comprometernos.
La voz que hace este angustiante pedido, es la de Erika, una niña de 12 años. “Ilse es mi hermana. Ilse se fue y no va a regresar” nos cuenta al inicio. Conocer los motivos que han obligado a Ilse, con 14 años, a huir del hogar y acompañar la búsqueda que realiza Erika, nos impulsa a continuar la lectura . Sin embargo, no es un libro que he podido leer “como desbocada”. La angustia que compartimos, la violencia que lo atraviesa vívidamente, las frases que obligan a repensarnos como adultos, como padres, me han obligado a leer con pausas. Curiosamente, la autora no quiere darnos esa oportunidad. La novela no está estructurada en capítulos, es el lector el que decidirá en que punto del camino decide detenerse. Integrado en la disfrutada colección juvenil de Norma “Zona Libre”, no por eso dirigida a jóvenes, es un libro que invita a la lectura compartida, y que se enriquece en el intercambio de miradas. Esta obra es de 1974, y sin embargo no ha perdido actualidad, Una característica de la obra de Christine que permite que muchos de sus libros sigan eligiéndose en todo el mundo.
La autora, ganadora del Premio Andersen, al conjunto de su obra, ha publicado “Bonsai” en la misma colección, lo cual es para mí una invitación para continuar leyéndola (el libro ha llegado a mis manos con buenas recomendaciones. Hay muchos otros libros para elegir dado que lleva más de 50 libros publicados, aunque no sé si todos se consiguen en Argentina ("Querida Susi, querido Paul" a mí me gustó mucho, está en la colección de Barco de Vapor).
La voz que hace este angustiante pedido, es la de Erika, una niña de 12 años. “Ilse es mi hermana. Ilse se fue y no va a regresar” nos cuenta al inicio. Conocer los motivos que han obligado a Ilse, con 14 años, a huir del hogar y acompañar la búsqueda que realiza Erika, nos impulsa a continuar la lectura . Sin embargo, no es un libro que he podido leer “como desbocada”. La angustia que compartimos, la violencia que lo atraviesa vívidamente, las frases que obligan a repensarnos como adultos, como padres, me han obligado a leer con pausas. Curiosamente, la autora no quiere darnos esa oportunidad. La novela no está estructurada en capítulos, es el lector el que decidirá en que punto del camino decide detenerse. Integrado en la disfrutada colección juvenil de Norma “Zona Libre”, no por eso dirigida a jóvenes, es un libro que invita a la lectura compartida, y que se enriquece en el intercambio de miradas. Esta obra es de 1974, y sin embargo no ha perdido actualidad, Una característica de la obra de Christine que permite que muchos de sus libros sigan eligiéndose en todo el mundo.
La autora, ganadora del Premio Andersen, al conjunto de su obra, ha publicado “Bonsai” en la misma colección, lo cual es para mí una invitación para continuar leyéndola (el libro ha llegado a mis manos con buenas recomendaciones. Hay muchos otros libros para elegir dado que lleva más de 50 libros publicados, aunque no sé si todos se consiguen en Argentina ("Querida Susi, querido Paul" a mí me gustó mucho, está en la colección de Barco de Vapor).
Hasta acá lo formal. A partir de acá...decidan si quieren seguir leyendo...no voy a hablar más del libro, quizás...
Luego de armar esta reseña, unos meses después el libro se me volvió a aparecer.
Estaba dando clases de biología, en un colegio secundario, no conocía aún a la totalidad de los chicos (unos 180 distribuidos en 6 cursos), pero desde la primera semana la identificaba a ella. Inquieta, bonita, extremadamente charlatana, C había capturado mi atención desde el primer día. En un recreo, pocas semanas después, se acerca a mí y al oido, como en secreto, me revela que su hermana se fue de casa. C. tenía 14 años entonces, su hermana, apenas un par de años más.
El libro tomó carnadura en ese instante para mí, y me atravesó. La piel se me erizó al sentir nuevamente la angustia que su lectura me provocó, y se me confundió con la que en ese momento sentía C. por su hermana. Nada era más real que su historia en ese momento, en ese lugar, mientras los otros se divertían en el patio y yo intentaba enseñar algo que ya he olvidado. Me sentí otra vez interpelada por Erika.
No fue lo único. Unos meses después, una alumna mía de tercero, se fue de casa. Participamos colectivamente de la búsqueda, con la comunidad del colegio. Me tocó ver sus imágenes en las redes sociales, compartirla y verla compartida durante días. Pero por primera vez, sí conocía a la chica de la foto.
Pero, ¿la conocía?, en realidad, me dí cuenta que no.
Era mi alumna, tenía un 6 en el trimestre anterior, había calificado su exposición oral como pobre, sabía que no prestaba atención en clase, que usaba mucho el celular,...que había repetido...pero nada más. Nunca había hablado personalmente con ella.
Mi alumna volvió a su casa, pero no a mi clase. Su madre no quiso que volviera al colegio, quedó libre. Me dolió en el alma, no podía creer haber sido tan ciega. ¿Cuántas chicas como ella se iban porque no tenían a nadie con quien hablar? ¿Cuántos profesores habían pasado ese año por las aulas sin verla?.
Hice lo único que se me ocurrió, para cambiar algo. La mejor amiga de ella, tenía un perfil bajo, y también había repetido dos veces. Se llevó la materia, por poco, sobretodo porque faltó durante el período en que su amiga ya no fue al colegio. Aproveché el período de recuperación, para conversar, mientras le explicaba biología. Tenía pensado pasarse a una nocturna, no se llevaba bien con la madre, no había vuelto a ver a su amiga. Cumplió su objetivo y aprobó biología, decía que le había resultado fácil, que era cuestión de estudiar, se fue feliz con un 7. Cumplí el mío, al menos hice el intento por conocerla.