Cuando llega este momento del año, recorro las bitácoras de mis lecturas.
Las que garrapateo apurada en un cuaderno, las que subo al instagram de @patoleyendoelmundo o que comparto en mi facebook (esto último es ya un trabajo más que me impuse, pero facilita mucho el recorrido a fin de año)
Los libros que me han encontrado, son parte de mi historia.
Algunos me han cambiado para siempre.
Es por eso que en los últimos años intento dejar un espacio para ellos en mi blog.
Más de una entrada por año, porque soy una lectora promiscua, desordenada y de una especie generalista (un término biológico que se aplica a aquellas especies que consumen una dieta variada).
Los libros que me encontraron en 2018 se encuentran acá, acá y acá
Los libros que me encontraron en 2017 están por acá y acá
Los libros que me encontraron en 2016 están acá y acá
Podría limitarme a hacer una lista, pero me encanta la idea de armar una pila, y registrarla. Es como una escalera, cada año más alta, que da cuenta de mi crecimiento como lectora.
Para armar la foto debo recorrer todas mis bibliotecas (y cajas, y espacios aleatorios), y la de mis hijos, y aún así no aparecen todos los libros (porque se esconden, porque algunos no eran míos y regresaron con sus dueños).
Pero aunque sea trabajoso, me entusiasma ese momento de verlos juntos, de que conversen entre ellos y posen para la foto.
En realidad se la pasaron el año conversando, Stoner, y Larrosa se conocían (Larrosa fue el primero que me habló de Stoner en un charla con Skliar en una clase del postítulo que estaba cursando), y por supuesto Catherine L´Epuyer conversaba con Rachel Carson, por eso quise conseguir algunos libros de ella. Hubo cruces extrañísimos, como un texto de Paul Auster, que se puso en diálogo con uno de los libros álbum de Oliver Jeffers que me llegó este año.
Esto me paso a mí, y seguramente no fue lo mismo que les ocurrió a los otros tantos que leyeron estos mismos libros, u otros.
En esta primera parte puse textos de ficción y ensayos. Intenté categorías, pero no resultó tan fácil.
Necesitaré otra pila para la poesía (la poesía necesita una pila propia), para los libros orientados en la infancia y en los jóvenes lectores, para los álbum ilustrados.
Creo que ya será solo para mí, porque ¿quién querrá leer tantas entradas solo sobre libros?. Pero me gusta llevar ese registro y volver a él, cada año.
Algunos pocos se reseñaron en el blog, muchos en IG. Iré actualizando quizás esta entrada con el correr de los días, si me da tiempo (como quisiera) de agregar algunas reseñas de libros que necesito compartir.
(los patitos que me acompañan son de @tressaltos)
"La inútil lectura" es uno de tantos libros de ensayos que tuve este año. Hay muchos de esos libros en mi pila. Sobre lectura, escritura, poesía, educación, y también ciencia. En general están muy subrayados. Son temas que se me atraviesan en lo cotidiano y sobre lo que necesito aprender.
Les copio una parte de este texto del tan querido Carlos Skliar (si lo buscan en el IG, creo que hay un video mío leyéndolo):
Qué absurdo haber perdido tanto tiempo con aquel libro.
Qué manera de abandonarme, de extraviarme, de ausentarme, habiendo tanto para decir y por hacer
Qué forma tan insulsa y egoísta la de pasar las horas leyendo un libro, como si la realidad no me exigiera una y otra vez estar alerta a la información, al clima, al tránsito, a los dislates de los presidentes, a la suba y baja de las bolsas de valores, al perro que se reencontró con su dueño en medio de aullidos de alegrías, a las sombra extraña fijada en la catedral de un país escandinavo, a los dimes y diretes de una estrella de televisión que yo jamás había visto antes, a los horóscopos hechos a medida, al nuevo modelo de teléfono , a la compra-venta de almas.
Qué insignificancia la mía, pretender huir hacia la periferia de la realidad, asumir esta pose infame del ensueño y encontrar allí refugio egocéntrico para la soledad.
...
Cómo se me ocurre permanecer en esta lentitud, en esta parsimonia, si lo que el mundo me pide es correr, acelerar el tiempo, moverme en el mismo tiempo en que un hámster gira en su rueda, ganar más dinero, ser más productivo y mucho más eficaz.
...
Qué tontería la mía, la de haber terminado este libro, incapaz de ninguna otra cosas, deseando como nada en la vida saber como es posible que haya otras existencias aparte de la mía, que otros destinos, otras dudas, otros cuerpos, otros lenguajes, puedan ser tan distintos, tan estremecedores, tan amados, tan brillantemente odiados.
...
Qué perdida de tiempo la lectura.
Qué mala suerte haber pasado tanto tiempo con una historia que jamás sucedió y que nunca sucederá.
Qué torpeza haber leído tanto, para nada, porque sí
Qué buena suerte la mía.
Novelas, cuentos y más...
