martes, 27 de diciembre de 2022

Leyendo poetas: Roberto Juarroz







Descubrí la poesía de Juarroz en un taller al que empecé a asistir hace años, y desde ese momento intenté conseguir alguno de sus libros.

No fue fácil pero luego de dejarlo escapar una vez por el costo, compré esta edición de Poesía Vertical en la calle Corrientes creo que este año. Mientras venía leyendo en internet lo que se encontraba.

Pensé que necesitaba hacerle tiempo y espacio a este tremendo poeta en mi blog antes de que acabe este año.

La poesía de Juarroz me parece que contiene el espacio y el tiempo. Sabe encontrarlos y sabe sostenerlos.  

Nos habla de lo cotidiano de una manera que siento se me revela, lo descubre para mí al mismo tiempo que nos habla de las palabras, del lenguaje, de la escritura.

Logra una condensación que ilumina. 

Los poemas que les comparto no son todos de este que les muestro debajo. Aunque reúne versos escogidos de varios de sus libros publicados.

Que además parecen un solo libro dado que comparten el título. "Poesía vertical", desde la "Primera poesía vertical" hasta la "Decimotercera poesía vertical" y  "Poesía vertical: Antología esencial" . 

Juarroz decía que "El poema actúa como un tiempo de otra dimensión, un tiempo vertical. También Gastón Bachelard dice que el tiempo de la poesía es vertical. Por eso para mí el poema ha sido cada vez más una presencia, pone delante algo que antes no estaba. Y eso es lo que le da su razón de ser."



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Roberto Juarroz nació en Coronel Dorrego, Provincia de Buenos Aires, el 5 de Octubre de 1925. Estudió bibliotecología en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires donde obtuvo una beca para estudios de perfeccionamiento en La Sorbonne. Fue director del Departamento de Bibliotecología y Documentación de la mencionada facultad en la cual ejerció la docencia durante treinta años. Asimismo trabajó para la UNESCO y la OEA en diversos países. De 1958 a 1965 dirigió la revista Poesía = Poesía y colaboró en numerosas publicaciones argentinas y extranjeras. Fue crítico bibliográfico del diario La Gaceta (Tucumán, 1958-63), crítico cinematográfico de la revista Esto es (Buenos Aires, 1956-58) y traductor de varios libros.

Recibió el Gran Premio de Honor de la Fundación Argentina para la Poesía (1984), el Prix Jean Malrieu (Marsella, 1992) y el Prix de la Biennale Internationale de Poesie (Lieja, Bélgica, 1992). 
.
Murió en Temperley, provincia de Buenos Aires, el 31 de Marzo de 1995.


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21

A veces me parece
que estamos en el centro
de la fiesta
sin embargo
en el centro de la fiesta
no hay nadie
En el centro de la fiesta
está el vacío
Pero en el centro del vacío
hay otra fiesta.

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106

Levantar el papel donde escribimos
y revisar mejor debajo

Levantar cada palabra que encontramos
y examinar mejor debajo

Levantar cada hombre
y observar mejor debajo

Levantar a la muerte
y escudriñar mejor debajo

Y si miramos bien
siempre hallaremos otra huella.
No servirá para poner el pie
ni para aposentar el pensamiento
pero ella nos probará
que alguien más ha pasado por aquí.

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51

Me visitó una nube.
y me dejó al marcharse
su contorno de viento.

Me visitó una sombra.
Y me dejó al marcharse
el peso de otro cuerpo.

Me visitó una ráfaga de imágenes.
Y me dejó al marcharse
la irreligión del sueño.

Me visitó una ausencia.
Y me dejó al marcharse
mi imagen en el tiempo.

Yo visito la vida.
Le dejaré al marcharme
la gracia de estos restos.

Poesía Vertical V

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26

La campana está llena de viento,

aunque no suene.

El pájaro está lleno de vuelo,

aunque esté quieto.

El cielo está lleno de nubes,

aunque esté solo.

La palabra está llena de voz,

aunque nadie la diga.

Toda cosa está hecha de fugas,

aunque no haya caminos.


Todas la cosas huyen

hacia su presencia.

 Sexta poesía vertical

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46

La palabra acompaña al hombre,
como el ladrido al perro,
o el aroma a la flor.

Pero ¿a quién acompaña el silencio?
¿Y a quién la ausencia?


¿Y a quién acompaña el vacío?

