domingo, 15 de octubre de 2023

Poesía y Maternidad. Día de la madre.


Reúno en esta entrada libros de poesía, sobre ser madre, ser hija. 

   Sobre la maternidad.

   Poetas de aquí y de allá que nos hablan a las que fuimos nombradas así por otro/otra. 

Que nos hablan a nosotras de la relación con nuestras madres.

Son distintas maternidades. 

Porque justamente no hay un solo modo de ser madres.

Vaya mi regalo en este día.



(les dejo otra entrada de poesía acá )




madre

Natalia Schapiro

                         En “Bosque cotidiano”. El andamio


Reconozco el comienzo del día

en esta pena que hunde

y cojo a mi madre vieja

desde allí va saliendo

el pañuelo de la mañana.

Los enojos se deshilacharon

hermano amor antiguo

pegado a los huesos.

Y ahora estás tan frágil

solo puedo cuidarte

del viento.










estando en el parque Alem, miro a mi hijo

jugar, la naturalidad con que avanza

por sobre los obstáculos sociales de

los niños que miran hacia otro lado cuando

les pregunta si quieren jugar a la pelota, correr

¿Hasta allá o dale que yo soy un astronauta?



Debo ver más que eso, escribir sobre

cosas trascendentales: es mi unigénito, nadie

se le comparará, nadie

Se disputará sus juguetes, el raro.

amor que tengo para darle, pero

no, soy una reina de todo

lo que no se ve, y el niño

—también él—bucea en una

inédita oscuridad: yo no

lo conozco, mi cuerpo lo arrojó,

un día, al mundo,

y desde entonces, una sincronicidad

adversario nos trabaja, alejándonos, salvo

en los escasos momentos de ternura

toco su pelo, lo miro, es

alto para su edad y objetivamente hermoso, tiene

una disposición afectuosa

hacia la gente en general —en eso

Tampoco nos parecemos—ronda

un tiempo que no es mi tiempo, tiene

un sol naranja alumbrándole en este preciso instante,

volviendo un poco tornadosolado su pelo

la frente es ancha

nuestros ojos se parecen

mucho



El viaje. Elena Anníballi

Editorial Salta el pez








Pasó un mes desde que nació
y evito los espejos
no sé por qué digo vacío
cuando lo que quiero decir
es otra cosa
...
fragmento

Gabriela Larralde
La trama materna
Caleta Olivia








MARÍA TERESA ANDRUETTO
Poesía reunida. Ediciones en Danza.
Prestar  oído


                                     a mi madre

Yo sólo quería escuchar oído

a tu corazón, y así estuvimos las dos,

vos en la historia que se quebraba,

yo en la voz que llega cada tanto

para sentir en carne viva

que toda madre lleva una mujer

colgada al cuello. . . . . . . . * *Sharon Olds


                       



Para nada más 

Mar Benegas 

En 9 lunas (poemas para esperarte Ilustrado por Concha Pasamar ).Litera Libros.


Para verte soplar un diente de león.

Para plantar una semilla contigo. Para observarla.

Para verla romper la tierra y asomarse.

Para verla crecer. Para verte crecer.

Para que sea un árbol.

Para estar abajo cuando lo trepes.

Para ver sus frutos.

Para que tú los comas y te manches

                 y te alimente y sonrías desde sus ramas.

Para mecerte y abrazarte. Besarte y sonreírte.

                Para cantar.

Para darte palabras y que nombres el mundo.

Para limpiarte las heridas: las del alma,

                  las del cuerpo.

Para ser la memoria de los que ya no están.

Para encontrar el camino contigo.

Para no dejarte caer. Para que confies.

                  Para que mires el cielo

Para ser de leche. Y de pan. Y de nana.

Para ser el carcaj que te proteja, siempre.

                   Y el arco que te impulso.

Para mirarte.  Para escucharte desde dentro.

Para dejarte hablar y hablarte.

                        mirándote a los ojos.

Para tender un puente. Para mostrarte la barca

Para ser el puente y la barca

Para cuidar tu fiebre. Para arroparte.

Para tejer con sus manos una roja, un abrigo

                          una constelación de alegría.

Para permanecer.

Para cuidar tu voz. Para que nadie te llame.

Para acompañarte. Para dejarte avanzar

Para luchar a tu lado.

Para crecer contigo.

Solo para eso y para nada más.

                         sirve a una madre





Por que las mujeres nos quemamos con el horno

Laura Wittner

En Traducción de la ruta (Ed Gog & Magog)


La marquita roja la tenemos todas.

Acá en la mano izquierda, con la que escriba

está también mi quemadura de horno.

Si el miro muy fijo, sobre la radio

se me despliega en tres:

se me tridimensiona la muñeca

y entrecerrando los ojos pueden verso

la muñeca de mi madre, la de mi abuela

y, en un tirón hacia delante, la de mi hija

picada de mosquitos, pulida y ya dispuesta

a la marca de la rejilla ardiente.