El sol detrás del limonero. Ángela Pradelli
El cuento de la criada. Margareth Atwood
Stoner. John Williams
Creía que mi padre era Dios. Alan Pauls
La casa de los conejos. Laura Alcoba
El azul de la abejas. Laura Alcoba
(me falta la tercera parte de esta trilogía)
Un viejo que leía novelas de amor. Luis Sepúlveda
Mal de escuela. Daniel Pennac
En movimiento. Una vida. Oliver Sacks
Mi abandono. Peter Rock
Por qué volvías cada verano. Belén López Peiró
Cuando pare de llover. Lara Schujman
Las cosas que perdimos por el fuego. Mariana Enriquez
Beya (le viste la cara a Dios). Gabriela Cabezón Cámara e Iñaki Echeverría
Venecia. Jorge Accame
Pequeños cuentos misóginos. Patricia Highsmith
Mujercitas. Louisa May Alcott.
Una reina perfecta. Inés Garland
Tizas de colores Herminia Brumana
Tizas de colores Herminia Brumana
Ensayos. Crítica literaria. Biografías.
Elogio de la docencia. Federico Lorenz
La piedra es el poema. Diana Bellesi
El cuento de mi vida. Roberto Innocenti.
Entre el amor y la docencia el deseo de saber. Nuria Pérez de Lara Ferré.
El pájaro del aire. María Emilia López
Guía para criar hijos curiosos . Melina Furman
Educar en el asombro. Catherine L´Ecuyer
El río de la conciencia. Oliver Sacks
Los papeles que nos tocan. Silvina Rodriguez Martínez
Chimamanda Ngozi Adichi
Con trébol en los ojos. Vida y obra de Edith Vera. Marta Parodi
Esperando no se sabe qué. Sobre el oficio de Profesor. Jorge Larrosa.
Los hombres me explican cosas. Rebecca Solnit.
Teoría King Kong. Virginie Despentes
El sentido del asombro. Rachel Carson
Apuntes sobre educación. Francesco Tonucci.
Artepalabra. Voces en la poética de la infancia. María Emilia López compiladora.
La construcción del camino lector. Laura Devetach.
Ciencia entre todxs. Tecnociencia en conciencia social. Alicia Massarini y Adriana Schnek
Leer y escribir. Un enfoque constructivista de la enseñanza y el aprendizaje. Entrevista a Ana María Kauffman por Herminia Mérega
Cómo leer un libro Luis Gregorovich
Ciencia entre todxs. Tecnociencia en conciencia social. Alicia Massarini y Adriana Schnek
Leer y escribir. Un enfoque constructivista de la enseñanza y el aprendizaje. Entrevista a Ana María Kauffman por Herminia Mérega
Cómo leer un libro Luis Gregorovich
(mi acompañante de tropelías literarias, mi pato lector by @alazorra, Naty Mendez.
En "Un viejo que leía novelas de amor":
"Una vez vendidos los micos y los loros, la maestra le enseñó su biblioteca.
Se emocionó de ver tanto libro junto. La maestra poseía unos 50 volúmenes ordenados en un armario de tablas, y se entregó a la placentera tarea de revisarlos ayudado por la lupa recién adquirida.
Fueron 5 meses durante los cuales formó y pulió sus preferencia de lector, al mismo tiempo que se llenaba de dudas y respuestas.
...
Edmundo D´Amicis y Corazón lo mantuvieron ocupado casi la mitad de su estadía en El Dorado. Por ahí marchaba el asunto. Ese era un libro que se pegaba a las manos y los ojos le hacían quites de casancio para seguir leyendo, pero tanto va el cántaro, al agua que una tarde se dijo que tanto sufrimiento no podía ser posible y tanta mala pata no entraba en un solo cuerpo. Había de ser muy cabrón para deleitarse haciendo sufrir de esa manera a un pobre chico como El Pequeño Lombardero, y por fin, luego de revisar toda la biblioteca encontró aquello que realmente deseaba.
El Rosario, de Florence Barclay, contenía amor, amor por todas partes. Los personajes sufrían y mezclaban la dicha con los padecimientos de una manera tan bella, que la lupa se le empañaba de lágrimas."
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Edmundo D´Amicis y Corazón lo mantuvieron ocupado casi la mitad de su estadía en El Dorado. Por ahí marchaba el asunto. Ese era un libro que se pegaba a las manos y los ojos le hacían quites de casancio para seguir leyendo, pero tanto va el cántaro, al agua que una tarde se dijo que tanto sufrimiento no podía ser posible y tanta mala pata no entraba en un solo cuerpo. Había de ser muy cabrón para deleitarse haciendo sufrir de esa manera a un pobre chico como El Pequeño Lombardero, y por fin, luego de revisar toda la biblioteca encontró aquello que realmente deseaba.
El Rosario, de Florence Barclay, contenía amor, amor por todas partes. Los personajes sufrían y mezclaban la dicha con los padecimientos de una manera tan bella, que la lupa se le empañaba de lágrimas."
Así como el Antonio José Bolívar, con dudas y respuestas, voy también puliendo mis preferencias lectoras.
Gracias por acompañarme.