Octava poesía vertical

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Dibujaba ventanas en todas partes.
En los muros demasiado altos,
en los muros demasiado bajos,
en las paredes obtusas, en los rincones,
en el aire y hasta en los techos.

Dibujaba ventanas como si dibujara pájaros.
En el piso, en las noches,
en las miradas palpablemente sordas,
en los alrededores de la muerte,
en las tumbas, los árboles.

Dibujaba ventanas hasta en las puertas.
Pero nunca dibujó una puerta.
No quería entrar ni salir.
Sabía que no se puede.
Solamente quería ver: ver.

Dibujaba ventanas
en todas partes.

Duodécima poesía vertical.

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59

Las decisiones de las nubes,
las pestañas de la lluvia,
los rieles o tréboles que inician el amanecer,
tienen algo que ver con las caracolas mayores del olvido.

El nombre también tiene algo que ver
con los no nombrado.
La mirada que es más órgano que ojo,
suele a veces regresar.



Poesía Vertical
Edición de Diego Sánchez Aguilar
Catedra
Letras Hispánicas

"La poesía es una arena tan sensible que registra la edad de nuestra sombra"

Roberto Juarroz

martes, 20 de diciembre de 2022

Leyendo a Ángel Di María: Bajo la lluvia en el frío de noche.





Ángel Fabián Di María nació el 14 de febrero de 1988 en la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe, y creció en el barrio Parque Casas, ubicado en la zona norte de la ciudad. Su padre, Miguel, estuvo a punto de ser jugador profesional de fútbol en River Plate pero sufrió una lesión antes de poder debutar y se alejó de la actividad.​ Miguel tenía una carbonería y Ángel desde pequeño le ayudó a armar las bolsas de carbón y repartirlas, hasta que debutó en primera división.En su infancia, era un niño muy inquieto, por lo que su madre Diana lo llevó a practicar fútbol, por recomendación de su pediatra. Su primer club fue El Torito, que se encontraba a pocas cuadras de la casa donde vivía con su familia. Jugó en el Benfica, de Portugal, fue fichado por el Real Madrid equipo con el que consiguió La Liga Después fichó por el Manchester United, pero se fue después de una sola temporada para llegar al Paris Saint-Germain. En Francia, ganó cuatro títulos de liga. Con la camiseta argentina debutó en el sub-20, ganando el oro olímpico. Aparte de llegar a la final en 2014, acaba de consagrarse campeón con Argentina en la copa del mundo, marcando el segundo gol en el partido final. Como siempre, Di María aparece cuando se lo pedimos, como si supiera que lo necesitamos.

Este texto es parte de una entrevista que le hicieron en 2018, y aparece publicada en forma completa acá

[...]

Las paredes de nuestra casa supuestamente eran blancas. Pero nunca me las acuerdo como blancas. Al principio, eran grises. Después se pusieron negras, por el polvillo del carbón. Mi papá era un trabajador del carbón, pero no de los que trabajan en una mina. ¿Alguna vez has visto hacer carbón? Las bolsitas que comprás en cualquier negocio para hacer el asado vienen de algún lugar, y la verdad es que la carbonería es un trabajo muy sucio. Mi viejo solía trabajar abajo de un techo de chapa en nuestro patio y después le tocaba embolsar todos los pedazos de carbón para poder venderlos en el mercado. Bueno, no era sólo él. Tenía sus pequeños ayudantes, eh. Antes del colegio, nos despertábamos con mi hermanita para ayudarlo. Teníamos 9 ó 10 años, que es la edad perfecta para embolsar carbón, porque lo podés transformar en un juego. Cuando llegaba el camión, teníamos que llevar las bolsas pasando por el living y después pasar por la puerta de entrada, así que en definitiva, toda nuestra casa quedaba totalmente negra.


Pero con eso comíamos, y de esa forma mi padre nos salvó de que nos sacaran la casa.

Durante un tiempo, cuando yo era un bebé, a mis padres les iba bien. Pero después mi papá trató de hacer una buena acción para alguien, y eso nos cambió la vida. Un amigo le pidió que le saliera de garante para su casa, y mi papá confió en él. Pero el tipo dejó de pagar y de un día para el otro, desapareció. Así que el banco fue directamente a buscar a mi viejo, que se encontró ahogado teniendo que pagar por dos casas y encima tener que alimentar a nuestra familia.

Su primer negocio no fue el carbón. Trató de convertir la parte del frente de nuestra casa en un pequeño negocio. Compraba bidones de lavandina, cloro, detergentes, todas cosas de limpieza; después los dividía en botellitas y los vendía en nuestro living. Si vivías en nuestro barrio, no tenías que ir a un negocio para comprar un envase de CIF. Era carísimo. Entonces venías a lo de los Di María y mi mamá te vendía un pote por un precio mucho más conveniente.

Todo andaba bastante bien hasta que un día, el varoncito les arruinó todo y por poco no se mató.

Sí, es verdad, ¡de chiquito yo era un hijo de puta!

No es que en verdad fuera malo, es sólo que tenía demasiada energía. Era hiperactivo. Un día, mi mamá estaba vendiendo en nuestro “negocio” y yo estaba jugando en el andador. El portón de entrada estaba abierto, cosa de que los clientes pudieran pasar, mi mamá se distrajo, yo empecé a caminar… a caminar… seguí caminando…. ¡tenía ganas de explorar, viste!

Me fui directo a la mitad de la calle y mi mamá tuvo que correr como loca para salvarme de que me atropellara un auto. Por la manera en que ella lo cuenta, fue bastante dramático. Ese fue el último día del negocio de limpieza de Di María. Mi mamá le dijo a mi papá que era demasiado peligroso, y que teníamos que buscar algo distinto.

Ahí fue cuando él escuchó que había una persona que traía los barriles de carbón de Santiago del Estero. Pero lo gracioso es que ni siquiera teníamos la plata como para poder vender carbón. Mi viejo tuvo que convencer a esta persona para que le mandara los primeros cargamentos, cosa de que él los vendiera y así empezar a pagarle.

Así que cuando mi hermana o yo pedíamos por golosinas o cualquier cosa, mi papá nos decía: “¡Estoy pagando dos casas y encima un camión lleno de carbón!”.

Me acuerdo de que un día estábamos embolsando el carbón con mi papá, y hacía mucho frío y llovía. Estábamos abajo del techo de chapa. Era durísimo estar ahí. Después de un rato, yo me iba al colegio, que estaba más calentito. Pero mi papá se quedaba embolsando ahí todo el día, sin pausa. Porque si no lograba vender el carbón ese día, nosotros no teníamos nada para comer, así de simple. Y yo pensaba, y de verdad lo creía: Va a llegar un momento en que todo cambie para bien.

Por eso, yo al fútbol le debo todo.

A veces, ser un quilombero tiene sus beneficios. Yo empecé en el fútbol muy temprano, porque a mi vieja la estaba volviendo loca. Me había llevado al pediatra cuando tenía 4 años, y le dijo: “Doctor, no para un segundo de correr. ¿Qué puedo hacer?”.

Y como era un buen médico argentino, obviamente le contestó: “¿Qué puede hacer? Fútbol”.

Así empecé mi carrera futbolística.

Estaba obsesionado. Era lo único que hacía. Jugaba tanto pero tanto a la pelota, que cada dos meses, los botines se me hacían bolsa. Mi mamá me los pegaba con Poxi-ran, porque no teníamos la plata para comprar nuevos. Cuando tenía 7 años, ya debía ser bastante bueno, porque después de meter 64 goles para el equipo de mi barrio en el año, mi mamá viene un día y me dice: “Los de la radio quieren hablar con vos”.

Fuimos a la radio para que me hicieran una nota. Era tan tímido que apenas si pude hablar.

Ese año, mi papá recibió un llamado del entrenador de Rosario Central. Le dijo que me quería ver jugar ahí. La verdad es que fue una situación muy graciosa, porque él siempre fue fanático de Newell’s Old Boys. Mi mamá es muy hincha de Central. Si no sos de Rosario, no vas a poder entender nunca la pasión y la rivalidad que hay. Es a muerte. Cada vez que se jugaba el clásico, mis viejos gritaban como locos, se dejaban los pulmones en cada gol, y el que ganaba se la pasaba cargando al otro por un mes.

Así que se imaginan lo emocionada que estaba mi mamá cuando se enteró de que me llamaban de Central.


Mi papá dudaba: “Uh, no sé, es medio lejos. ¡Son 9 kilómetros! No tenemos auto. ¿Cómo lo vamos a llevar hasta allá?”.

Y mi mamá le dijo: “¡No, no, no! No te preocupes, yo lo llevo. ¡No es ningún problema!”.