BEGOÑA ABAD .

En “Bajo el techo de los árboles”
Ed Pregunta



Vestir a mi madre

Un día sucede, sin aviso

Que te agachas definitivamente

a ras del suelo,

que tocas sus pies y las descalzas,

que comienzas a mirarla desde abajo

sin verle los ojos

comienza a vestirla y ella se deja

apoyando sus manos en tus hombros.

Y no sucede nada más,

sin embargo tú percibes su derrota,

y comienzas a amarla de otro modo,

vencida tú también, ambas vencidas,

y el tiempo comienza la cuenta atrás.



BEGOÑA ABAD


No necesito un hijo que me quiera,

ni que sea feliz, ni hermoso,

ni que triunfo y me sonría,

ni un hijo que me cuide,

me proteja, me tutele.

Necesito, simplemente,

un hijo que me sobreviva

y al que poder amar hasta el final.

Si me faltara,

¿Qué haría yo con tanto amor?

¿Cómo me crece para él?

¿cada mañana?





ROBERTA IANNAMICO

En “Rosa” Gog&Magog.


es una madre

insomne

distraído

alienada

por la rutina.










Natalia Litvinova 

En “Cesto de trenzas” Editorial La bella

Varsovia



Las mujeres de mi familia.

guardan el cabello

que se cortan

en un cesto de trenzas.



Es una tradición antigua,

ya no se sabe

quién la inició.



Mechones, bucles,

pelo suelto,

cobrizo, rubio,

o ceniza.


Temo que los roben

las urracas

o que lleguen

a manos de una bruja


Si viene

no le abras la puerta

Y si abres

no los dejes pasar

Y si abres

no le des sal ni pan.



Todo lo que haya tocado

lo convertir

en su elemento

advierte a la abuela.




Daniel creciendo
Piedad Bonet



Con el oído del corazón oigo la música secreta de tu cuerpo

el crepitar de tus huesos creciendo,

un animal poderoso que te sube en la voz,

la turba de tus sueños, las mareas

Que con fuerza te alejan de mi orilla.

Por los rincones todos de la casa

vas dejando tu antigua piel,

y abrumador y espléndido descubres

tu desnudez que humilla los espejos.

Yo torpe, yo asustada,

Desde mi torre ondeo mis pañuelos.

Abandonas

tu tierra de milagros donde es rey el silencio,

tu universo de ciegos resplandores

sin mirar hacia atrás.

En la mañana

en que trémulo vuelves la cabeza

para leer las cifras de aquel tiempo

un mar de sal te velará los ojos.

 

Poema a mi madre
Raquel Graciela Fernández
(Editorial Apócrifa)

Los poemas dedicados a mi madre.
Siempre me hicieron sentir un poco incómodo.
Quizás porque la mía nunca encajó
en el estereotipo de santa,
ángel terrestre
fuente inagotable de dulzura y consuelo.
Quizás porque tampoco nunca encajé
en esos derroches de devoción lírica.
Los poemas dedicados a la madre.
siempre me parecieron un poco forzados,
un poco exagerados,
demasiado prolijos.
Poemas de hijos perfectos
escritos para madres perfectas.
Muchas flores y pocos dardos,
y eso no es la vida.
Esa no es mi vida.
Ni la de ella.

...



 


Sharon Olds

El apretón

En “La materia de este mundo” Ed. Gog y Magog. 
(Trad: Inés Garland e Ignacio Di Tullio)



Ella tenía cuatro, él tenía uno. Estaba lloviendo, estábamos resfriados,

Habíamos estado dos semanas seguidas en el departamento.

la agarré para que no lo empuje de

cara al piso, otra vez, y cuando la agarré

la muñeca le apreté, ferozmente, por un par

de segundos, para impresionarla,

para lastimarla, nuestra querida hija mayor, hasta casi

saboreé la sensación punzante del apretón, la

expresión de mi ira, invadiéndola,

“Nunca, nunca más”, el sermón

justiciero junto con el apretón. Pasó muy

rápido — agarrar, apretar, apretar,

apretar, soltar y al primer exceso

de fuerza, giró su cabeza como para comprobar

quién era ésta, y me vió,

y me miró — sí, esta era su mamá,

su mamá estaba haciendo esto. Los ojos

oscuros, profundamente abiertos me asimilaron,

me conocí, en el shock del momento.

me captó. Esta era su madre, una de las

dos personas que ella más amaba, las dos

que más la amaban, cerca del origen del amor.

estaba esto.




Les dejo un extra, en este enlace pueden descargarse una selección de poemas que preparará para compartir con un club de lectura "Mamá lectoras". 

Están estos poemas y otros.

Acá mismo o en mi IG pueden dejarme sus recomendaciones.

2 comentarios: