martes, 31 de julio de 2018

Nacer a la lectura y más...Barbi Couto

"Mis libros son mis tesoros, es como si entre sus páginas se hubieran quedado impregnados recuerdos de mí misma."





Bárbara (Barbi) Couto, es comunicadora social, editora, librera (en Traficante de Libros, una librería nativa de Córdoba a puertas cerradas, y a libro abierto), gestora cultural, bloggera, madre, y periodista (esto último recientemente agregado en su hoja de vida). 

Una persona entusiasta, apasionada, inquieta. Tuve la oportunidad de cruzármela este año en Buenos Aires un par de veces, y sé, porque la sigo en las redes, que no se detiene en su empeño de transformar sueños en acciones.

La primera vez que nos encontramos fue para la presentación del libro  "Operita de Corazones" escrito por David Wapner , e ilustrado por Ana Camusso. Un libro  gestado entre dos continentes, y repleto de detalles.

Operita de corazones

Tiempo después,  la casualidad nos reunió en la Feria del Libro de Buenos Aires, y compartimos alegrías por los recientes premios que había recibido la Editorial y ella, como editora

La dejo hablar para que les cuente un poco más del sello Ediciones de la Terraza, en donde construyen con manos amorosas libros que han ganado activistas y fanáticos en todo el mundo.

"Somos un sello de Córdoba (Argentina) nacido en abril de 2012. Publicamos libros ilustrados o libros objeto. Nos caracterizamos por explorar nuevos modos de publicación que apunten a una democratización en el acceso a la cultura y a una articulación más importante con el público lector. Creemos que estas alternativas forman parte de un nuevo paradigma de producción cultural, más solidario y colectivo, que entiende el acceso a la cultura como un derecho humano, y que podemos fortalecer desde nuestra labor editorial cotidiana de promoción de la lectura. Nuestras características principales:
-Publicamos libros ilustrados y libros objeto, cuidando el acabado y los detalles gráficos en las ediciones impresas.
-Aprovechamos las posibilidades técnicas de internet y las redes sociales para la difusión de las ediciones digitales, que se distribuyen de manera gratuita, quedando al alcance de todos.
-Licenciamos los libros con Licencias Creative Commons.

-Utilizamos el financiamiento colectivo como herramienta de producción para algunas ediciones."

Me encanta esto de que cada libro, gestado amorosamente, llegue a las manos de los que contribuyen con la campaña.


En este momento en que muchos libros deben aguardar por un lector en las mesas atestadas de las librería, este nacimiento apañado por el deseo, me parece plagado de magia.

Cada campaña, de la que he participado se vive con el mismo espíritu cooperativo, y se festeja como un logro compartido.

Les muestro una imagen de una foto de Ideame de una de las campañas en las que participé con mucho disfrute (siguiendo el minuto a minuto y festejando haber alcanzado antes del cierre más del 100 % de financiamiento).



En la foto aparecen los tres editores. de izquierda a derecha, Mauricio Michelud, Barbi Couto y Vanina Boco. 

Otra de las características de su sello editorial es esa generosidad al compartir cultura:

 "Luego de publicado el libro impreso, publicamos su versión digital, disponible de manera gratuita en el portal de Ediciones de la Terraza. Creemos que esto contribuye a la difusión y amplía la llegada del libro a un público diverso y que, de otra forma, no tendría acceso a dicha obra."

Por lo que pueden disfrutar de todos sus maravillosos libros  en su sitio web



En los últimos años, este sello cordobés, ha resultado varias veces premiado. Han publicado libros de gente con una trayectoria importante y otros que están en sus comienzos. Siempre con calidad y cuidado por los detalles. 

Uno de los últimos premios recibidos fue el premio Destacados de ALIJA 2017, para el libro "Si tuviera que escribirte" . Premiado en la categoría Ilustración y en la categoría Labor Editorial. (libro que me ha encantado compartir con mis alumnos y alumnas)


Si tuviera que escribirte


Con textos de Alejandra Correa, y las ilustraciones de Cecilia Alfonso Esteves, nos recuerda el placer del intercambio epistolar, y de la poesía.

El libro "Separaciones mínimas" de poemas escritos por Germán Machado e ilustraciones de Matías Acosta, también fue un destacado de ALIJA en la categoría diseño, en la edición 2016. Y recibió el premio “Alberto Burnichón Editor” al libro mejor editado en Córdoba.