Y ahí es cuando nació Graciela.

Graciela era una bicicleta amarilla, oxidada, con la que mi mamá me llevaba todos los días al entrenamiento. Tenía un canastito adelante y espacio para llevar uno más atrás, pero había un problema, porque mi hermanita también tenía que venir con nosotros. Entonces mi papá con una sierra le cortó un cuadrillo de cada lado del canastito, que es donde se sentaba mi hermana.

Así que imaginen esto: una mujer andando en bicicleta por todo Rosario, con un pibe atrás y una nenita adelante, más un bolso deportivo, con mis botines y algo de comer, en el canasto de adelante. En subida. En bajada. Pasando por los barrios más difíciles. Bajo la lluvia. En el frío. De noche. No importaba. Mi mamá sólo seguía pedaleando.

Graciela nos llevaba donde tuviéramos que ir.

Así y todo, la verdad es que mi época en Central no fue fácil. De hecho, creo que si no fuera por mi mamá, habría dejado el fútbol. No una vez, sino dos. Cuando tenía 15 y todavía no había crecido, tenía un técnico que estaba bastante loco. Le gustaban los jugadores muy físicos y agresivos, y ese no era demasiado mi estilo, viste. Un día, no salté en un córner y al terminar el entrenamiento, nos juntó a todos y ahí, se dio vuelta y me miró.

“Sos un cagón, sos un desastre. Nunca vas a llegar a nada. Vas a ser un fracaso”, dijo.

Me destruyó. Antes de que terminara de hablar, yo ya me había largado a llorar delante de todos mis compañeros, y al toque me fui de la cancha corriendo.

Cuando llegué a mi casa, me fui directo a mi pieza para llorar solo. Mi mamá se dio cuenta de que había pasado algo, porque cada vez que volvía de un entrenamiento, lo primero que hacía era dejar las cosas y salir a la calle a seguir jugando a la pelota. Entró en mi habitación y me preguntó qué pasaba. Me dio un poco de miedo contarle toda la verdad, porque me preocupaba que agarrara la bici y se fuera pedaleando hasta el club para darle una trompada al técnico. Ella era una persona muy tranquila, pero si le tocabas a uno de los nenes, agarrate… ¡man, empezá a correr!

Le dije que me había metido en una pelea, pero se dio cuenta de que era mentira. Así que hizo lo que todas las madres del mundo hacen en esa situación: llamó por teléfono a la madre de un compañero para saber qué había pasado.

Cuando volvió a mi cuarto, yo seguía llorando y le dije que quería dejar el fútbol. Al día siguiente, no podía ni salir de mi casa. No quería ir al colegio. Me sentía humillado. Pero mi mamá se sentó en mi cama y me dijo: “Vas a volver, Ángel. Vas a volver hoy. Y a ese le vas a demostrar”.

Volví al entrenamiento ese día y ahí pasó una cosa increíble. Para empezar, ninguno de los chicos se burló de mí, al contrario, me ayudaron. En cada pelota que venía por arriba, los defensores me dejaban ganar de cabeza. Casi que se aseguraban de que me sintiera seguro. Y eso que el fútbol siempre es competitivo, especialmente en Sudamérica. Cada uno que juega está tratando de tener una vida mejor, viste. Pero siempre, siempre me voy a acordar de ese día, porque mis compañeros vieron que estaba sufriendo y me ayudaron.

Así y todo, yo era muy chiquito y flaquito. A los 16, todavía no me habían promovido, y mi papá se empezó a preocupar. Una noche estábamos sentados en la cocina y me dijo: “Tenés tres opciones: Podés trabajar conmigo. Podés terminar la escuela. O podés probar otro año más con el fútbol. Pero si no funciona, vas a tener que venir a trabajar conmigo”.

No dije nada. Era una situación complicada. Necesitábamos la plata.

Pero ahí saltó mi mamá y dijo: “Un año más en el fútbol”.

Eso fue en enero.

En diciembre de ese año, en el último mes del plazo que nos habíamos puesto, debuté en Primera con Rosario Central.

Desde ese día empezó mi vida deportiva. Pero en verdad, la lucha había empezado mucho antes. Empezó con mi mamá pegándome los botines para poder seguir usándolos, y pedaleando con Graciela bajo la lluvia. Incluso cuando debuté profesionalmente en la Argentina, todavía era una lucha. Creo que la gente que no es de Sudamérica no puede terminar de entender cómo es. Hace faltar vivir ciertas experiencias para creerlas.

Nunca me voy a olvidar cuando nos tocó jugar un partido de Libertadores en Colombia contra Nacional de Medellín. El avión no es es mismo que cuando estás en la Premier League o en La Liga. Ni siquiera es el mismo que cuando jugás en Buenos Aires. Por entonces, Rosario no tenía aeropuerto internacional. Te presentabas en ese pequeño aeropuerto, y el primer avión que estuviera ese día era al que te subías. No hacías preguntas.

Así que nos presentamos para ir a Colombia… y en la pista había uno de esos aviones enormes de carga. ¿Viste esos que tienen una rampa atrás, en los que suben autos y containers? Bueno, ése era nuestro avión. Un Hércules.

Bajan la rampa y ahí los trabajadores empiezan a cargar colchones. Y los jugadores nos mirábamos entre nosotros como diciendo… ¿¡Qué!?

Y nos subimos al avión, y los de mantenimiento que nos dicen: “No, ustedes van atrás, chicos. Acá tienen, usen estos auriculares”.

Nos tuvieron que dar esos protectores auditivos gigantescos que usan los militares para tapar el ruido. Nos subimos y había algunos asientos y los colchones para que nos sentáramos. Por 8 horas. Para un partido de Copa Libertadores. Cerraron la rampa y se puso todo negro. Y ahí estábamos nosotros, en los colchones, con los cosos estos sobre las orejas, casi sin poder escucharnos a nosotros mismos. Y el avión empieza a carretear, y nos empezamos a mover, y después en el despegue, nos vamos todos para atrás, y uno de los compañeros grita: “¡Nadie toque el botón rojo! ¡Si se abre esta puerta, nos vamos todos a la mierda!”.

Fue increíble. Si no lo hubiera vivido, sería difícil de creer. Pero están mis compañeros de testigos. Pasó de verdad. Esa fue nuestra versión de un avión privado. ¡Un Hércules!

Aunque no lo crean, ese recuerdo me da un poco de alegría. Cuando estás tratando de triunfar en el fútbol argentino, tenés que hacer lo que sea necesario. Y al avión que aparezca ese día, te subís sin hacer preguntas.

Después, si te llega la oportunidad, te tomás el avión con un boleto de ida. Para mí, esa oportunidad fue en Portugal con el Benfica. Quizás muchos hoy miran a mi carrera y dicen: “Wow, se fue al Benfica, después al Real Madrid, al Manchester United, al PSG”, y les parece fácil. Pero no se dan una idea de cuántas cosas pasaron en el medio. Cuando llegué al Benfica, apenas si jugué durante dos temporadas. Mi papá dejó el trabajo para irse a Portugal conmigo, y tuvo que estar separado por un océano de distancia con mi mamá. Había noches en que lo escuchaba hablando por teléfono con ella, y lloraba de lo que la extrañaba.

Por momentos, todo parecía como un gran error. No jugaba, lo único que quería era irme, volver a casa.



Hasta que los Juegos Olímpicos de 2008 cambiaron mi vida. Me convocaron de la Selección a pesar de que yo no jugaba nunca para el Benfica. Nunca me lo voy a olvidar. Ese torneo me dio la oportunidad de jugar con Leo Messi, el extraterrestre, el genio. Nunca me divertí tanto jugando al fútbol como en ese torneo. Lo único que tenía que hacer era correr al vacío. Empezaba a correr, y la pelota me llegaba al pie. Como si fuera magia.

Los ojos de Leo no son como los tuyos o los míos. Miran de lado a lado, como los de cualquier ser humano. Pero él también es capaz de mirar a todos desde arriba, como un pájaro. No entiendo cómo es posible, pero es así.

Hicimos todo el camino hasta llegar a la final contra Nigeria, y ese probablemente haya sido el día más increíble de mi vida. Meter el gol que le da el oro a la Selección… no se pueden imaginar la sensación.

Tienen que entender que yo tenía 20 años y ni siquiera jugaba en el Benfica. Mi familia estaba separada. Estaba en un momento de desesperación antes de que me llegara esa convocatoria. En sólo dos años, gané la medalla de oro, empecé a jugar en el Benfica y me vendieron al Real Madrid.

