El 24 de Marzo se conmemora en Argentina "El día de Memoria, la verdad y la Justicia" .
Para algunxs es un día especialmente sensible, en el que nos miramos en las palabras de otrxs para recordar lo que hemos perdido.
Hay una entrada anterior en donde pueden leer también sobre este día.
Les dejo algunos textos que pueden llevar al aula, compartir y conversar. Algo que considero indispensable (sea cuál se la materia que nos corresponda, siempre podemos hacer memoria
)
Ana María Ponce, fue una detenida, desaparecida que nos dejó sus poemas escritos en la ESMA (la Escuela de Mecánica de la Armada). Loli, como la conocían sus compañeros, nació en San Luis el 10 de junio de 1952. En su casa se hablaba de política: su abuelo fue fundador del Partido Laborista y sus padres profesores universitarios. Se recibió de maestra en la escuela pública, siendo medalla de oro de su promoción. Continuó su formación en la Universidad de la Plata. Allí encontró su gran compromiso: la militancia por una sociedad más justa, que vivió desde las filas de la Juventud Peronista y en la Federación Universitaria de la Revolución Nacional (FURN).
El 18 de julio de 1977, fue secuestrada y llevada a la ESMA. Fue vista con vida hasta el lunes de carnaval de 1978. Ese día se la llevaron. Ella intuyó algo y dejó su tesoro de palabras en papel a su compañera de cautiverio Graciela Daleo, quien logró sacarlos.
1976, en una cárcel de Uruguay: Pájaros prohibidos.
Eduardo Galeano
- Pensaba en vos…
-…
- Trataba de no volverme loca.
- ¿Loca?
- Sí, loca ¿Te acordás de la serpiente?
- ¿La serpiente de trapo?
- Ésa.
- Sí, me acuerdo.
- Bueno , la serpiente te la hice yo mientras estaba en el pozo.
-¡¿…?!
-En el pozo vivíamos a oscuras, en celdas muy chiquitas que tenían una puerta de hierro inmensa.
-…
- Una vez necesitaban coser unos pantalones y los torturadores me preguntaron si sabía coser. Yo dije que sí. Cualquier actividad era un descanso.
-¿Cómo un descanso?
- Claro, hija. Nosotros vivíamos en esas celdas muertos de miedo y de hambre…Sucios, débiles, oliendo a pis, a sangre a podredumbre…Todo estaba húmedo y frío..Nunca había silencio, siempre gritos torturas, llantos…Era horrible…
(pág 79-80)
La tristeza de las cosas es diferente a la nuestra.
Lloran discretamente. Es una tristeza pequeña
pero definitiva.
De tu reloj, tus lápices, tu abrigo, tu pañuelo,
las sábanas de tu cama, tus libros, brotaba algo
parecido a las lágrimas
…
Entre 1973 y mediado de la década de los
ochenta, más de 3000 chilenos y chilenas
salieron de sus casas, lugares de estudio
o lugares de trabajo y no regresaron.
Lápices, máquinas de escribir, cuadernos,
paraguas, camisas, fueron abandonados para siempre sobre escritorios, las mesas,
los armarios.
Ocupados en nuestro propio dolor, nadie
reparó en la tristeza de las cosas.
A los que no volvieron.
María José Ferrada
“La tristeza de las cosas”. Ed Amanuta.
Ilustraciones de Pep Carrió.
Niños.
Textos de María José Ferrada. Ilustraciones de Jorge Quien. Grafito Ediciones
…y la memoria de los niños ejecutados
y detenidos desaparecidos durante la dictadura
chilena
Jessica
Ese día se dedicó a mirar a las hormigas
Llevaban una miga en la espalda
y caminaban por la mesa hasta perderse en un
rincón.
Cuando nadie la miraba, deshizo un pan
Y lo dejó en el uelo junto a una pequeña carta.
Solo usando una lupa se podía leer:
“-Un regalo, para el próximo invierno”.
Jessica,ejecutada 9 años.
Sergio
Esa primavera decidió que sembraría palabras en una
maceta.
Que regaría con cuidado la semilla.
Pasarían las estaciones.
Las miraría florecer.
Sergio , detenido , desaparecido 11 años.
Cosas de pajarito
Mauricio Rosencof, Ilustraciones de Nora Hilb
Mágicas Naranjas.
Mauricio era un dirigente Tupamaro, y estuvo
detenido 11 años en Uruguay hasta el fin de la Dictadura. Escribió esto para su
hija en la prisión.
Los pícaros pájaros
Se han escondido
en tus ojitos
los pícaros
pájaros
de las travesuras.
Será por eso
que
tus diabluras
son cosas
de pajarito
Mauricio Rosencof
(A Carlos, que después de esta historia,
ya en plena democracia,
volvió a prisión por el delito de ser periodista.)
En una barraca, por pura casualidad, Carlos Fasano encontró la puerta de la celda donde había estado preso.
Durante la dictadura militar uruguaya, él había pasado seis años conversando con un ratón y con esa puerta de la celda número 282. El ratón se escabullía y volvía cuando quería, pero la puerta estaba siempre. Carlos la conocía mejor que la palma de su mano. No bien la vio, reconoció los tajos que él había cavado con la cuchara, y las manchas, las viejas manchas de la madera, que eran los mapas de los países secretos adonde él había viajado a lo largo de cada día de encierro.
Esa puerta y las puertas de todas las otras celdas fueron a parar a la barraca que las compró, cuando la cárcel se convirtió en shopping center. El centro de reclusión pasó a ser un centro de consumo y ya sus prisiones no encerraban gente, sino trajes de Armani, perfumes de Dior y videos de Panasonic.
Cuando Carlos descubrió su puerta, decidió quedársela. Pero las puertas de las celdas se habían puesto de moda en Punta del Este, y el dueño de la barraca exigió un precio imposible. Carlos regateó y regateó hasta que por fin, con la ayuda de algunos amigos, pudo pagarla. Y con la ayuda de otros amigos, pudo llevarla: más de un musculoso fue necesario para acarrear aquella mole de madera y hierro, invulnerable a los años y a las fugas, hasta la casa de Carlos, en las quebradas de Cuchilla Pereira.
Allí se alza, ahora, la puerta. Está clavada en lo alto de una loma verde, rodeada de verderías, de cara al sol. Cada mañana el sol ilumina la puerta, y en la puerta el cartel que dice: Prohibido cerrar.