Esta entrevista comenzó hace mucho tiempo atrás. Barbi fue una de las entrevistadas que más seriamente enfrentó el desafío de bucear en sus recuerdos lectores.

Lamento haber demorado tanto en publicarla, quizás fue porque tuve que ponerme "en sus zapatos" para poder editarla y sentí que esa labor me quedaba un tanto grande.

Nos encontramos en la próxima entrevista



(Y gracias por llevarnos de la mano a recorrer tus lecturas, Barbi.)


¿Qué recuerdos tienes de tu inicio lector? 

Muchos y muy diversos. Nunca he tenido buena memoria, cuando trato de recordar eventos anteriores a mis cinco años no recuerdo nada. Pero los recuerdos con libros es algo diferente. Es como que se me quedaron grabados en la piel, en los ojos, en la memoria, como si fueran viajes, como si yo hubiera estado metida bien adentro de ellos. No podría decir dónde los leí, con quién o dónde estaba, pero sí que estuve tanto tiempo metida entre las páginas, que los protagonistas eran compañeros de viaje y que el mundo real se desvaneció durante todo ese tiempo.

Hay recuerdos que se unen a otros. Por ejemplo: mi abuela cantando/recitando: “estaba la blanca paloma, a la sombra de un verde limón/con el pico cortaba la rama, con la rama cortaba la flor.../ay ay ay dónde estará mi amor…” y yo no puedo recordar a mi abuela, su rostro cantando, su voz o su postura, pero veo el gomero enorme y altísimo del patio de invierno de su casa con un pajarito apoyado en una de sus ramas.

Cuando hablamos de mi infancia y los libros, mi mamá recuerda siempre que Sonia, la librera en la librería Rayuela le decía que me dejara tocar y levantar todos los libros, que solo así sería buena lectora. Sonia en cambio me ha contado que recuerda que mi mamá me apoyaba en el mostrador de la librería y ahí veíamos libros, o tal vez era exactamente al revés, son recuerdos de ellas. Tengo una foto en mi mente siempre con un libro apoyado en mis piernas, sentada a lo indio en un rincón que tenía la librería, apenas pasando el mostrador a la derecha, detrás de una columna. Ni siquiera recuerdo qué libros eran, pero recuerdo que ese rincón fue uno de los lugares favoritos de mi infancia.


¿Qué libro, relato, historia de la infancia recuerdas especialmente?

Sobre los libros que recuerdo: estaba la colección Muñequitos, en la que cada doble página era un paisaje de ensueño fotografiado. Se lo veía tan real que me recuerdo dentro de esos paisajes sobre todo en dos de los cuentos. En "Los tres osos", la casa de los protagonistas era como un reino de fantasía, la camita, la sillita, el platito de sopa, quería que fueran mi casita de juguete. O la casa de la bruja de "Hansel y Gretel", llena de confites, chupetines y chocolates, una delicia. Me recuerdo caminando por el sendero para ir a arrancar un confite de chocolate y llena de pavor viendo como Gretel empujaba a la bruja por el horno y cerraba la puerta.

Había olvidado que de nena me gustaba la historieta.  Ya adulta, volviendo a descubrir la historieta con mis hijas, recuerdo las que leía de chica: del "Pato Donald" y sus tres sobrinos, las de "Condorito" y los famosos “plop” que me encantaban; la eterna "Mafalda" y sobre todo una colección enorme ¡y completa! de "Heidi", en la versión ilustrada como los dibujitos animados, colección que daría todo por recuperar, para poder regalarle a mis hijas que por estos días lo único que hacen es leer historieta día y noche.


No me gustó ni un poquito y acá seguro me gano la bronca de más de uno: "Alicia en el país de las maravillas", era un librito de no más de 8 páginas,  de no más de 10 centímetros, con los contornos troquelados, pertenecía a una colección de libritos, que imagino eran muy baratos. No recuerdo una sola de las composiciones, ni los personajes ni qué parte de la historia eligió para contar, solo recuerdo que era muy marrón y lo llené de rayones, recuerdos del único libro que maltraté en la historia de mi vida. El nonsense me cuesta, lo confieso y recién lo empecé a disfrutar como lectora adulta.


¿Quién o quienes te acercaron los primeros libros, o las primeras historias en tu niñez? ¿Cómo llegaste a ellas?

La primer respuesta sería mi mamá y Sonia, la librera de Rayuela, mi librería de cabecera por más de 20 años. Aunque un momento crucial fue alrededor de mis ocho años. Yo cursaba segundo grado y había salido segunda en un concurso de lectura en la escuela. Me habían obsequiado "Alicia en el país de las maravillas" en la edición de la colección Robin Hood. Yo volvía a casa con una sensación agridulce (me habían regalado Alicia…, no precisamente mi heroína favorita, y a la ganadora del concurso le habían regalado Heidi, tal vez el personaje que más amaba por esas épocas). Mi mamá, sorprendida que me hubieran regalado un libro “gordo”, me dijo algo así como: “Si querés leer de esos libros yo tengo algunos que por ahí te gustan” y me llevó a su pieza y abrió una puertita del ropero, a la que ella llamaba “secreter” y se cerraba con llave y sacó una pequeña pila. Ahí primero de todo estaba un ejemplar de más de 30 años por esas épocas, tapas duras, de la colección Robin Hood de Heidi, libro que perdí la cuenta de cuántas veces leí durante esos años, además de una hermosa copia ilustrada de Mujercitas y otros clásicos que forman ahora parte de mi querida biblioteca.

Después que leí “La construcción del camino lector” de Laura Devetach me di cuenta del fantástico rol que tuvo mi abuela en mi vida lectora, aún cuando nunca me leyó un cuento. Pero sí me cantó todas y cada una de las canciones populares de la infancia, "los pisa pisuela", "los mocitos de enfrente que me tienen loca de amor", "la paloma sentada en la rama del verde limón", "la farolera"... Vimos juntas tantas y tantas películas de Cantinflas que me abrieron puertas a decenas de historias, habló hasta el cansancio de “Por quien doblan las campanas”, una de sus películas favoritas, con Gary Cooper e Ingrid Bergman que “estaba tan hermosa con su pelito corto”... Recuerdo como si fuera hoy el día que en una librería de saldos vi el título, descubrí que era una novela de Hemingway y de la Guerra Civil Española y me la traje a casa por $5. O cuando me hizo ver la película “Los árboles mueren de pie” fascinada con el personaje de la abuela y que terminé representando en una obra en la escuela, vistiendo un vestido de ella, su collar y sus anteojos.

O mi papá, que me regaló un libro cuando cumplí doce años: "La hija del espantapájaros" de la colección Barco de Vapor serie roja,Tal vez sea de las pocas lecturas compartidas que tenemos y no fue hasta adulta que descubrí que María Gripe, la autora, de la que me convertí fan absoluta y leí montones de libros, era una de las ganadoras del Andersen.

¿En qué lugar de tu infancia te recuerdas leyendo? Si tuvieras que describirme una imagen tuya en tus inicios lectores ¿cuál sería?.

No tengo la más pálida idea. 


Algo te decía en relación a que me acuerdo más los paisajes de las historias, que los paisajes donde yo leía esas historias. Sí recuerdo a mi mamá recostada al lado mío en la cama, contándome cuentos que inventaba, como el del nene y su perrito que se perdía en la plaza y lograba después encontrar el camino a casa, cuento que ahora ella le cuenta a mis hijas. 

Recuerdo un descanso en la escalera en la casa de mi abuela, justo debajo de un techo de vidrios de colores y al lado de un ventanal, donde pasaba muchísimo tiempo, aunque ahora no sé si leyendo, escribiendo o pensando. El rincón de librería "Rayuela", atrás de la columna pasando el mostrador que te decía recién. El sillón bordó de una casa a la que fuimos muchos años de vacaciones, en las horas de siesta en las que no me dejaban salir a jugar al patio sola porque los adultos dormían, y yo leía, leía, leía.

Hoy en día ¿en qué lugar te gusta leer? ¿Tenés algún hábito o costumbre que te caracterice al momento de comenzar a leer, o al escoger un libro?

Creo que a todas las preguntas debo contestar lo mismo: depende del libro. Si son libros álbum o cuentos ilustrados cortos, puedo leerlos en cualquier lugar. En estos libros no hay hábitos ni costumbres, son un instante breve y lo aprovecho donde sea que esté y con las condiciones que tenga a mano.

En cambio, para leer una novela la cosa cambia. Lo primero que hago es conseguirme un lindo señalador y encontrar un buen par de horas libres disponibles, mientras más ganas le tenga a la novela, más horas. A veces una novela te engancha desde la primera página, pero a veces le lleva un par de capítulos. Y si no consigo sumergirme en la historia por completo y pasan las noches y va quedando tapada por otros libros más fáciles o más rápidos en la mesa de luz, lo más probable es que retorne al estante y no vuelva a salir de ahí en mucho tiempo. Pero si logré sumergirme en la historia, la vida de todos los días me perderá por un buen tiempo. El libro me acompañará en la mochila, a los trámites, a la mesa del desayuno, al baño, a muy largas noches de trasnoche, en algunos casos incluso noches en vela, hasta que se acabe. Si la cosa viene en saga, bueno… la verdad es que me costará mucho volver a la vida real. 


Hace un par de veranos viajé a Los Confines y fueron cuatro libros al hilo (contando el último de cuentos) que llenaron mi verano, puedo con toda seguridad decir que viajé a Los Confines de vacaciones.

Lo que sí, algo que nunca, jamás de los jamases hago, o haré, es arrancar el libro leyendo la última página primero.  De hecho no entiendo a la gente que lo hace. Es más, cuando se va acercando el final del libro presto especial cuidado en no adelantarme en la lectura. Si la trama trae algún suspenso incluso no puedo evitar tapar con el señalador o con la mano los renglones debajo de donde voy leyendo para no leer sin querer algo que me adelante la resolución de la trama.

 Si tuvieras que elegir una palabra (pueden ser dos, o más) para describir lo que significa un libro para vos ¿cuál o cuáles serían?

¡Ay! estoy muy tentada de decir “My precious”, jajaja. De alguna manera sí, mis libros son mis tesoros, es como si entre sus páginas se hubieran quedado impregnados recuerdos de mí misma. Saco cualquiera de ellos de la biblioteca y con solo sentirlos al tacto me vuelven imágenes y recuerdos de quién o cómo era yo cuando los leí, de cómo llegaron a mis manos, de emociones que sentí al leerlos. Y además tienen la capacidad mágica de seguir impregnando recuerdos, hay libros que ahora tienen prendidos recuerdos de mis hijas entre sus páginas, envejecen conmigo y acariciarlos es como hacerle un mimo a mi historia lectora.

Si tuvieras que decir lo que significa para vos la lectura en pocas palabras, ¿cuáles serían?


Cada uno en la vida va tomando decisiones que lo llevan hacia una determinada dirección, y en el camino va dejando de lado otras que podría haber tomado, otras profesiones a las que se podría haber dedicado, otros lugares en los que podría haber vivido, otra gente con la que podría haber compartido anécdotas, otras vidas que podría haber vivido.

Para mí la lectura es una posibilidad de viajar a esas otras vidas posibles y tantas otras imposibles o inverosímiles que se puedan imaginar, me gusta imaginarla como una puerta abierta a otros mundos, maravillosos, fantásticos, diferentes. La posibilidad de ser otras personas, tener otras aventuras, vivir otras vidas y volver, después de ese viaje, renovados, convertidos, transformados. Y guardar en algún rincón de la memoria, de la imaginación, del corazón, esas historias como si fueran recuerdos propios, de viajes que hicimos nosotros mismos pero en dimensiones paralelas de nuestra vida.


¿Qué estás leyendo en el momento en que te ha llegado esta entrevista? O ¿qué estás buscando leer?


 (Barbi tuvo la gentileza de mandarnos una foto de su mesa de luz, debajo un detalle de los libros que descansan en ella)






"Cuando San Pedro viajó en tren" escrito por Liliana Bodoc con ilustraciones de Valeria Docampo (SM. Barco de Vapor)
"Los autostopistas galácticos" de Douglas Adams (Anagrama)
"24 señales para descubrir a un alien" escrito por Juliana Muñoz Toro e ilustrado por Elizabeth Builes (Tragaluz editorial)

"La confabulación de las arañas. Poesía uruguaya actual" Selección y prólogo de Martín Palacio Gamboa (Ed De Todos los mares)



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