Fue un momento de orgullo no sólo para mí, sino también para toda mi familia y para todos mis amigos que me apoyaron durante todos esos años. Me dicen que mi padre era mejor jugador que yo, pero se rompió las rodillas cuando era joven y su sueño de ser futbolista murió. Y me dicen que mi abuelo todavía era mejor que él, pero perdió las dos piernas en un accidente de tren, y ahí murió su sueño.

Mi sueño estuvo cerca de morir tantas veces.

Pero mi papá siguió trabajando bajo el techo de chapa… mi mamá siguió pedaleando…. y yo seguí corriendo al vacío.

No sé si ustedes creen en el destino, pero cuando metí mi primer gol para el Real Madrid, ¿saben el nombre del equipo contra el que jugábamos?

Hércules CF.

Fue un largo camino.

Pero quizás ahora entiendan por qué estaba llorando delante de Sabella antes de la final del Mundial 2014. No estaba nervioso. No estaba preocupado por mi carrera. Ni siquiera estaba preocupado por no empezar el partido.

Con una mano en el corazón, la verdad es que lo único que quería era que lográramos nuestro sueño. Quería que se nos recordara como leyendas en nuestro país. Y estuvimos tan cerca.

[...]



Pienso que en esta época, la gente te sigue en Instagram o en YouTube y sólo ven los resultados, pero no ven el precio. No saben lo que viviste para llegar hasta ahí. Me ven sosteniendo a mi hija y sonriendo con la Champions League en la mano y se piensan que todo es perfecto. Pero quizás no saben que justo un año antes de que nos sacaran esa foto, ella nació prematura y pasó dos meses en el hospital, conectada a un montón de cables y de tubos.

Quizás me ven llorando con la Copa y se piensen que yo lloro por el fútbol. Pero en realidad estoy llorando porque mi hija está ahí en mis brazos para vivir ese momento conmigo.

Ven la final del Mundial, y todo lo que ven es un resultado.
0-1

Pero no ven todo lo que muchos de nosotros tuvimos que luchar para poder llegar hasta ese momento.

No saben sobre nuestras paredes del living que de blancas se transformaban en negras.

No saben sobre mi mamá andando con Graciela bajo la lluvia y en el frío, por sus hijos.

No saben del Hércules.




 https://www.theplayerstribune.com/articles/angel-di-maria-argentina-spanish




jueves, 1 de diciembre de 2022

Leyendo mujeres: Gloria Fuertes





Gloria Fuertes, vista por Cristina Jiménez


GLORIA FUERTES

Gloria Fuertes nació en el barrio de Lavapiés, en Madrid un 28 de julio de 1917. Su padre era conserje y su madre costurera y mujer de limpieza. Muere en Madrid el 27 de Noviembre de 1998, víctima de un cáncer.

La poesía es como el hipo. Me da, no sé cuándo ni por qué, y tampoco sé pararla. Escribo mientras me dura. Cuando escribo es como si entrase en trance. Cualquier otra cosa que haga en mi vida la medito más que la escritura. Parece que me dictan y que yo sólo soy un instrumento. Cuando alguna vez me he puesto a corregir un poema, siempre me ha quedado peor que el original, y he comprendido la fuerza poética que tiene la intuición. No soy nada crítica con lo que escribo, me gusta casi todo. Mi poesía hecha de un tirón.

Ella misma escribió su biografía, en verso:

Nota Biográfica

Gloria Fuertes nació en Madrid

a los dos días de edad,

pues fue muy laborioso el parto de mi madre

que si se descuida muerte por vivirme.

A los tres años sabía leer

y a los seis ya sabía mis labores.

Yo era buena y delgada,

alta y algo enferma.

A los nueve años me pilló un carro

y a los catorce me pilló la guerra,

a los quince se murió mi madre,

se fue cuando más falta me hacía.

Aprendí a regatear en las tiendas

y a ir a los pueblos por zanahorias

Por entonces empecé con los amores

—no digo nombres—,

gracias a eso, pude sobrellevar mi juventud de barrio.


Quise ir a la guerra, para pararla,

pero me detuvieron a mitad del camino.

Luego me salió una oficina,

donde trabajo como si fuera tonta

—pero Dios y el botones saben que no lo soy—.

Escribo por las noches

y voy al campo mucho.

Todos los míos han muerto hace años

y estoy más sola que yo misma.

He publicado versos en todos los calendarios,

escribo en un periódico de niños,

y quiero comprarme a plazos una flor natural

Como las que le dan a Pemán algunas veces.





Gloria a distintas edades


Versos con faldas

A principios de los años cincuenta se forma en Madrid el grupo poético femenino “Versos con faldas

La poesía es cosa de mujeres porque las mujeres son las que tienen más sensibilidad. La poeta es siempre mujer. La mujer que escribe es una poeta. El hombre que escribe poesía, como muchísimo es un poeto.

Hago versos

Hago versos, señores, hago versos,

pero no me gusta que me llamen poetisa,

me gusta el vino como a los albañiles

y tengo una asistenta que habla sola.

Este mundo resulta divertido,

pasan cosas señores, que no expongo,

se dan casos, aunque no se dan casas

a los pobres que no pueden dar traspaso.

Sigue habiendo solteras con su perro,

sigue habiendo casados con querida,

 a los déspotas duros nadie les dice nada,

y leemos que hay muertos y pasamos la hoja,

y nos pisan el cuello y nadie se levanta,

y nos odia la gente y decimos: ¡la vida!

Esto pasa señores y yo debo decirlo.


No es todo hacer una poesía para el pueblo, sino un pueblo para la poesía. Por eso escribo para el niño y para el adolescente que serán ese nuevo pueblo decente.

Gloria escribió muchísima poesía para niños y niñas. Fue protagonista de programas de televisión y radio, que la hicieron muy conocida Tanto que los niños y niñas, la paraban por la calle al verla. Publicó muchos libros, pero siempre tuvo mucho respeto por la infancia, y a su inteligencia. "Que los niños lean poco no es culpa de los niños, sino de los escritores "pesaos". ¨Para disfrutar leyendo tienes que elegir libros que te hagan reir, que sean exagerados y mágicos"

Pienso mesa y digo silla

Pienso mesa y digo silla,

compro pan y me lo dejo,

lo que aprendo se me olvida,

lo que pasa es que te quiero.

La trilla lo dice todo;

y el mendigo en el alero,

el pez vuela por la sala,

el toro sopla en el ruedo.

Entre Santander y Asturias

pasa un río, pasa un ciervo,

pasa un rebaño de santas

pasa un peso.

Entre mi sangre y el llanto

hay un puente muy pequeño,

y por el no pasa nada

lo que pasa es que te quiero

 

Bikini y kimono

Bikini era un pato

Kimono era un mono

Bikini muy pato

Kimono muy mono

Kimono en un árbol

Bikini en un lago

Se hacen señales

Se hacen amigos

Están en la higuera

Se comen los higos

Bikini muy pato

Kimono muy mono

La mano en el ala

El ala en la mano

Bikini y Kimono

Parecen hermanos



La corbata es uno de los detalles de la indumentaria de Gloria que más llama la atención. Los niños y gente que la quería le regalaban corbatas.

Su poesía tiene una mezcla de melancolía y humor. "La poesía puede hacer que la gente se ame o que se odie". Es una poesía con una fuerte conciencia social.

Escribo para niños para comer

Escribo para mayores para vivir

Escribo poesía porque no puedo evitarlo

Y escribo testamentos por si me pasa algo

Su vida amorosa, fue intensa, pero con grandes pérdidas que la marcaron De niña, tuvo un amor que murió en la guerra. Ella decía que estaba soltera porque sus amores se los llevaba la muerte, o Franco.

Su gran amor por15 años fue una norteamericana que conoció en la Sociedad Hispanista en Madrid. Se llamaba Phyllis Thurnbull y gracias a ella, Gloria que no había tenido estudios universitarios, ganó una beca Fullbright que le permitieron dar clases como Profesora en EEUU. Se separaron y al año Phyllis murió. Ese dolor la desgarró (Phyllis murió un poco después que se hubieran separado y ella sintió que no pudieron reconciliarse) y le costó mucho reponerse. Igualmente Gloria tuvo otros grandes amores, hasta el fin de sus días.


Al borde

 

Soy alta;

En la guerra

Llegué a pesar cuarenta kilos.

He estado al borde de la tuberculosis,

Al borde de la cárcel,

al borde de la amistad,

al borde del arte,

al borde del suicidio,

al borde de la misericordia,

al borde de la envidia,

al borde de la fama,

al borde del amor,

al borde de la playa,

y , poco a poco, me fue dando sueño,

y aquí estoy durmiendo al borde,

al borde de despertar.


Siempre escribió desde su voz femenina, y era totalmente autodidacta. Le gustaba leer sus poemas. Tenía una voz cascada muy característica. En este audio de la RNE, pueden escucharla leyendo varios de sus poemas, y escuchar parte de su historia.



Estoy enamorada de Gloria, desde que estuve en España, me la presentaron mis amigas. Para mí hay muchos puntos de contacto con la vida de MEW (otra de mis amores). Gloria también escribió canciones con sus poemas, o fueron musicalizados.


. Me encantaría seguir compartiendo sus poemas, sus historias, sus dichos (hay muchos más en mi IG)  para que la conocieran, para que no  la olvidaran. Les dejo uno más.

Tengo solo dos de sus libros, que creo que se consiguen en Argentina. Pero hay mucho para buscar.  Una poeta, como ella no muere. Sigue viva. Una poeta de guardia , como ella se define.

Poética

La poesía no debe ser un arma,

Debe ser un abrazo,

Un invento,

Un descubrir a los demás

Lo que les pasa por dentro,

Eso, un descubrimiento,

Un aliento,

Un aditamento,

Un estremecimiento,

La poesía debe ser

Obligatoria.

¡Feliz cumple Glorita!

El libro de Gloria Fuertes Antología de poemas y vida. Edición y textos de Jorge de Cascante. Blackie Books
El libro de Gloria Fuertes para niñas y niños.Edición y textos de Jorge de Cascante. Ilustrado por Marta Altés. Blackie Books







Leyendo 2022: La evolución de Calpurnia Tate


Un libro escrito por Jacqueline Kelly
( traducido por Isabel Margelí)

Publicado por Roca Editorial

(novela juvenil, publicada en 2010) 

Ganadora del premio Newberry


Este libro me llegó por una recomendación en las redes.

La primera fue Marta, una narradora oral española, que lo recomendó en ocasión del Día de la Niña en la Ciencia, luego se me volvió a aprecer cuando Esther de "Pájaros en la cabeza" una librera especializada en libros informativos,volvió a comentar sobre él. 

Así que fui, y me lo encargué (usado, porque me parece que actualmente no resulta fácil conseguirlo en librerías)

La protagonista Calpurnia Tate (o Callie Vee, como la llaman en la casa)  es una niña con curiosidad inagotable y la autora , se aprovecha de ello para intercalar información científica como la teoría de la Selección Natural, el método científico, los nombres de otras mujeres científicas.

Su abuelo, un investigador de la naturaleza (lo que en esa época se denominaba naturalista) es quien la va introduciendo en ese mundo, y la estimula a dar rienda suelta a su curiosidad.

Ella, única mujer entre siete hermanos, experimenta toda esa diferencia debida a su género. Lo que quisiera hacer y lo que puede hacer o se le permite hacer, es muy diferente.

Me encantó que cada capítulo abre con una cita de "El origen de las especies", el libro de Charles Darwin, en dónde explica su teoría de la Selección Natural. Este año leí algunos fragmentos del libro en mis clases y era mi intención leerlo completo pero nos faltó tiempo.

La autora Jacqueline Kelly es médica y abogada, nació en Canadá y se mudó a Texas siendo pequeña. 

Realmente es un libro para devorarse en una sentada o dos. La trama es muy interesante y nos va llevando a conocer a Calpurnia un personaje absolutamente entrañable.


Cuando lo terminé solo deseé compartirlo y en las siguientes semanas me avisaron que existía una parte dos "El curioso mundo de Calpurnia Tate". Es un tanto más adulto en cuanto al desarrollo de los temas, dado que Calpurnia va creciendo, y su hermano Travis gana protagonismo (un personaje muy tierno y querible). 

En este caso hace foco en las carreras posibles para las mujeres en ese 1900, aparece una prima que ya es mayor y se gana la vida como ayudante de la maestra, y aparece el descubrimiento de que más mujeres pueden trabajar y ganarse su sustento. A partir de que va creciendo  construye ese deseo de estudiar en la Universidad, algo que está destinado a sus hermanos varones. Callie Vee, empieza a trabajar con un veterinario, aprende a escribir a máquina, realiza tareas impensadas para una mujer y va fortaleciendo su deseo, que como era de esperar se encuentra con la oposición de sus padres.

Principalmente de su madre que espera que ella reproduzca el modelo de buena esposa y ama de casa. Será su abuelo nuevamente , y su pequeño hermano Travis quienes la apoyarán y le darán estímulo.